(Esta noche a las 22:20 proyección de la película en el cine Phenomena de Barcelona)
Después de provocar los aplausos y vítores de Tarantino en el Festival de Cannes de 2004 con su OldBoy, Park Chan-wook tenía el difícil reto de concluir su trilogía sin dejarse influir por el “entorno”. El rotundo éxito internacional de OldBoy y la catalogación inmediata como cineasta de culto, hacía presagiar a los amargados críticos que se alimentan del fracaso ajeno que el director surcoreano acabaría sucumbiendo a la mediocridad, se deslizaría hacia un cine más comercial, artificioso y se marcharía a los Estados Unidos de América a rodar CheeseBurgers de celuloide. Una vez más, se equivocaron: Chan-wook se vengó de todos aquéllos que le tacharon de nuevo bluff estético-violento y nos regaló a todos la mejor película de la trilogía sobre los platos que se sirven fríos. La Señorita de Buen Corazón Geum-ja, traducción literal del título en coreano, llegó el pasado mes de Agosto a los cines de nuestro país para arroparnos en las noches de tormenta y contarnos cuentos de hadas envenenados.
PASEOS POR EL AMOR Y LA MUERTE
Nuestro enfant terrible debutó en esto de hacer cine con la premonitoria Moon Is the Sun’s Dream (la luna es el sueño del sol), rodada en 1992. En este poético título se daban cita todas las constantes de su filmografía futura: combinación desconcertante de géneros como el thriller, el cine romántico y la comedia; una búsqueda de la perfección técnica reflejada en el preciosismo estético de cada plano y la valentía que demuestra al enfrentarse a temas delicados. Ese cuaderno de ruta lo acompañaría en toda su carrera, destacando en JSA (Joint Security Area, 2000), metáfora perfecta de la sinrazón de las guerras y sincera declaración de paz entre las dos Coreas, y culminando en su trilogía sobre la venganza con la seca Sympathy for Mr. Vengeance (2002), la armonía demencial del manga vivo OldBoy (2003), y la muy melancólica e hipnóticamente malvada Sympathy for Lady Vengeance (2005). Precisamente el último capítulo de la saga de “no poner la otra mejilla” es un resumen perfecto de las dos anteriores. Tiene la aparente frialdad y mala leche de la primera y el juego estético y el humor negro de la segunda. Los tres protagonistas de las tres películas son personajes trágicos que merecen una venganza, pero a diferencia del desquite vibrante y referencial de Beatrix Kiddo en Kill Bill, aquí la dolorosa ejecución coge tintes de auténtica tragedia. Los remordimientos y los recuerdos, representados en numerosos flashbacks, el peso del “deber” por cumplir una misión y la superación de nuevos obstáculos convierten el paseo por la trilogía en una representación de sentimientos donde nos asaltan casi a la vez la tristeza y la alegría, la inquietud y el desasosiego, la comedia y el drama.
En Sympathy for Lady Vengeance Lee Young-ae interpreta a Geum-ja, una mujer que cumple injustamente una condena de 13 años por asesinato. Cuando finalmente sale de prisión, pone en práctica la venganza sobre Baek (Choi Min-sik), el profesor que cometió realmente el crimen y la chantajeó secuestrando a su hija para que se confesara culpable. Entre rejas, Geum-ja se convirtió en un ángel bondadoso, ayudando a numerosas prisioneras que, una vez fuera, la asistirán en su plan. A través de su venganza, Geum-ja buscará justicia, haciendo salir a la luz los crímenes del hombre, pagando por ellos y, además, conseguirá la redención. La iconografía religiosa está presente en toda la “trilogía de la venganza”, pero en Lady Vengeance es más evidente que nunca. El pecado, la culpa, el perdón, los remordimientos… palabras clave del miedo cristiano que tienen un peso específico en la película.
TRES COLORES: BLANCO, ROJO Y VERDE
Los pósters coreanos de Lady Vengeance y todas sus imágenes promocionales nos presentan tres colores que definen sus intenciones: el rojo de la sangre, el amor y la pasión; el verde de la esperanza y finalmente el blanco de la inocencia y la paz. A este pantone cabe añadir el negro, que lo subraya todo: la historia, el humor, e incluso el vestuario de la protagonista en la parte final del metraje. En su función de ángel de venganza se transforma en la imagen de la muerte enfundada en negro. Esa fijación por los colores y su significado e influencia en la trama también se extiende en los virados de la imagen, así los flashbacks tienen los colores ligeramente desgastados, los momentos más tiernos tienen un filtro que embellece la imagen o la escena del linchamiento a Baek tiene un tono muy oscuro y está muy contrastada. La banda sonora también es importantísima en las películas de Chan-wook. Este embaucador flautista de Hamelín nos seduce con los valses, las cantatas punteadas con clavicémbalos, algunas adaptaciones de Vivaldi y las nanas de alo trágico. Aquí destaca la canción leitmotiv de la cinta, “Mareta, mareta no em facis plorar” (madrecita, madrecita no me hagas llorar), adaptada para la ocasión por Jordi Savall. La música refuerza el estilizado sentido visual de Chan-wook y consigue elevar las diversas sensaciones que el director busca provocar. Sympathy for Lady Vengeance es una receta suntuosa, gastronomía cinéfila total. Su aspecto visual es turbadoramente seductor, sus colores, sus formas… y se debe degustar tranquilamente, sin prisas. Así, uno experimenta todos los sabores: dulce, salado, amargo, picante, ácido… y el último bocado te aturde definitivamente. El Ferrán Adriá del cine nos sumerge en un plato extraño, con mil texturas, pero que consigue su objetivo: cautivarnos.
CRIMEN Y CASTIGO
En su particular “adaptación” de la mítica obra, Park Chan-wook ha reunido a un reparto brutal. Lee Yeong-ae (que ya aparecía en JSA) tiene el equilibrio idóneo para el personaje de Geum-ja. Es inocente y perversa, explosiva y sutil. Su belleza amable se quiebra en explosiones de violencia y se revela como un personaje con un inquietante poder de atracción. Choi Min-sik, después de su agotador tour de force en OldBoy se transforma aquí en un monstruo, un ser inhumano, aterrador. El perverso Chan-wook consigue que le odiemos tanto como la protagonista y así juega con nuestra opinión sobre la justicia y la moralidad en la escena del linchamiento. El resto del reparto compone una galería de “perdedores” que consiguen su propia redención gracias a su encuentro con Geum-ja (el policía, las compañeras de prisión, su hija…). Por eso, la señorita venganza es un ángel en toda regla.
Sympathy for Lady Vengeance aparecerá en una lujosa edición en dvd después de su furtivo paso por los cines de estreno de nuestro país y de conseguir el premio a la mejor actriz para Lee Young-ae en el Festival de Cine Sitges. Precisamente, fue en el festival catalán donde Park Chan-wook demostró su capacidad para bromear de todo y con todo. En la presentación de la película en el auditorio comentó que había aceptado la invitación del certamen por su nombre: fonéticamente “Sitges” en coreano significa “cadáver”. Dijo que no podía permitirse el lujo de no asistir a un pueblo llamado cadáver. Nosotros no nos podemos permitir el lujo (ni queremos) de no seguir siendo fieles a su particular universo de locura y poesía. Tenemos simpatía por el señor Chan-wook, qué le vamos a hacer.
Una crítica de Quim Crusellas (para el Vol.19 de la revista CineAsia)