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Las transformaciones económicas y sociales en Corea a través del cine (parte 2): 1970-2015

30/09/2015

Años 70: la censura

Los 70 son conocidos como los años oscuros del cine coreano debido al régimen militar impuesto por el gobierno, lo que conllevaba una constante intromisión del estamento gubernamental en la industria cinematográfica, que prácticamente destruyó la robusta cultura del cine que creció durante los años 60. Esto podemos verlo comparando dos cifras: mientras que en 1970 el número de películas producidas en Corea del Sur era un total de 209, este número se redujo a más de la mitad, siendo el total de films producidos en 1979 de 96.

Se crean nuevos comités y nuevas leyes para la ética del arte y la cultura en Corea del Sur, aunque bajo las mismas premisas de reforzar la identidad y la unidad nacional y apoyar el patriotismo y el progreso. Digamos que el discurso se embellece pero la censura sigue en marcha. Sin embargo, esto propició que las producciones populistas (los melodramas más sensibleros a la vieja usanza y las películas de género de terror o fantásticas de dudoso o tosco acabado) hicieran su agosto durante esta década y la posterior. Cintas de bajo presupuesto y con una desbordante amalgama de recursos caseros plagaban las salas de cine y se veían además recompensadas con la infinita explotación popular de sus personajes en infinidad de productos, desde álbumes de cromos, a muñequitos en miniatura, cómics, disfraces, etc. Así, monstruos al estilo del Godzilla japonés, robots voladores y la animación eran los géneros más explotados durante la década.

Peppermint candy2Una película que podría representar perfectamente la década de los 70 (así como las posteriores) sería  Pepermind Candy (1999) de Lee Chang-dong (el que luego fuera Ministro de Cultura del gobierno coreano en la década de los 90): la historia de Corea es la verdadera protagonista de esta película donde los personajes son simples arquetipos entregados a las vicisitudes de ésta con la intención de que sus cuerpos sufrientes reflejen la tragedia de un país: desde las revueltas estudiantiles, hasta el crack económico que sufrió Corea en 1997 y que llevó al protagonista de la cinta a la ruina.

Y desde un punto de vista mucho más amable, aunque con un fuerte contenido de comedia negra corrosiva hablaríamos también de The President’s Barber (Lim Chan-sang, 2004): una historia con un marcado carácter político e histórico donde se abordan las relaciones interpersonales entre padre e hijo y entre dictador y subordinado. En el film vemos reflejadas situaciones como: las elecciones amañadas (que se hacían a nivel de barriadas), el ocultamiento de votos, las manifestaciones de estudiantes, la dimisión del Dr. Rhee y un tanque en la calle que significa el 16 Mayo de 1961, el golpe de estado de Park Chung-hee.

Los 80: la Matanza de Gwangju

Matanza de Guanju.2En Corea, el comienzo de la década de 1980 estuvo marcado por el asesinato del Presidente Park Chung-hee, el 26 de Octubre de 1979. Para la mayor parte del pueblo, y en especial para sus intelectuales, su muerte trajo la esperanza del fin del duro régimen dictatorial. Pero el 12 de Diciembre, un golpe de estado militar encabezado por Chun Doo-hwan echó por tierra el sueño de democracia del pueblo, ya que el país se halló de nuevo bajo el control de otro régimen autoritario. Entonces, como la protesta pública en contra de la toma ilegal del poder crecía, el régimen de Chun declaró la ley marcial. Para mayo de 1980, la aplicación de la ley marcial había logrado apaciguar las manifestaciones públicas en toda la nación, con una notable excepción: la resistencia antigubernamental en Gwangju. La necesidad del régimen militar de demostrar su autoridad encontró entonces a su chivo expiatorio: en Gwangju se desplegó una unidad especial de la aviación militar, y el ejército, armado con tanques y M16s se apostó en la ciudad, lo que dio lugar al estallido que se conoce como el Levantamiento de Gwangju a favor de la democracia el 18 de Mayo de 1980. Durante diez días, la masacre causó la muerte de 2.000 residentes, que fueron sumariamente asesinados por tropas del gobierno, financiadas por los contribuyentes. Así, Gwangju fue testigo de la peor matanza de civiles de la historia contemporánea de Corea.

De allí en más, este trágico incidente sirvió como una fuente de inspiración para los intelectuales, activistas estudiantiles y ciudadanos de Corea, que anhelaban la democracia en el país, influyendo también notablemente en movimientos de reforma social después. De este modo, los movimientos sociales se volvieron más organizados y tuvieron propósitos más firmes.

May 18Y cómo no, el cine no podía dejar impasible este hecho histórico sin precedentes y a lo largo de los años lo ha abordado de diferentes formas y maneras. May 18 (Kim Ji-hun, 2007) es quizás la película que se ha acercado a este incidente de una manera mucho más abierta y de frente: se relata con detalle y fidelidad (al margen de la anécdota personal de los personajes de ficción) los hechos ocurridos entre aquellos 18 y 27 de Mayo de 1980. Sin embargo, la apuesta de este reciente acercamiento a la historia es menos compleja, menos ideológica y más emotiva. Todo lo contrario de films como A Petal (Jang Sun-woo, 1996), Peppermint Candy (Lee Chang-dong, 1999) o An Old Garden (Im Sang-soo, 2006) cuya intención era la de dialogar con el trágico suceso a partir de los efectos secundarios que éste había provocado en sus personajes: el trauma psicológico que los hechos produjeron a una joven en el film de Jang; un recuerdo torturador en la vida del protagonista en el film de Lee; y un lastre para la vida presente y futura de los protagonistas en la cinta de Im.

Tras la masacre en Gwangju de 1980, la presión social obligó a un cambio gubernamental que adoptó una actitud más tolerante con la cinematografía (prueba de ello fue la emergente ola de películas eróticas o de porno blando que empezaron a producirse), además de cambios legislativos que permitían la producción independiente, con lo que un número importante de jóvenes productores llegan a la industria coreana insuflándole un nuevo aire y estilo. Por supuesto continuarán los films propagandísticos, pero cada vez más, el cine de autor se dejará sentir y en la pantalla grande se priorizarán historias más intimistas y temas como la exclusión, la marginalidad o la pobreza. Pero también la industria cinematográfica surcoreana tendrá que empezar a lidiar con una nueva competencia (los acuerdos realizados con EEUU en los 80 para la distribución de cine americano en Corea del Sur) con lo que poco a poco deberán intentar no mirarse tanto el ombligo y conseguir que el público coreano, sobre todo, las nuevas generaciones nacidas al margen de la guerra vayan a las salas.

Memories_of_Murder_Cr_nica_de_un_asesino_en_serie-199207486-largeComo reflejo de la sociedad de la década de los 80 y del funcionamiento de sus estamentos policiales, Memories of Murder-Memorias de un Asesino en Serie (Bong Joon-ho, 2003) es la película adecuada: esta historia de dos policías muy diferentes investigando los crímenes de un asesino en serie en los años 80, se convirtió en la segunda película más vista por el público coreano el año de su estreno además de ser laureada en los diferentes festivales por donde pasó. La ruptura de la cotidianeidad, junto a la de los géneros (mezcla de thriller, con drama costumbrista), además de una crítica político-social, y de la figura del antihéroe, son las claves para entender el cine de su director, Bong Joon-ho, y una época en Corea del Sur.

Pero fue a partir de 1988, después de que Seúl fuera la sede de los Juegos Olímpicos (éstos últimos también reflejados en el cine, en la película Holiday Yang Yun-ho, 2006-, cuyo argumento, basado en hechos reales, es introducido por una secuencia en que se denunciaban los desalojamientos forzosos que sufrieron los habitantes de las barriadas de Seúl por las obras de los Juegos Olímpicos), cuando se empezó a Chilsu and mansu.2notar un gran cambio político y social. Una de las películas bandera que se tomó como símbolo de esta apertura socio-política fue Chilsu and Mansu, del realizador Park Kwang-soo estrenada en Noviembre de 1988, que se tomó como modelo para una nueva ola de directores con conciencia social. No fue un éxito en el box office coreano, pero sí un buen reflejo de las frustraciones de una generación que crecía bajo la desigualdad social y las leyes autoritarias de un país que empezaba a convulsionarse. La película envía muchos mensajes al espectador. El más conmovedor es la lucha diaria del hombre común en la Corea de los 80 sin educación. Refleja la desesperación de un pueblo que se considera pobre. Otro mensaje podría ser el del imperialismo cultural de Occidente en Corea: a lo largo del metraje las influencias occidentales están a la orden del día (una joven que trabaja en un Burger King, un hombre que se viste como un pintor francés para impresionar a las mujeres, el sueño de una nueva vida en Miami, etc.).

Años 90 y actualidad: Democracia y Nuevo Cine Coreano

A mediados de los años noventa, Hollywood había conseguido abolir, tras una larga negociación iniciada en 1988, la limitación del número de copias de películas extranjeras distribuidas en Corea. Con el fin de proteger el producto nacional, el gobierno coreano había fijado varias medidas para proteger su cine: a) una cuota de pantalla (un sistema de protección de los films nacionales instaurado en 1966, que fija un mínimo de 176 días para la exhibición de las películas nacionales en las salas de cine); b) limitación del nº de películas extranjeras a distribuir en el país.

Marriage_StorySin embargo en 1992, la película Marriage Story (debut en la realización para Kim Ui-seok), supuso un cambio importante, tanto en la introducción de un nuevo género que gozaría de enorme popularidad entre el público coreano, la comedia romántica que incorpora a su trama principal la guerra de sexos, como en el hecho de que se convierte en la primera película financiada por uno de las grandes empresas (o chaebols coreanos): Samsung. En poco tiempo estos conglomerados transformarían la estructura del negocio, introduciendo un sistema vertical que incluiría la financiación, la producción, la exhibición, la distribución y el lanzamiento en vídeo de películas. Aunque muchos chaebols incluyendo Samsung dejaron la industria después de las 1997 (tras la crisis económica que provocó la intervención del  FMI), otras importantes empresas tales como CJ, el grupo de Orion (Showbox), y Lotte siguen jugando un papel fundamental en la producción y distribución cinematográfica en corea.

shiriY algo sucede también en la década de los noventa para que multitud de críticos y especialistas declaren esos años como el inicio de “la Nueva Ola del cine coreano” y se escriban libros y monográficos dedicados a la misma. Y sí, no sólo en el cine, si no que el país entero sufre una auténtica revolución en todos los ámbitos: una apertura democrática. Después de casi cuarenta años de dictadura, en Corea del Sur se producen las primeras elecciones democráticas en 1993, y bajo el amparo de una nueva constitución se desarrollan leyes mucho más relajadas que permiten la libertad de pensamiento al fin. Esto, junto con lo que hablábamos en el punto anterior, el establecimiento de una cuota de pantalla que protegía el cine nacional frente al gigante de Hollywood, provoca una reactivación de la cinematografía coreana. Se hace entonces una apuesta decidida y decisiva por el cine comercial, entendido como aquél con la habilidad de recuperar el dinero invertido en la taquilla o a través de otros canales. El éxito de la jugada se hará patente sólo unos pocos años después, coincidiendo con la entrada del nuevo siglo, cuando los títulos coreanos copan las listas de éxitos y el cine hecho en Corea vende cada semana más de la mitad de las entradas en las decenas de nuevas multisalas construidas por toda la nación. Su vigor llega incluso a atravesar fronteras. Son muchos los países asiáticos (especialmente China y Japón) donde las películas coreanas son consumidas con fruición, y donde sus estrellas son consideradas ídolos. Un fenómeno que, si bien es vivido de manera diferente, también empieza a dejarse notar en los países occidentales.

HOLIDAYPero los cineastas pertenecientes a la Nueva Ola, no pueden ser inmunes al ambiente social, cultural y político que los envuelve, y todas estas ideas se ven plasmadas en su cinematografía. Desde la Guerra Fría entre ambas Coreas (que ha dado lugar a films como Shiri, Join Security Area) a films basados en hechos reales (Holiday, que denuncia la situación de los presos, o Voice of Murderer, fiel reflejo de un secuestro acontecido en los años 90), a la crítica político-social que puede verse en los films de Joon-ho: Memories of Murder o The Host.

oasisY esta es una de las características más subrayables de los directores, tanto de la Ola de los 90, como los que están surgiendo en la actualidad: su capacidad de mimetizar y plasmar la realidad social; su visión crítica a las muchas cosas que todavía quedan por solucionar en una Corea del Sur demócrata pero que ha corrido demasiado deprisa para estar a la altura de sus homólogos occidentales y que, parece ser y según nos cuenta su propio cine, se ha dejado por el camino muchas cosas por hacer: como por ejemplo el tema de los lugares y las personas que han sido marginadas del proceso de desarrollo del país y que parecen haber caído en el olvido (With a Girl of Black Soil, 2007); como por ejemplo el tema de las personas diferentes como los discapacitados (Oasis, 2002); o el tema de los refugiados, gente que huye de Corea del Norte en busca de un mejor futuro y que deja atrás a sus familias (Crossing, 2008).

31f1fffeba26f5e65baaf2e4d412f623Hoy en día, para la gente que trabaja en la industria cinematográfica coreana la palabra más escuchada es la de la prudencia. Uno de los titulares, a principios de 2010 podría haber sido: hay que seguir los proyectos de bajo coste. Esto no quiere decir que las producciones más artísticas vayan a convertirse en las líderes de taquilla y vayan a llegar a un mayor segmento de público, sino que en términos de producción/beneficio les va a ser más fácil recuperar las inversiones que a las películas de presupuesto medio a superior. Por ejemplo una de las películas independientes con mejores resultados en 2006 fue No Regret (con una media de 40.00 espectadores y película que por cierto trata un tema candente en la sociedad coreana: la homosexualidad). Cuotas de pantalla, acuerdos de libre comercio, globalización, falta de creatividad, saturación de mismos esquemas… Todo esto acecha hoy en día al cine coreano, un cine que según los mismos directores de los que hemos hablado aseguran está en crisis. Pero una cosa sabemos que es bien cierta cuando hablamos de cine coreano: que ocurra lo que ocurra en su país, la pantalla grande lo reflejará tarde o temprano.

Cuando tenía 20 años tenía mis sueños, mis ideales… y eran puros, pero entonces crecí, los perdí, y eso me entristeció. Creo que la dictadura y la matanza de Kwangju, en cierta manera, firmaron la sentencia de muerte para una generación entera. Nos hundimos en la desesperación y nos sentimos traicionados. Así que, en cierta manera, esta traición se convirtió en los cimientos de nuestras vidas”.  Lee Chang-dong (director de cine y exministro de cultura de Corea)

Un reportaje de Gloria Fernández y Enrique Garcelán

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