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Inu-oh, un espectáculo para disfrutar en una sala de cine

24/11/2022

Masaaki Yuasa se ha convertido por derecho propio en uno de los nombres a seguir más de cerca dentro de la animación, y del cine japonés en general. Con una obra en progresión constante, siempre rompedora, siempre innovadora, y con un marcado toque personal, destaca sobremanera dentro del maremágnum de estrenos anime tanto en cine como televisión. Su apuesta va más allá de los diseños atractivos y de las historias en busca del público adolescente, moldeando forma y fondo según las necesidades de cada proyecto. Esta semana llega a salas de cine su última propuesta.

Un proyecto ambicioso

En el caso de Inu-oh, probablemente uno de sus trabajos más ambiciosos, Yuasa se enfrentaba por primera vez a una historia con ambientación histórica, basada en la novela Heike Monogatari: Inu-oh no Maki de Hideo Furukawa, tomando elementos reales, como el personaje de Inu-oh, un célebre intérprete del teatro Sarugaku Noh en el Japón del siglo XIV, para transformarlo en una ópera rock eléctrica y espectacular.

Tomona, un huérfano ciego que se gana la vida como músico de biwa encuentra por casualidad a Inu-oh, un joven deforme, obligado por su padre, un importante intérprete del teatro Noh, a portar siempre una máscara extraña que cubre su rostro. Tomona no puede ver el rostro ni el cuerpo de Inu-oh, pero si los fantasmas de guerreros que se acumulan a su alrededor. La visión les inspira a tocar una canción sobre esos guerreros en uno de los puentes de la ciudad, convirtiéndose en un éxito para el público que se arremolina ante ellos. Este es el principio del camino que les llevará juntos a enfrentarse a sus propios fantasmas del pasado, y a crear un nuevo arte.

La música como centro de la película

La música siempre ha sido un apartado importante en la obra de Yuasa, pero aquí se convierte en el centro, el motor que hará mover a los personajes, y que les unirá. Esta es una historia de artistas, de creadores que se encuentran con el ostracismo y la repulsa de los sectores más conservadores de la cultura y el poder al querer romper las tradiciones, y hacerlas evolucionar. Resuena como una historia sobre el propio director, una voz singular en el mundo de la animación japonesa, en el que las corporaciones y los famosos “comités” dominan la producción anual. Es algo que hasta cierto punto ya había tratado en la serie Keep your Hands off Eizouken, una carta de amor a la imaginación y al proceso de creación de la animación, pero que aquí toma un nuevo impulso, todavía más emotivo e imponente.

Por otro lado, Yuasa vuelve a temas recurrentes en su obra como la memoria, el recuerdo de aquellos que son olvidados por la mayoría. “Me gustan los perdedores de la historia”, decía en una entrevista. Y, por otro lado, la soledad y la amistad, aquí entre dos personajes descastados, que al unir fuerzas encontrarán el camino a seguir, reafirmando su propia identidad. Más allá de los momentos más creativos y de la experimentación que marca el estilo del director, Inu-oh es una obra que emociona. Toca quitarse el sombrero ante el compositor Yoshihide Otomo y las voces de Tomona e Inu-oh, el actor Mirai Moriyama y el cantante Avu-chan.

Un concierto de rock

Inu-oh es una obra magna dentro de la carrera de Yuasa, y por supuesto dentro de la producción japonesa anual. Un film con diferentes capas y distintas lecturas, pero por encima de todo un gran espectáculo anime-musical que nos agarra por la solapa en los primeros compases y no nos suelta hasta el clímax final.

Si fuera un concierto de rock, este film no sería un bolo en un pequeño club; sería un show multitudinario en un gran estadio, con centenares de miles de persones apelotonadas, saltando y aplaudiendo al unísono al ritmo de los acordes de la biwa de Tomona y los movimientos de Inu-oh. Un espectáculo audiovisual para disfrutar en pantalla grande a partir de mañana viernes en cines.

Una crítica de Víctor Muñoz

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