Hay tebeos que nunca deberían adaptarse a imagen real, pues la magia que los caracteriza se rompe al dotarlos de movimiento. Le pasó a Devilman, la multimillonaria recreación cinematográfica que se hizo del célebre personaje concebido por Go Nagai; o a Dragon Ball, cuya versión americana en imagen real directamente deprimió a los fans de la serie. Ahora es el turno de Fung Wan, una de las obras más conocidas y apreciadas del dibujante Wing-Shing Ma y que se viene publicando en Hong Kong desde el año 1989. Este longevo manhua, que cuenta con 18 tomos en su haber, ya había sido adaptado en cine en 1998 por Andrew Lau bajo el nombre de The Storm Riders. Los Pang Brothers ahora han reciclado una de las sagas del cómic original para ofrecer una secuela de la versión de Lau. Pero si en aquella ocasión los personajes de Nube y Viento venían secundados por una serie de personajes con cierta idiosincrasia dentro de la película y avalados por un guión que además de delimitar su origen, se mantenía firme a la hora de exponer las aventuras en las que se veían envueltos, en esta versión mega posmodernizada la historia queda reducida a la nada. A los Pang Brothers les encanta envolver sus producciones con secuencias espectaculares y puramente esteticistas, pero la extensa sobresaturación visual convierte a The Storm Warriors en un producto vacío de contenido. Lo estético se come la historia, pero cuando esa visualidad escénica es tan reiterativa, termina por extasiar al espectador, que asiste al combate más longevo de su vida en unos veinte minutos finales exasperantes a cámara lenta. Además, para los espectadores que no conozcan la historia de los dos héroes, las pasarán canutas al comprobar que la cinta se abre sin presentación alguna, y en plena mitad de un combate contra un poderoso líder japonés que amenaza la vida de los dos luchadores y del emperador chino. Nube y Viento quedarán malheridos de este enfrentamiento y buscarán entrenarse para combatir a este demonio japonés, ayudadas por un par de féminas que no pintan nada y un viejo maestro. La única novedad es ver como uno de los dos superhéroes (y no diremos cual porque es el único spoiler que vale la pena guardarse) se pasa al bando enemigo al practicar artes marciales con espíritus del inframundo.
La gracia precisamente del cómic original era ver como los dos espadachines adquieren sus poderes, luchan para una serie de propósitos, se enamoran, etc. Distan mucho de la frialdad que demuestran en esta versión. Al menos Eking Cheng y Aaron Kwok repiten sus respectivos roles de Nube y Viento, y a pesar de su pose cool impuesta por los dos cineastas gemelos, salvan la papeleta ofreciendo una limitadas pero buenas actuaciones.
Toda una lástima que se haya mimado más a los impresionantes efectos visuales, que en algunos momentos recuerdan a los utilizados en 300 de Zack Snyder (la textura de la fotografía en las batallas o los saltos al ralenti en los combates de uno a uno), y no a la historia propiamente dicha, pues si algo caracteriza los comics originales es su condición de pertenecer al género de aventuras siguiendo los principios de las historias wuxia. Y la cinta de los Pang Brothers se olvida completamente del espíritu del esas novelas y comics pulp repletos de luchadores con espada que tienen poderes y viven un sinfín de aventuras. Eso si, la espectacularidad de algunas secuencias invitan a verla en pantalla grande, ya que combinadas con la poderosa banda sonora, gana muchísimo como blockbuster que pretende entretener y sorprender. La pregunta final es… ¿Por qué no se rodó en 3D? Tal vez la respuesta la obtengamos cuando rueden la tercera parte, que ya cuenta con preproducción para el próximo año.