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Sitges 2013: Real (Japón, Kiyoshi Kurosawa)

15/10/2013

Título original: Riaru – Kanzen Naru Kubinagaryû no hi Año: 2013 País: Japón Director: Kiyoshi Kurosawa Guión: Kiyoshi Kurosawa & Sachiko Tanaka, basándose en la novela de Rokurô Inui. Música: Kei Haneoka Duración: 127 mins. Intérpretes: Takeru Satô, Haruka Ayase, Miki Nakatani & Jô Odagiri

El retorno más esperado de uno de los realizadores nipones que más abiertamente se pronuncia en torno a ese incierto futuro económico y social que le espera a Japón, a través de inquietantes relatos que basculan entre la ciencia ficción más academicista y la utopía paracientífica. Una visión nihilista de la sociedad que es respaldada y compartida por otros compatriotas suyos de la misma generación cinematográfica, como son Mamoru Oshii, Sogo Ishii y Shinya Tsukamoto (los cuatro empezaron en el oficio en los años 80 y tienen discursos afines, aun sabiendo que su cine a veces no ha compartido las mismas temáticas).

poster-realPara la ocasión, Kiyoshi Kurosawa ha construido un viaje onírico por la psique de una joven mangaka, que se ha quedado en coma al intentar suicidarse porque sus comics no vendían lo deseado. Su pareja, un chico con problemas de autoestima, acude a un revolucionario proyecto científico en el cual su mente podrá introducirse en el subconsciente de la muchacha para poder encender la chispa que la haga despertar de su letargo, mientras indaga sobre el hipotético final de la obra que dejó a medias en publicación y rememora recuerdos adormilados de cuando ambos eran adolescentes. Sin embargo, los fantasmas del pasado se manifestarán en el mundo real del chico, fruto de haber entrado en contacto con las reminiscencias de su amante. Dilucidar entre lo que es real y lo que es ficción terminará afectando la percepción extrasensorial que él ha desarrollado como consecuencia de viajar por el cerebro de su amada, hasta un punto de no retorno que hará cambiar las tornas entre ambos. Una revelación final determinará quién se quedará en el limbo de forma permanente.

Si Spike Jonze ya disertaba en Cómo Ser John Malkovich (1999) sobre los peligros de introducirse en una mente ajena, aunque fuese de forma pseudo-cómica, Kiyoshi Kurosawa, en Real, especula sobre la posibilidad palpable de que en un futuro no muy lejano los humanos seamos capaces de conectarnos al cerebro de una persona en fase vegetativa, para poder sonsacarle de ese estado en que el individuo no da ningún signo evidente de conciencia. Es ir un poco más allá de la ciencia actual. Y es que, Kurosawa, además de cineasta perteneciente a la “nuberu vagu” del nuevo milenio, es un investigador nato. Pero sus producciones (y ésta no es una excepción) demuestran que también ejerce de sociólogo que adecúa sus historias en un contexto cotidiano, para indagar sobre esos conceptos científicos que le interesan y que intenta introducir en sus perturbadoras historietas como si fueran plausibles hoy en día (aun sabiendo que no lo son). Por eso asustan. En esta disertación sobre la moralidad y ética que conlleva todo experimento que pasa por subvertir los recuerdos de una persona, de infiltrarse en esos recovecos más íntimos de un cerebro ajeno al nuestro, aporta conceptos de nueva cuña, surgidos de su imaginación y que conectan con el desesperanzador mensaje sobre la involución del cerebro humano que ha ido vertiendo en su obra (y que ha reconocido públicamente en entrevistas).

kiyoskiPor otro lado, otros conceptos que podrían parecer que son de su propia cosecha están extraídos de teorías empíricas, llevadas a cabo extra-científicamente y que entroncan con la corriente contemporánea de la filosofía sobre la mente humana que algunos médicos especialistas han desarrollado en estudios. El término “pshicological zombie”, que son encarnaciones fantasmagóricas, desalmadas, manifestaciones ilusorias creadas en el mundo real y que son indistinguibles de un humano real, sería uno de ellos. Estas manifestaciones suelen relacionarse con enfermedades mentales vinculadas a la esquizofrenia o a las personas que afirman que llegan a ver su doble yo. En el caso del filme, estos zombis, que para nada tienen que ver con la figura del infectado tan en boga en el último lustro (aunque Kurosawa los represente como muertos vivientes), se vuelven reales porque el protagonista se ha sometido a demasiadas sesiones dentro de la mente de su pareja. Este conocimiento ya de por sí la hace una producción muy sugestiva desde el punto de vista cognitivo. También  didáctica dentro de los márgenes de su ficción, dando la sensación de que Kurosawa ha querido repetir la fórmula que ya aplicó en el thriller  Doppelganger (2003), pero mejorándola, pues ese largometraje en el que aparecía un trastornado Kôji Yakusho (y que recomiendo revisionar) resultaba algo confuso en su cómputo global por culpa de su narración. Algo que no sucede en la historia que nos presenta en Real. Una historia que, al fin y al cabo, es universal, pues no deja de ser la odisea de dos personas enamoradas que pretenden recuperar un tiempo perdido por culpa de haber permanecido en un hiato forzado. Siempre, claro está, desde la óptica intelectual y científica de un Kurosawa que vuelve por la puerta grande del raciocinio y la reflexión mediante lo que mejor se le da: plantear dilemas que asfixian la mente humana en fotogramas.             

Lo mejor: Su clímax final que, para bien o para mal, desconcertará a la platea.

Lo peor: Que su presunta pretenciosidad no deje entrever su verdadera y manifiesta intelectualidad, acorde con el eterno discurso que Kiyoshi Kurosawa ha venido articulando en su cine desde los tiempos de Charisma.

Por Eduard Terrades Vicens

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