“Por ello, con sincera seriedad, os ruego … que cuando escribáis una reseña para esta película, por favor evitéis revelar cómo se desarrolla la historia. Vuestra consideración será un regalo maravilloso para el público y el equipo que hizo posible esta película”.
Bong Joon-ho
En el año 2000, el mismo en el que el realizador coreano Park Chan-wook era capaz de unir a la crítica y al público de su país con el thriller político Joint Security Area, un joven licenciado en psicología estrenaba su opera prima en Corea, Barking Dogs Never Bite. Una tragicomedia que tenía como protagonista a un profesor universitario en paro que se dedicaba a matar a los perros de su vecindario. Es un hecho que con su primera película Bong Joon-ho no dejó huella en la taquilla ni en la crítica internacional, pero es igual de cierto que sin esa primera película, no existiría hoy Parásitos.
Desde sus inicios el cine de Bong Joon-ho ha tenido un enorme componente social, que el realizador traslada a la pantalla a través del cine de género. Como él mismo dice: “Me motiva romper las convenciones y aprovecharme de un film de género para contar otras cosas. Es un poco como si condujera un autobús, donde el espectador se sube y yo bloqueo las puertas para llevarlo exactamente donde yo quiero”. Sus historias, la de Memories of Murder, o Mother, o The Host, están protagonizadas por gente corriente sometida a un suceso extraordinario (fantástico o no), que les empujará a sacar lo mejor y lo peor de sí mismos. Unas historias que acontecen en unas localizaciones, esos subterráneos donde suceden cosas que nunca salen a la luz, donde el espectador será testigo de parte de la historia coreana contemporánea.
Parásitos es la culminación de la obra de Bong Joon-ho. No es que antes el director coreano no hubiera dado muestras de su genio y de su maestría (basta recordar el último plano de Memories of Murder, o la secuencia en la que Tilda Swinton le explica a la tripulación del Snowpiercer qué significa ser un ‘zapato’). Pero es en su última obra donde la perfección alcanza la excelencia. Un guion redondo, al que no le sobra ni le falta una coma. Una puesta en escena en la que todos sus elementos caminan en una misma dirección. La música de Jaeil Jung (Okja) que está, pero que no sobresale. Y junto a lo mencionado, la presencia de un equipo artístico coral, con Song Kang-ho, Jo Yeo-jeong, Park So-dam o Lee Sun-kyun, que saben interpretar a la perfección las notas que el director les ha marcado.
¿Qué nos cuenta la película? Es curioso como en las primeras notas de producción de la película, todo el mundo esperaba que Parásitos fuese una película de monstruos o una película de ciencia ficción, y, más incluso por el título, como conexión con la anterior película del director The Host. Los protagonistas de Parásitos son una familia que vive en el mundo real, y que, como tal, tendrá que relacionarse y convivir con sus semejantes. Una metáfora sobre la sociedad en la que vivimos, en la que la diferencia de clases, después de la última crisis económica, está más acentuada que nunca.
Ganadora de la Palma de Oro en Cannes, sobrepasando la barrera de los 10 millones de espectadores en Corea, convirtiéndose en el estreno del año en Francia, después de vender cerca de 2 millones de entradas, Parásitos llega a la cartelera de cine de nuestro país, con la certeza de convertirse en uno de los films del año. Drama social, tragicomedia, thiller moral, Parásitos está a medio camino entre el cine de Luis Buñuel (con El ángel exterminador a la cabeza), el del mejor Hitchcock, y el del realizador coreano Kim Ki-young (The Housemaid), sin duda, uno de los grandes maestros de Bong Joon-ho.
Parásitos es una obra maestra, sin más. La obra de un alumno que se ha convertido en maestro.
Por Enrique Garcelán