Existen películas necesarias. Pero son muy pocas las que traspasan la frontera de hacer de su necesidad una virtud, logrando captar la atención del espectador y emocionarlo al mismo tiempo. Este año, La estación de las mujeres, es una de las películas destinadas a convertirse en un fenómeno social. Por lo que cuenta, por cómo lo cuenta y, sobre todo, por quién lo cuenta.
Hay noticias que asustan, como el hecho de que en la India cada 22 minutos se denuncie una violación. Esta situación de misoginia que se vive en la mayor democracia del mundo no es ajena a nuestra sociedad, donde se han denunciado más de 30.000 casos de violencia de género en el primer trimestre del 2016. La directora de cine indio Leena Yadav no era una novata cuando se decidió a tocar esta temática. Había dirigido dos films para la industria de cine de Bollywood: películas que si bien no entroncaban con las temáticas propias del cine de consumo mayoritario por el espectador medio, estaban plagadas de estrellas como Amitabh Bachchan, Ben Kingsley o Ajay Devgan. Para su tercer film La estación de las mujeres (Parched), la directora tenía claro que la historia requería de actores «más realistas», que otorgaran al film la dimensión que ella quería.
La estación de las mujeres es el viaje emprendido por cuatro mujeres que residen en un poblado rural de Gujarat: tierra remota de paisajes espectaculares en el noroeste de la India donde viven dos millones de personas en pequeñas agrupaciones y pueblos. Un lugar donde las decisiones las toman los hombres (representados por un consejo municipal), y donde las mujeres cumplen el papel tal y como han sido enseñadas por sus respectivas familias a lo largo de la historia. Rani se casó a los 16 y enviudó a los 32. Su única misión en la vida ha sido preocuparse de la educación de su hijo y del cuidado de su suegra que vive con ellos. La mejor amiga de Rani, Lajjo, de 28 años, es una mujer positiva pero que cuenta con una tara: la de la infertilidad. Un delito que no perdona su marido al regresar a casa casi cada noche. Bijli, la tercera, de 35 años, es bailarina y prostituta. Sabe que sus días de gloria están cercanos a acabar, pero, a pesar de la oposición de todas las mujeres del pueblo, su forma de encarar su existencia anima a su amiga Rani. Alrededor de estas tres mujeres se encuentra la adolescente Janaki, de quince años, a la que su familia obligará a casar con el hijo de Rani. Pero la vida de estas cuatro mujeres está a punto de cambiar…
Gracias a un guión que hace de la sorpresa y la inteligencia de sus diálogos una de sus mayores bazas, La estación de las mujeres deja de ser una película denuncia para convertirse en un canto a la vida, en un film que busca la complicidad del espectador a partir de la realidad en la que vive la mujer india, y no a partir de la deformación de la misma. El film camina con fuerza y deja a un lado la superficialidad o el cliché para escarbar en los sentimientos de las mujeres: en sus necesidades. Es a partir de ahí, de esta historia hilvanada de amistad, de perdón y de redención como Leeda Yadav alcanza su cometido.
El tesón y la fortaleza son dos de las virtudes más destacadas de Leeda Yadav. Tanto ella como el resto de su equipo tuvieron que peregrinar a la búsqueda de localizaciones por diferentes regiones del Gujarat. ¿La causa? Diversos pueblos les dieron la espalda aduciendo sus «líderes espirituales» que «sus esposas podrían cambiar al ver cómo una mujer era capaz de dirigir a un equipo«. Un camino de producción casi imposible, en el que la financiación fue uno de sus talones de Aquiles. Gracias a la colaboración del actor de la industria de Bollywood Ajay Devgan (Omkara, Raajneeti), que se prestó para facilitar la entrada de dinero al principio del proyecto, el film pudo iniciar su andadura. Una ayuda que Leena siempre recordará: «Creo que Ajay es un héroe del cine mainstream, está constantemente rompiendo las reglas y asumiendo riesgos, aunque mucha gente no se dé cuenta.»
Pero en La estación de las mujeres no hay caballeros andantes que se erijan como salvadores de las mujeres. Se trata de una película de redención, y a ella sólo se llega a través de la decisión de las propias mujeres. La película, estrenada en Francia y en otros países europeos y en EEUU con enorme éxito, todavía tiene pendiente su estreno en la India.
Se estrenará tarde o temprano, pero el primer grano de arena ya ha sido colocado. En el momento en el que Rani, Lajjo, Bijli y Janaki deciden que son ellas las que controlan sus vidas, la película se convierte en un ser inmortal. Un film imprescindible, necesario y, por encima de todo, una de las aventuras más emocionantes que nos aporta la cartelera de cine de este año.
Enrique Garcelán