En 2021, inspirado por su experiencia personal, el realizador Kei Chika-ura dejó a un lado el proyecto que tenía en marcha como segundo largometraje y se centró en la creación de Great Absence. En esencia, la película capta un reencuentro fortuito entre un padre y su hijo. A través de su historia, el director construye una narración en torno al tiempo y la memoria, tocando su restauración y creación, enriquecida con un toque de misterio. En la historia central, el director se esforzó por ahondar en la naturaleza polifacética del amor y examinar el papel de la mujer en una sociedad japonesa tradicionalmente dominada por los hombres.
Mirai Moriyama: la memoria de la juventud
A sus 40 años este actor japonés ha trabajado tanto en el cine, la televisión e incluso en el mundo de la danza, además de ser nombrado Embajador Cultural Japonés por la Oficina de Asuntos Culturales en el año 2013.
Comenzó a entrenarse en danza cuando tenía 5 años. Se formó en danza jazz, claqué, ballet y hip—hop, y apareció en varios papeles teatrales. Hizo su debut oficial en el escenario con el exitoso musical cómico de Amon Miyamoto Boys Time (1999). En 2008, interpretó el personaje principal en una versión japonesa del musical RENT.
El actor utiliza sus destacadas habilidades físicas para interpretar diversos personajes no humanos, como gatos, insectos o robots. En sus investigaciones sobre la hibridación del cuerpo digital y analógico, busca encarnar la idea de una nueva percepción humana. Algo que Mirai Moriyama emplea en Great Absence donde da vida a un actor —que emplea la danza y el movimiento corporal en sus producciones— y que ha estado alejado de su padre durante un largo período de tiempo.
La película Crying Out Love, in the Center of the World (2004) de Isao Yukisada le llevó a ser conocido internacionalmente a la vez que era reconocido. Su actuación le valió el premio «Mejor Actor Revelación» en los Japan Academy Prize. Basada en la novela más vendida en Japón de todos los tiempos, la película fue un éxito de taquilla, y su canción principal, «Hitomi o Tojite» (Con Mis Ojos Cerrados) de Ken Hirai, fue uno de los sencillos más escuchados del año. Además, Interpretó al personaje de Kakuta en la trilogía 20th Century Boys (2008-2009) y recibió una nominación a Mejor Actor en los Japanese Academy Awards por su participación en la película Kueki Ressha (2012).
En televisión, Mirai Moriyama ha tenido una dilatara carrera participando en series como Water Boys (2003), Rookies (2008), Penance (Kiyoshi Kurosawa, 2012), un thriller psicológico, e Idaten (2019).
La vida es un círculo en el que interactuamos con otras personas —comentó el actor en una reciente entrevista—. La familia forma parte de esta circunferencia. En algunos casos, como le sucede a Takeshi en Great Absence, la distancia es enorme. En el viaje que emprende para visitar a su padre, el protagonista encontrará rasgos de su propia esencia que están en los recuerdos perdidos de su padre.
Tatsuya Fuji: los recuerdos que caen como hojas de cerezo
A sus 83 años Tatsuya Fuji es uno de los actores de mayor trayectoria cinematográfica. Nacido en Beijing (China) en 1941, durante la ocupación japonesa, creció en Yokohama donde vivió parte de su vida
En 1962 comenzó su carrera como actor en pequeños papeles en Nikkatsu Corporation, uno de los estudios de cine más antiguos y prestigiosos de Japón. Trabajó ahí durante una parte significativa de su carrera y se destacó por su participación en las películas de género erótico llamadas «roman Porno», que Nikkatsu produjo entre los años 1971 y 1988. Estas pelíclas fueron una respuesta del estudio a la crisis financiera que enfrentaban en los años 70, y se convirtieron en un fenómeno del cine japonés. De esta época destacan Frontline of the Night: Tokyo Woman Map (1969) y Stray Cat Rock: Sex Hunter (1970).
El actor emergió como una estrella internacional de cine de autor gracias a sus apariciones en dos películas que provocaron un escándalo mundial por lo explícitas de sus escenas de sexo: El imperio de los sentidos (1976) y El imperio de la pasión (1978), ambas dirigidas por Nagisa Oshima, por las que ganó el premio a Mejor director en el Festival de Cine de Cannes. El actor, además sería recompensado por el premio al Mejor Actor en la 1ª edición de los Hochi Film Awards.
Tras pasar por una etapa televisiva a finales de los 70, Tatsuya Fuji regresaría a la gran pantalla gracias a Kiyoshi Kurosawa que lo recuperó en su película Bright Future (2003). Desde entonces, el actor ha trabajado a las órdenes de directores de la talla de Takashi Miike, Takeshi Kitano o Naomi Kawase.
Fuji se sintió inmediatamente atraído por Great Absence y se entregó por completo a ella, pero durante el rodaje admite que le resultó difícil imaginar qué tipo de película resultaría y estaba ansioso por cómo la percibiría el público. “La película muestra una triste relación entre padre e hijo. Ofrece una vista aérea del proceso de envejecimiento egoísta y a veces desagradable del padre. Durante el rodaje, aprecié cómo esto reflejaba las pruebas del envejecimiento, pero me costó ver el mecanismo para conmover emocionalmente al público. Sin embargo, cuando vi el producto terminado, me conmovió de una manera que no podía imaginar. También me hizo darme cuenta de que todavía no sé realmente cómo leer guiones”.
En el proceso de familiarizarse con un papel, Fuji dice que “a veces perfila al personaje como un detective”. Esta vez, sin embargo, pudo conectar rápidamente con el personaje de Yōji sin pasar por el proceso habitual.
El actor, por su parte, se considera una persona bastante “poco sentimental”. No es el tipo de persona que se aferra al pasado. Dice que rompe los guiones después de cada rodaje y que no guarda fotos de sus días de juventud. “En las películas extranjeras, a veces hay escenas en las que una vieja estrella ha construido un minicine en su casa y está viendo películas clásicas en las que ha participado. A mí” —se ríe—, “no me gustaría nada eso”.
Un reportaje de Enrique Garcelán (CineAsia)