Muchos han sido los que empezaron a conocer al director Yeon San-ho tras el estreno en 2016 de su película más vista hasta la fecha, Train to Busan. Pero el realizador coreano llevaba bastante tiempo dentro de la industria de cine enmarcado dentro del terreno de la animación. Ante el estreno de su nuevo film, Península, en el que regresa al universo zombi, cuatro años más tarde de los hechos que acontecieron en Train to Busan, conviene echar la vista atrás y ver cómo el director ha forjado su carrera.
Empezando su carrera como animador
Actualmente se contabilizan unas 120 compañías nacionales dedicadas a la animación en Corea del Sur que, además de realizar sus propios productos, se encargan de servir capítulos enteros de series planificadas en Estados Unidos o Japón. La mayoría son pequeñas o medianas empresas que, de una forma muy eficaz, a precios muy ajustados con el PIB nacional y con una calidad incuestionable, logran entregar a tiempo las exigencias de estas compañías extranjeras. Tras el boom que supuso en Corea la producción de Wonderful Days (2003), existió un vacío de un par o tres de años; la animación surcoreana necesitaba oxigenarse y volver a recuperar el beneplácito de los distribuidores internacionales.
Hasta que llega el realizador Yeon Sang-ho y con su furia reprimida dinamita las audiencias locales con dos producciones que tocan temas delicados con una ferocidad cuanto menos sorprendente. En The King of Pigs (2011) lo hace de forma directa, como las patadas que reciben en el estómago los estudiantes marginados de un instituto cualquiera en el que la violencia viene justificada por el grado de competitividad y posición social de sus alumnos. Esta crítica al sistema educativo se saldó con tres premios otorgados en el Festival de Cine de Busan de 2011. Su siguiente película animada y estrenada en España, The Fake (2013), no suaviza la brutalidad gráfica, pero introduce de forma subversiva ciertas reflexiones sobre el grado de enfermedad que padece la sociedad coreana en su colectividad, evidenciando la corrupción y el arte del engaño que existe en muchos estamentos de la sociedad surcoreana, siendo el religioso el que peor parado sale.
Nacido en Seúl en 1978, Yeon Sang-ho se graduó de la Universidad Sangmyung como licenciado en Bellas Artes con Grado en Pintura Occidental. Dirigió su primer cortometrajede animación, Megalomania of D en 1997, seguido por D-Day en 2000 y The Hell en 2003. Tras estos primeros contactos con el mundo de la animación, monta su propia productora: el Studio Dadashow en 2004. Sus siguientes dos cortometrajes animados The Hell: Two Kinds of Life (2006) y Love Is Protein (2008) fueron invitados a diferentes festivales de cine internacionales. El primero ganó el Asian Ghost Award en el Festival de Cortometrajes Asia y el Premio del Público a la Mejor Escuela de Cine (Short Film Battle Royal) en el Festival de Cine Asiático de Lyon 2007. Love Is Protein ganó la muestra Curtocircuit Festival Internacional de Cortometrajes de Santiago de Compostela en 2009. Un año antes de estrenarse su primer largometraje Yeon dirigió el tráiler de animación de apertura para el Festival Internacional de Cine de Busan en 2010.
Tras ser invitado por el Festival de cine de Cannes en 2011 dentro de la sección Directors’ Fortnight, en 2006 Yeon Sang-ho regresó a Cannes en 2016, esta vez con su primer largometraje de imagen real, Train to Busan, dentro de la sección de Medianoche. La historia de Train to Busan arranca el día siguiente a la de Seoul Station (2016), film de animación producido y dirigido por el propio director. A pesar de que la película de animación se estrenó en Corea en una fecha posterior, su producción fue anterior a la de Train to Busan. La película fue presentada en el Mercado de Berlín a principios de 2016.
¿Por qué el cambio de Yeon de la animación a la imagen real?
“Del mismo modo que me apasiona la animación, también me encantan las películas de género que han conseguido formar una saga, como Star Wars o Indiana Jones. Realizando Train to Busan he vuelto a sentir lo bien que me lo pasaba en el cine viendo una gran producción”, comentaba Yeon Sang-ho en Corea días antes de que Train to Busan se presentara al público.
Con su primer largometraje de imagen real, Yeon Sang-ho consiguió llegar a un amplio espectro de audiencia (algo que no había logrado con sus dos primeros largos animados). Lo mejor de todo es que lo hizo sin renunciar a su estilo (la crítica social continúa presente en esta película), y utilizando parte de las técnicas aprendidas con la animación (sin desvelar el desenlace de la película, en el tercio final), el director se reserva uno de los finales de personajes más destacados de los últimos tiempos. Más allá del grupo humano que lidera Train to Busan, el verdadero protagonista de la película es el tren en sí mismo: los diferentes vagones, la máquina… Para ello el director trabajó en un diseño lo más realista posible, una decisión que implicó grandes dificultades para la producción. Para ello, el director tomó como referencia Plan de vuelo: Desaparecida (2005), la película protagonizada por Jodie Foster que acontece en un avión, ofreciendo diferentes opciones para el rodaje en espacios limitados. Una de sus conclusiones fue la de dividir el tren en piezas más pequeñas y en cada una de ellas proponer un plan de rodaje diferente.
Train to Busan, estrenada en verano de 2016, se convirtió en el gran éxito del cine coreano del año. La película de zombis llevó al cine a más de 12 millones de espectadores, o lo que es lo mismo, uno de cada cuatro coreanos pasó por taquilla a ver la película.
Psychokinesis: el proyecto en Netflix
Tras el gran éxito en taquilla, Netflix ofreció al director un nuevo proyecto que sería estrenado en la plataforma, además de en los cines coreanos. Escrita y dirigida por Yeon Sang-ho, Psychokinesis se estrenó en el mes de enero de 2018, con críticas negativas tanto del público como de la crítica. Aún y así se convirtió en uno de los films más vistos por la plataforma californiana y llegó al millón de espectadores en su estreno limitado en cines de Corea.
Lo cierto es que la película, vista con la distancia del tiempo, es un entretenimiento de primer orden. Sin duda, no llega a la altura de sus trabajos previos, tanto en el mundo de la animación como en el de la imagen real, pero continúa manteniendo su estilo: la crítica social, un cierto grado de humor y unos muy acertados efectos especiales.
Engullida dentro del catálogo de Netflix, Psychokinesis no es más que una película de superhéroes, pero al estilo coreano. Con un protagonista, Ryu Seung-ryong (Miracle in Cell No. 7), que cuando descubre sus nuevos poderes, intentará sacarles partido en su propio beneficio, hasta que… claro, su hija, interpretada por Shim Eun-kyung (Miss Granny) a la que no ve desde hace mucho tiempo, se enfrente a una gran industria inmobiliaria que quiere eliminar los pequeños comercios de una zona para construir un gran centro comercial. Por tanto, la acción, el humor, el drama y alguna que otra lagrimilla está garantizada.
Península: el regreso al universo de los zombis coreanos 4 años después
Se han escrito infinidad de críticas, tuits o comentarios acerca del esperado regreso del realizador coreano Yeong Sang-ho al universo de Train to Busan. Mucho ruido antes de tiempo: Península pudo verse por primera vez en España el jueves 8 de octubre en el marco del Festival de cine de Sitges. Pero ya se sabe que no se le pueden poner limitaciones al mundo virtual de Internet. Muchos han sido los que han visto la película en ordenadores, televisores o móviles. Desde el principio, la película ha tenido una legión de detractores. Así que la incertidumbre sobrevolaba el Auditorio de Sitges el día de su estreno europeo. ¿El resultado?
Península no es Train to Busan. De la misma manera que Alien no es Aliens. La primera cinta es un film de terror que acontece en una localización determinada (un tren o una nave espacial), mientras que la segunda película, tanto el film de Yeong Sang-ho, como el de James Cameron, se decantan por la acción. Quizá parte de la decepción de los espectadores venga de sus propias expectativas acerca de lo que querían que hubiese sido la película.
Para el que escribe este texto, Península es una estupenda cinta de acción que bebe de diferentes fuentes: desde 1987: Rescate en Nueva York de John Carpenter, al ambiente postapocalíptico de la saga Mad Max. O, incluso algunas de las cintas de Fast and Furious. A pesar de estas referencias, la película de Yeong Sang-ho tiene una identidad propia. Los que conocen al cine del director coreano (desde sus inicios en el mundo de la animación con The King of Pigs a The Fake o en la reivindicable Psychokinesis) saben que la conciencia social siempre está presente en sus films. Temáticas como el bullying, la corrupción, las diferencias sociales aparecen en todos sus proyectos. En Península, Yeong Sang-ho retrata al ser humano como el verdadero monstruo. Cuatro años después de la infección acontecida en el epicentro de Seúl, las hordas de zombis se han convertido en el entretenimiento para las bandas que operan a sus anchas en la península coreana. Por otra parte, los refugiados coreanos que han logrado llegar a Hong Kong viven como ciudadanos de segunda, algo así como lo que está sucediendo con muchos inmigrantes en nuestra propia sociedad.
El aplauso unánime al acabar la película en su proyección en el Festival de Sitges ha reivindicado a un film que el próximo viernes 23 de abril (tras una serie de retrasos) se estrena en toda España.
Nuestra recomendación: ¡no te la pierdas!
Por Enrique Garcelán