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Onoda: el honor de rendirse a tiempo

07/05/2022

Hay películas que debería ver todo el mundo. Como libros que nos marcan de por vida. O canciones que se quedan con nosotros a pesar de que la letra pierda lustre de tanto cantarla. Este es el caso de Onoda: 10.000 noches en la jungla, la película que se estrena esta semana en la cartelera, dirigida por el francés Arthur Harari, con la que se inauguró la sección Una cierta mirada del Festival de cine de Cannes.



Una epopeya humana

Onoda: 10 noches en la jungla es más que una película de cine, como la Ilíada es más que una novela o Imagine de John Lennon es más que una canción. La epopeya humana que condensa el realizador francés a lo largo de tres horas recorre los treinta años que el soldado japonés Hiroo Onoda vivió en la jungla de la isla filipina de Lubang, tras ser enviado a ella a finales de 1944. Japón está a punto de capitular, pero la historia del soldado Onoda no ha hecho más que empezar. Aislado junto a un grupo de soldados en la isla, y desconocedor de que la guerra ha terminado, vivirá esas 10.000 noches a las que se refiere el título, con la fe de que no puede abandonar la lucha hasta que no reciba la orden del Mayor que le encomendó la misión. El honor por encima de la razón.

Más cerca de los libros de los libros de aventuras de Conrad y de Stevenson, la película narra la aventura más grande que puede vivir un hombre. Su inquebrantable honor, la amistad, temor y odio que forjará con el grupo de soldados que le acompañan, y que como hojas que se lleva el viento, irán desapareciendo, hasta dejarle solo. Viendo la película es imposible no pensar en los westerns de John Ford, en los jidaigeki que rodó Akira Kurosawa, en obras con Fuego en la llanura, de Kon Ichikawa, United Red Army, de Koji Wakamatsu, o las películas del filipino Lino Brocka, que alían de forma magistral el realismo y el mito.



La estructura narrativa y la reflexión

La película va calando poco a poco en el espectador, llevándolo al terreno irracional de la guerra que continúa un solo hombre. Viviremos el encierro en el que vive Onoda dentro de la isla y su relación de amor y odio hacia ella. Irán pasando los días, los meses, los años y nadie parece hacer caso a ese ‘pobre’ hombre que vive pensando que la guerra no ha acabado hasta que la casualidad abrirá el contraplano que faltaba… el mundo que Onoda ha dejado atrás a lo largo de tanto tiempo.

Una odisea que está impregnada de momentos, de imágenes que invitan a la reflexión. Momentos en los que Onoda, al acercarse a la humanidad, cometerá actos atroces, y que su mirada entenderá como tales. O otros instantes, como el momento en el que los dos últimos soldados japoneses que quedan del grupo se bañan en el mar, que han tenido al lado, después de tantos años. Un momento donde en el que Onoda más se asemeja a Robinson Crusoe y su compañero a Viernes.

Onoda: 10.000 noches en la jungla nos demuestra hasta dónde puede llegar un hombre. Nos muestra el honor de la rendición a tiempo. La inutilidad de la guerra. Una aventura épica que no dejará indiferente a nadie y que… como alguna película, novela o canción, seguro que recordaremos durante toda la vida.

Una crítica de Enrique Garcelán

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