Revisando la filmografía del singapurense Eric Khoo, un nombre indispensable en la evolución que ha desarrollado en las últimas décadas el cine de su país, no solo por su carrera como director sino también por su trabajo con los nuevos talentos, es fácil descubrir dos de sus temáticas más habituales. Por un lado, la familia, algo nada extraño siendo uno de los catorce hijos de su numerosa familia (tiene once hermanas y tres hermanos), además de ser padre de cuatro chicos. Por otro lado, la comida, sea de la nacionalidad que sea, aunque no es difícil descubrir su especial debilidad por esos puestos de comida casera que se encuentran por las calles de Singapur, lugar habitual en el que se desahogan los personajes de sus largometrajes Una receta familiar une esas dos pasiones dando lugar a una producción aparentemente sencilla pero que guarda algunas cargas de profundidad emocional al tocar aspectos como la herencia cultural y las raíces, el perdón e incluso la memoria histórica, utilizando la gastronomía como enlace.
El título original de la película, Ramen Teh, ya nos descubre el quid de la trama, uniendo el Ramen japonés y el Bak Kut Teh, una sopa con costillas que es habitual en los menús de algunas zonas de China, Taiwan y los países del sudeste asiático. Seguimos el viaje de Masato, un joven cocinero de ramen criado en Japón, pero nacido en Singapur, que tras el fallecimiento de su padre querrá regresar a su país natal en busca de su madre y de sus raíces. Con la ayuda de una japonesa residente en el país y blogger gastronómica, el joven recuperará algunos de sus perdidos recuerdos de infancia a través de los sabores de la cocina local, además de descubrir poco a poco los secretos familiares.
El director Eric Khoo establece la comida como el puente al pasado, y el sabor como enlace directo a los recuerdos de la infancia del protagonista, al que seguimos en un viaje de búsqueda de las raíces en el que los distintos platos llegan a simbolizar no solo la unión familiar, sino también la de los pueblos. La historia, una co-producción entre Japón y Singapur preparada para estrenarse coincidiendo con la celebración de los 50 años de relaciones diplomáticas entre los dos países, nos traslada a través de una serie de flashbacks al creciente romance entre los padres del protagonista, llegando a tocar directamente la memoria histórica y las heridas del pasado que perviven en la memoria de aquellos que los sufrieron.
La película navega entre las dos épocas intentando aportar una visión positiva y como la fusión culinaria, un símbolo de la unión de las culturas, puede estrechar lazos entre aquellos que parecían bandos irreconciliables. Khoo, un enamorado de la cultura japonesa desde joven, deja por esta vez de lado esa mirada a los instintos más bajos de la sociedad tan habitual en su carrera, buscando un plato que puede ser demasiado autocomplaciente, pero que el espectador no deja de agradecer. En términos culinarios, Una receta familiar sería comida casera, sencilla pero deliciosa, y con los nutrientes necesarios para reconciliarnos con la vida.
Destaca la interpretación del modelo convertido en actor Takumi Saitoh en el papel protagonista, además de la presencia de Jeanette Aw, el cómico Mark Lee, y la diva de la canción japonesa Seiko Matsuda, que completan un buen trabajo en un proyecto complejo por realizarse en tres idiomas diferentes. No le han faltado a la película comparaciones con Una pastelería en Tokio de Naomi Kawase, y aunque guardan elementos en común como el uso de las recetas como legado cultural además de la calidez de la propia historia, el film de Khoo, más sencillo en el plano técnico, ofrece una visión diferente al usarlas como puente cultural. Imprescindible ver con el estómago lleno o, a ser posible, con algún restaurante asiático cerca; el olor de los platos que vemos desfilar por los paladares de los personajes es capaz de atravesar la pantalla.