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Un día ‘cineasiático’ en Sitges Film Festival con Mariona Borrull

14/10/2022

Dicen que el contexto es siempre necesario, sobre todo cuando te encuentras a las puertas del cine Prado, a las ocho y media de la mañana de un domingo, completamente rodeade de criaturas y con un posado de esos a los que es mejor no acercarse.



Os preguntaréis cómo hemos llegado hasta aquí

La noche anterior había sido corta: veníamos de corroborar que el cine-B japonés sigue bien provisto de premisas de ensueño, más o menos ejecutadas. Entre las tres películas del maratón de Midnight X-Treme, programadas en el mismo cine Prado, se contaban The Price We Pay, una nueva incursión en las pesadillas habituales del Medio Oeste americano de Ryûhei Kitamura, a quien conocimos en The Midnight Meat Train y que nos convenció bastante más con Blanco perfecto, en Sitges 2017. También el desenlace enloquecido de la saga de The Mole Song (The Mole Song Final, premio al título más original), dirigida por un Takashi Miike muy en línea con el resto de sus cabarés de pelucas y desparpajo de encargo. Nos deja con ganas de ver adónde lo lleva la producción de Connect, la miniserie coreana que estrenará en diciembre con Disney+, y la adaptación que prepara con Netflix de Onimusha, la saga de videojuegos de samuráis de Capcom. Sí, queremos.

Su colaborador habitual, Takashi Hirano (productor de JoJo’s Bizarre Adventure: Diamond Is Unbreakable, pero también de fenómenos del live-action como las Kamikaze Girls de Tetsuya Nakashima), debutaba como director con Kappei, una adaptación del manga de Kiminori Wakasugi que no vimos, pero que a las cinco de la madrugada seguramente dio para un visionado memorable.



El cine que nos devuelve a la vida

Misma sala, unas pocas horas más tarde. Nos sorprendíamos con Princesse Dragon, de Jean-Jacques Denis y Anthony Roux, a la que llegábamos bajo el augurio del estudio francés Ankama, responsables de la excelente Mutafukaz (de Shôjirô Nishimi y Guillaume Renard, en Anima’t 2017). Su escasa hora de animación ecléctica y preciosista, con una narrativa resuelta, nos permitió recuperar el aliento para la que sería la gran promesa cumplida del día: la filipina Leonor Will Never Die, triunfadora en los festivales de Sundance (Premio Especial en World Cinema) y BAFICI (Mención Especial). La Sala Tramuntana vibró con las andadas de Sheila Francisco, anciana guionista que se ve abducida por una de sus películas, una de esas de violencia desenfrenada y presupuesto nulo. La ópera prima de Martika Ramirez Escobar nos convence de que el cine sobrevivirá, siempre que tras él haya buenas ideas y mucho corazón (leed la crítica de Josep Santcristòfol para más argumentos).

A las doce, podíamos haber asistido a la proyección gratuita de Lupin III: El castillo de Cagliostro organizada dentro del marco de Fantastic Kids, en el Mercat Vell. Si bien no hay que desestimar la oportunidad de ver la primera película de Hayao Miyazaki en pantalla grande (con público pequeño pero entregado), a esas alturas el sol apetecía más que las salas, por lo que nos fuimos de paseo por las paraditas de la feria fantástica del Passeig. Visitamos la muy abarrotada tienda de CineAsia, donde nos recibió el simpatiquísimo peluche de Gomora de Shin-Ultraman, escrita por Hideaki Anno y dirigida por Shinji Higuchi, ambos directores de la magnífica Shin-Godzilla. Aún no hemos podido ver su nueva relectura kaiju (dicen que es una brillante oda a la alegría y el disparate del tokusatsu), que el sábado 15 estará presente en la Sección Oficial Fuera de Competición. Para comer, el ya clásico dilema entre las bolas de arroz del Yatai o el pad thai del Petit Bangkok.



Y para merendar, un café con leche de soju

A un chiste malo, dos recomendaciones exprés. La primera, un clásico de Johnny To que nació para ser inmortal: The Heroic Trio, de 1993, con Michelle Yeoh, Anita Mui y Maggie Cheung como tridente de súper-ninjas enfrentadas y luego unidas en una trama que tiene tan poca gravedad como las espectaculares acrobacias que desata. Villanos malos malísimos, capas de ensueño, complots y genios locos, lluvias de pólvora en todos los colores y tres actrices enormes que parecen pasárselo en grande. Hay que verla, así como recuperar su secuela: Executioners.

La seguía, en la recién recuperada sección Òrbita, la primera película de Jung Woo-Sung como director: A Man of Reason. Diríamos que la alfombra roja, el domingo, se extendió solo para él… Desde que lo conocimos en El bueno, el malo y el raro de Kim Jee-woon, Jung se ha ido posicionando como gran pilar del thriller coreano hasta dar cara a las tres películas más importantes del género en carteleras españolas. Primero fue la fantástica Nido de víboras de Kim Yong-hoon. Luego, hace unos días presentaba la exuberante y disparatada recreación histórica Hunt, dirigida por su amigo y compañero Lee Jung-jae, quien también levantó pasiones tras su paso por el Auditori de Sitges. Finalmente, el domingo Jung Woo-Sung se acercó al público del Retiro al lado de Kim Nam-gil (también presente en Emergency Declaration), y juntos presentaron A Man of Reason: unpolar seco y de corte clásico, aun con agradecidos toques de comedia y estallidos de violencia. La película estuvo a la altura de su director… Y eso es mucho decir.

Cerrábamos el día con el abrazo de un panorama generoso como el asiático, un horizonte que siempre tiene buenas películas por delante.

Mariona Borrull (firma invitada a CineAsia)

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