Autor: Fubo Hayashi Epílogo: Jesús Palacios Editorial: Satori Ediciones (colección Satori Ficción) www.satoriediciones.com Año: Mayo 2015 (1ª edición) Páginas: 222 PVP: 17 €
Si en Japón existiera un ranking dedicado a valorar sus personajes más célebres, los que han tenido un peso relevante en su cultura pop, y hubiera una categoría específica para el mejor antihéroe o postor, Tange Sazen se llevaría la palma. Por varios motivos: misógino, antipático, rudo, violento, caprichoso… este ronin tuerto y manco, a cuyas taras físicas ha sabido sacarle provecho, es uno de los villanos más carismáticos del chanbara escrito, de las jidai-mono (historias de época) menos exigentes con los hechos históricos contados. Surgido de la prosa rabiosa de Fubo Hayashi (un escritor que, debido a su prematura muerte, no pudo saborear el éxito de su personaje), Sazen alcanzó una popularidad sonada gracias al séptimo arte.
Nuestro país tenía una cuenta pendiente con este samurai sin amo, y Satori Ediciones ha cubierto esta laguna muy convenientemente con una primera aventura donde, además de presentar el personaje al público español, asistimos a su violenta tozudez: al «malnacido» de Sazen cuando se le pone entre ceja y ceja una cosa no cesa hasta conseguirla. En este caso pretende robar dos katanas sagradas de una reputada escuela de esgrima, cuya peculiaridad es que, según sus forjadores, comparten la misma alma y una no puede vivir sin la otra (de aquí el título de esta primera entrega literaria). Pero el destino querrá que vivan separadas ya que el alumno más aventajado de la escuela conseguirá proteger una de las espadas, mientras que la otra permanecerá secuestrada por Sazen, hasta la obligada disputa entre ambos guerreros que siguen el código del bushido a su manera.
Lejos de lo que podría presuponerse, La katana del lamento no es una novela “pulp”, al menos no en el sentido estructural, ya que la aparición del personaje sí que se desarrolló en el contexto folletinesco del género, concretamente en un conocido periódico de Osaka. La historia está estructurada en siete únicos y alargados capítulos, en los que pueden detectarse un uso fragmentario de la narración en algunos párrafos que vienen a indicar que, efectivamente, su primera y previa aparición por entregas en la prensa local de la época sí contenía una estructura mucho más folletinesca. Esta reagrupación en menos episodios para su posterior recopilación en tomo provoca que, a menudo, encontremos algún desorden interno en la trama y una acumulación de personajes que entran y salen sin demasiado sentido temporal, así como de situaciones que necesitarían de una pequeña contextualización previa.
Es esta falta de inexactitud en el espacio-tiempo la que puede provocar ciertas confusiones al lector, pero a su vez es lo que hace de la historieta algo tan especial, convirtiéndola en un muestrario perfecto de esa literatura, considerada de baja estofa por según qué críticos elitistas, que consumían las clases obreras en el Japón pre-militar de la década de los 30. Por si fuera poco, esta confusión puede verse acrecentada por la cantidad inabarcable de personajes que pululan por el relato, especialmente féminas, cuyos nombres romanizados resultan muy parecidos: Okane, Otsuya y Ofuji (en realidad, este problema no se da entre los lectores japoneses, ya que los ideogramas que los forman poco o nada se parecen los unos a los otros). Por suerte para el lector español, este problema de profusión de personajes queda solventado por una cómoda guía explicativa al inicio del libro.
La edición brindada por Satori, como ya es habitual en la editorial, está sumamente cuidada y está complementada además por un imprescindible epílogo (por obra y gracia de nuestro colaborador ocasional Jesús Palacios), en el que se apuntan las claves del éxito de Tange Sazen en su país natal y se hace una descripción detallada de sus orígenes y todo su calado posterior en la cultura pop. Sin olvidarse del diseño de la portada (con ilustración de Tomiya Oda, pintor okinawense de la era Taishô muy famoso al convertirse en un destacado ilustrador de novelas de la época), que emula a las vetustas ediciones niponas de este sempiterno ronin que el cine ha glorificado en un antihéroe mezquino y violento. Ahora, este hosco forajido de la ley puede ser descubierto en su forma literaria, en su forma original, en esta primera aventura, no exenta de polémica por sus altas dosis de machismo, pero que refleja de una manera algo ligera y alterada el espíritu del bushi y el Medievo nipón de la Era Tokugawa. Continuará…
Por Eduard Terrades Vicens