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Mongolia a través de la mirada del cine

18/05/2025

Ante el estreno de Si Yo pudiera hibernar, la ‘opera prima’ de la realizadora de Mongolia Zoljargal Purevdash, el próximo viernes 30/5, hemos pensado en dar forma a un reportaje que siga la mirada de los realizadores asiáticos a la región de Mongolia. Un lugar donde la naturaleza y los elementos se dan la mano para crear un modo de vida único y diferente al resto del mundo.

Mongolia es uno de los países más grandes del mundo. A pesar de su extensión, sin embargo, también es uno de los más desconocidos. Sobre todo, si hacemos referencia a las películas que lo han retratado. Un país que se extiende por un territorio que va desde Rusia, atravesando la Asia Central para acabar en Mongolia.

Quizá una de las dificultades para el mundo del cine sea la de retratar las diferentes etnias que lo habitan, al estar en contacto con áreas muy diferentes entre sí. El cine se ha aproximado tanto desde el documental, hasta la ficción, para contar la historia de un pueblo nómada, muy unido a la naturaleza que le rodea (la gran estepa mongola).

La Quinta Generación de directores chinos: la mirada ornamental

Si bien es cierto que los directores de la Quinta Generación, graduados de la Escuela de Beijing en 1982, centraron su mirada en la China rural, dando voz a las minorías étnicas, su acercamiento a estas comunidades es sumamente artístico. Como demostraría Tian Zhuangzhuang en El ladrón de caballos (1986). En la película, el director centra su mirada en un pobre montañés que vive en la proximidad del Himalaya, y que deberá abandonar la tribu a la que pertenece como castigo. Un film antropológico que gira en torno a las tradiciones y a los rituales, más que al día a día que afecta a cada uno de los campesinos de estas zonas. Amplias y escarpadas llanuras que se extienden más allá de la vista del espectador y que apenas se encuentran habitadas.

Asia Central y el retrato de las poblaciones nómadas

Un hecho explica la dificultad de la llegada del cine de Asia Central a las pantallas internacionales, y por tanto la visión que nos pueden aportar de la vida en la estepa mongola. Estas cinematografías (Uzbekistán, Kirguistán, Kazajastán), han permanecido reprimidas bajo el poder del cine oficial, el cine ruso, a lo largo de más de 60 años. Desde la constitución de la Unión de Repúblicas soviéticas en 1922, estas cinematografías han permanecido mudas hasta 1992. Se hace cine en Uzbekistán o Kirguistán, pero siempre en un 2º plano. Y sólo cuando el sistema soviético llega a su fin, cobrarán una verdadera dimensión.

Tres son los documentales que han abierto la visión de Mongolia desde Asia Central a Occidente. Los tres vienen firmados por la documentalista de origen mongol pero residente de Alemania Byambasuren Davaa.

La historia del camello que llora (2004) estrenada en nuestro país el mes de diciembre de 2004 la película consiguió la nada despreciable cifra de 40.000 espectadores. A medio camino entre el documental y la ficción, la cinta describe el día a día de la población nómada que vive en la estepa mongola, y lo hace a través de actores no-profesionales. Un planteamiento sencillo: el nacimiento de un camello albino en el seno de una familia de pastores nómadas, y la decisión de la madre, de no querer amamantar a la cría. Ante esta situación, la familia envía a sus dos hijos al desierto a la búsqueda de un violinista que interpretará una melodía capaz de hacer cambiar la opinión de la madre camello. Una historia sencilla en la que el espectador comprueba los diferentes valores de una población que vive con lo imprescindible.

A esta le seguiría El perro mongol (2005), también de la misma directora, y también en formato documental. Byambasuren Dava propone una película donde abundan los silencios y los grandes escenarios naturales: la estepa mongola en toda su extensión. En este caso, la historia se centra en un cachorro de perro que se encuentra la niña pequeña de una familia de pastores nómadas. La pequeña se encariña con el animal, pero su padre tiene miedo de que el animal traiga mala suerte a la familia, pues es posible que se haya criado entre lobos. La última aproximación de la directora asentada en Alemania ha sido Los dos caballos de Genghis Khan (2009), una mirada más poética y lírica al pueblo mongol, a través de la búsqueda de una canción ancestral que se ha perdido durante la Revolución Cultural. Este hecho llevará a una cantante de origen mongol de vuelta a su país para dar con ella.

Por otra parte, el director ruso Sergei Dvortsevoy se alzó con el premio de la sección “Un certain regard” en el Festival de cine de Cannes, además de conseguir una candidatura a los Oscar por su película Tulpan. Si bien está ambientada en la agreste estepa de Kazajstán (en la proximidad a la estepa mongola), guarda enorme paralelismo con las vidas y costumbres de los nómadas mongoles. Una película que habla de la vida, y sobre todo del amor y de cómo conseguirlo. Asa, una vez finalizado el servicio militar, quiere establecerse en la estepa de Kazasjtán donde su hermana mayor y su marido son pastores de ovejas. Pronto comprenderá que, para conseguirlo, tendrá primero que casarse.

La Sexta Generación de directores chinos: la mirada naturalista

Serán algunos de los directores de la Sexta Generación, o incluso otros directores, contemporáneos, pero que no se inscriben bajo ninguna etiqueta, los encargados de llevar al espectador la vida de la población mongola. Una población que con el paso del tiempo está condenada a desaparecer ante el avance de la industrialización china.

El máximo exponente de este cine es Wang Quan’an, que puede considerarse como la mirada naturalista de la Sexta Generación. Nacido en Yan’an (capital china de la Revolución) en 1964, su cine va a estar influenciado por una madre de origen mongol, que le va a hablar a su hijo de las tradiciones, de la música, y de la forma de vida en la estepa mongola. A diferencia de los directores de la Quinta Generación su mirada al mundo rural no es tan antropológica. Al director le interesan los problemas que afectan a los individuos, no la mirada global. Por tanto, su cine no será ni recargado ni ornamental, sino sencillo y directo.

En 2007, tras dos películas en su haber, decide dirigirse con su equipo de rodaje a la Mongolia Interior. De la misma manera que Jia Zhangke rueda ese mismo año Naturaleza muerta, en un intento por documentar algunas de las zonas que van a desaparecer de China, Wang Quan’an lleva sus cámaras a las pequeñas poblaciones de pastores nómadas, para dar a conocer su forma de vida y cómo está amenazada por los cambios económicos iniciados en China.

La boda de Tuya, protagonizada por la que fuera su musa, la actriz Yu Nan, recibió el Oso de Oro a la Mejor Película en el Festival de Berlín, y es una clase de historia sobre los sentimientos, las dificultades, y el coraje de un pueblo dispuesto a resistir. Tuya, la joven protagonista, deberá decidir cómo quiere continuar: renunciando a su identidad y marchando a la ciudad, o casarse con un pastor, que le permitirá continuar con su vida.

En 2019, el mismo director regresa de nuevo a la Mongolia interior, y esta vez, rueda un film que puede entenderse como el ciclo de la vida: empieza con una muerte para acabar con una nueva vida que pugna por nacer. La historia de El huevo del dinosaurio exige paciencia por parte del espectador. Como bien dice el director, “el tiempo en Mongolia, es otro tipo de tiempo”. Al igual que la muerte, tiene otro significado. La película, que se estrena este mismo viernes 14 de febrero, nos plantea como la naturaleza se resiste a desaparecer, a pesar de que los cambios económicos y políticos nos pueden hacer pensar lo contrario.

Una ópera prima que brilla y que nos muestra la ciudad y sus suburbios

Si bien hasta el momento los directores habían retratado la estepa mongola, su mundo rural, a los espectadores occidentales nos les había llegado una historia que se centrara en la ciudad, y en este caso en la capital de Mongolia, con más de un millón y medio de habitantes, y que ostenta el título de ser la capital más fría del mundo al registrar con una temperatura mínima media anual de −0’8 °C.

Cerca del 60 % de los habitantes de Ulán Bator vive en el distrito de yurts. La propia directora Zoljargal Purevdash creció allí y sigue viviendo en ese lugar. Sin embargo, hay muy pocas películas contadas honestamente desde la perspectiva de los habitantes de este distrito. Ulán Bator es la capital más contaminada del mundo, porque más del 60 % de sus habitantes vive en el distrito de yurts, donde no hay sistemas de calefacción ni infraestructura, y donde se quema carbón para sobrevivir al invierno brutal de -35 °C.

En este contexto, viviremos la historia de Alzii, un adolescente pobre pero orgulloso, que está decidido a ganar un concurso de Física para conseguir una beca. Vive en una casa del distrito de los yurts, con sus hermanos pequeños y con su madre, analfabeta. Con unas condiciones precarias de alimentación y de calefacción, la madre decide ir al campo como única solución para arreglar los problemas domésticos. Pero el invierno llega, y como bien dice el título de la película Si Yo pudiera hibernar, en los días más fríos, y con la pequeña resfriada, y sin carbón que quemar.

La película indaga en la dualidad que vive Alzzi entre seguir estudiando y labrarse un futuro que le aporte una mejora en sus condiciones de vida, o por el contrario, trabajar de forma ilegal, talando árboles para que puedan convertirse en un sistema de calefacción en las casas.

En 2016, se vivió en Ulán Bator la primera gran manifestación contra la contaminación del aire. Las redes sociales se llenaron de mensajes y comentarios de odio, y los manifestantes fueron muy duros con los habitantes del distrito de yurt. Nadie quema carbón para envenenar al otro lado de la ciudad. Lo que se respira en la capital de Mongolia no es humo, es pobreza. A la directora de la película le sorprendió que ‘muchas personas en nuestra ciudad no entiendan esto y simplemente deseen que desaparezcamos, en lugar de protestar por soluciones como paneles solares o una nueva planta de producción de energía. Vivimos en la misma ciudad y enfrentamos los mismos problemas, pero no nos comprendemos

Otras miradas del cine asiático a Mongolia:

Finalizo el articulo con otras propuestas asiáticas que pueden servir al espectador como guía para penetrar en la estepa mongola:

Urga, el territorio del amor (Nikita Mikhalkov, 1991)

A Mongolian Tale (Xie Fei, 1995) – Inédita en España y multipremiada en los Golden Horse, con una ambientación más urbana.

Ping Pong Mongol (Ning Hao. 2005). Editada en nuestro país y que puede verse en Filmin

Sueños del desierto (Zhang Lu, 2007). Editada en nuestro país por Golem.

Mongol (Sergey Bodrov, 2007): Mirada interior al personaje de Gengis Khan

Un reportaje de Enrique Garcelán

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