Sin comerlo ni beberlo hoy ha llegado el día D y la hora H en cuanto a la inauguración del CAFW propiamente dicha se refiere. Hoy han comenzado, y de que manera, las distintas proyecciones en las tres salas de los cinemes Girona, que para todos aquellos que anden un poco desubicados, se encuentran situados en la Calle Girona nº 175, al pie mismo del Barri de Gràcia. Allí esperamos darnos cita durante cuatro días como cuatro soles todos los amantes del cine asiático, ansiosos por devorar la increíble programación que los organizadores del evento nos han preparado.
Hoy ha arrancado la Sección Oficial , donde competirán once películas orientales de reciente producción; la sección Panorama, con seis cintas de los últimos dos años, y la retrospectiva dedicada a la realizadora china Ann Hui, compuesta por cinco de sus películas más representativas, y a la que esta misma noche se le ha hecho entrega del primer Premio Honorífico Casa Asia Film Week 2011 (el segundo galardón, el Premio Casa Asia Film Week, se entregará a la película de la Sección Oficial escogida tras la deliberación de un Jurado compuesto por expertos en cine y críticos).
Esta mediodía, y como avanzadilla de lo que vendría por la tarde, se ha llevado a cabo en Casa Asia Barcelona la rueda de prensa y photocall con la presencia de la realizadora homenajeada en esta edición, Ann Hui. Acompañada de la directora y del programador del CAFW, Menene Gras y Mike Hostench, Ann Hui desplegó durante algo más de una hora una simpatía y un encanto fuera de lugar, encandilando a los presentes con sus anécdotas y desgranando multitud de aspectos sobre su forma de ver y hacer cine. Minutos después de la rueda de prensa CineAsia tuvo la oportunidad de realizarle una completa entrevista en exclusiva, entrevista que publicaremos en los próximos días. Cuando a las siete y media de la tarde hacía su entrada en el cine la directora procedente de Hong Kong, su sencillez y buen humor contagiaron a todo el auditorio que llevaba ya unos cuantos minutos de espera. La gala inaugural también pareció contagiarse de la sencillez de la invitada, y fue interrumpida por los aplausos de un público entregado y con ganas de ver cine asiático en el momento en el que Ann Hui recibía el Premio Honorífico de manos de Anna Martínez (Secretaria General de Casa Asia)
Y como este es un festival especial donde los haya, no contamos con una inauguración, sino con dos, en un programa doble que hizo las delicias de un público entregado, primero a las acrobacias imposibles de Reign of Assassins, de Chao Bin-su, y después a las peripecias vitales del hombre más influyente de la filosofía china, Confucio, de Hu Mei (directora china de la que se había anunciado su presencia pero que finalmente no pudo acudir al certámen por motivos profesionales).
Reign of Assassin viene avalada por el nombre de John Woo en letras mayúsculas, quien aquí realiza labores de producción, montaje y supervisión de la filmación. Quién quiera ver la huella del director de clásicos como Misión Imposible 2 o Acantilado Rojo en esta película deberá de hilar muy fino, porque Chao Bin-su demuestra ser uno de los discípulos más aventajados del maestro con un lenguaje cinematográfico propio e individual (tanto en los combates como en los paréntesis melodramáticos). En algunos foros entendidos se ha llegado a comentar que la presencia de Woo responde más a una estrategia de márketing para poder vender el producto en mercados internacionales que a otra cosa. Nos encontramos ante uno de los mejores wuxia (películas chinas que combinan épica y artes marciales) de los últimos años, un film que sabe mezclar a la perfección fantasía y tradición al que se añade un agradecido toque de originalidad. Si dejamos a un lado el uso y abuso de los alambres para las escenas de lucha, de los que nunca he sido un fiel entusiasta (me siguen gustando mucho más los combates cuerpo a cuerpo, estigmas de haber crecido viendo películas de Bruce Lee) y algún que otro personaje secundario un tanto desdibujado en relación a la poderosa pareja protagonista, hay muy poca cosa que reprobarle a un espectáculo endiabladamente entretenido, que se beneficia de un ritmo frenético que no decae en ningún instante contrapunteado con una historia de amor de las de verdad (parece mentira que para que un romance resulte creíble en un wuxia siempre tenga que estar Michelle Yeoh por medio, y aquí la química entre ella y Jung woo-sung es total).
El relato mezcla fantasía y realismo a partes iguales; de hecho, en los típicos duelos espectaculares entre guerreros y asesinos de Kung fu dotados de una magia y una espiritualidad implacable existe una base realista que renueva de alguna manera la acción. Sin querer desvelar la trama en demasía, digamos que por un lado existe una búsqueda por parte de la heroïna de la ficción de una vida normal alejada de hechizos y luchas (algo así como si fuera uno de los cansados samurais de las películas de Yoji Yamada, que buscan el retiro y la paz que el pasado no les ha permitido disfrutar), a la vez que existe otra búsqueda mucho más encarnizada de unos restos humanos (auténtico McGuffin del film) con increíbles poderes que dotan de mayor virilidad y sexualidad a quien los posee. Aquí no se trata de salvar al mundo, sino que hay historias muy independientes y personajes de carne y hueso. Desde luego no se podía empezar de mejor manera adisfrutar de buen cine asiático, y es que Reign of Assassins son dos horas de deleite visual. A más de uno se le caerá la lagrimilla por su fidelidad a las películas de Kung fu de toda la vida: tenemos un elenco de coloridos personajes, cada uno con una habilidad única y emocionante (al estilo de los Shaw Brothers), y en medio una historia de redención y de amor. ¿Quién da más?
Confucio, por su parte, no es una película que levante tantas pasiones, sea porque su ritmo es más bien sosegado o por su escasez de escenas de acción, que se pueden contar con los dedos de una mano, nos encontramos ante una propuesta diametralmente opuesta a Reign of Assassins. Vaya por delante que su estreno en los cines chinos vino precedido de una fuerte polémica, ya que su irrupción en la cartelra supuso la retirada de los cines de Avatar, de James Cameron, que en esos momentos se estaba exhibiendo con un éxito arrollador. Pero como los chinos son más budistas que Buda (versión libre de la expresión “ser más papista que el Papa”), no se les ocurrió otra cosa que sustituir una por otra, como medida para garantizar que las producciones domésticas se llevaran parte de la recaudación y de la atención mediàtica durante las vacaciones del año nuevo chino (según dicen, para proteger la moral y el orden social del país). El público montó en cólera, y después de campañas en internet para boicotear a Confucio, la medida tuvo que ser finalmente revocada, lo que fue en detrimento de un film condenado al ensañamiento por parte de crítica y público. Y lo cierto es que no es del todo justo, porque el film, aunque en algunos momentos peque de ser un tanto tedioso, se salva por una interpretación magistral de Chow Yun Fat. Su Confucio es cálido y suave, y realmente consigue que percibamos sus emociones. Supongo que el cambio de registro para los que estamos acostumbrados al héroe de acción ayuda para que nos convenza de su versatilidad, pero quién tenga la suerte de poder ver otra de las películas que proyecta el Festival: The Postmodern life of my Aunt, de Ann Hui, se dará cuenta de que el actor hongkonés es puro carisma, y si no ahí está Tigre y dragón para corroborarlo.
Confucio es más un viaje (un largo viaje) de inspiración que un film de acción. Se divide en dos partes: en la primera se nos habla de la popularidad del mito en el estado de Lu, donde se le conoce por sus justas y equitativas ideas sobre la ejecución de asuntos de estado, mientras que en la segunda nos muestra a Confucio y a sus discípulos vagando en el exilio, debido a los celos políticos y temores acerca de su influencia. Otro acierto del film es contar entre sus filas con el prestigioso director de fotografía Peter Pau, quien alcanzó fama mundial con Tigre y dragón, de Ang Lee. Pau consigue capturar la esencia del periodo y las localizaciones en las que transcurre el film en todo su esplendor. Sin embargo, la película flojea en un guión que salta sin nervio de un evento a otro sin darnos la oportunidad de digerir los hechos para poder identificarnos con los personajes (y eso que la aprición de cada individuo viene acompañado con la impresión en pantalla de su nombre y su cargo, algo que parece estar de moda en el cine chino, ya que en Bruce Lee, my brother, que también se puede ver en el CAFW, es un recurso de nuevo utilizado).
Y hasta aquí la crónica de hoy del Festival. Mañana en el menú tenemos peligrosos triángulos amorosos, catàstrofes históricas y venganzas a lo Oldboy. ¿Te lo vas a perder?
¡Hasta mañana!
Francisco Nieto