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Fabricando un mundo perfecto: El Congreso

27/08/2014

«Creo que el mundo químico descrito en la novela de Stanislaw Lem y en la película es una fantasía, pero no por eso deja de representar uno de los miedos de los que viajamos con la imaginación y los sueños. Siempre he tenido la sensación de que todos en todas partes vivimos en universos paralelos; en uno, funcionamos en tiempo real, y el otro es el universo al que nos lleva la mente, donde no siempre tenemos el control. Combinarlos ambos para que formen uno es mi mayor reto como cineasta». Ari Folman, director de El Congreso.

EL CONGRESO_38La película lleva las imágenes 3D un paso más allá, convirtiéndolas en una fórmula química que cualquiera puede ingerir en forma de pastilla para permitirle compilar en su mentes las películas que siempre ha querido ver, escenificando sus fantasías con los actores que más le gustan. En este mundo, las adoradas criaturas del escenario y de la pantalla se convierten en reliquias fútiles que no interesan a nadie. ¿Adónde van esos actores después de haber vendido su alma al diabólico estudio?

Mientras el realizador Ari Folman buscaba una localización adecuada en Los Ángeles para filmar la escena del escaneado de la actriz protagonista, le sorprendió enormemente descubrir una sala a ese efecto: hace años que escanean a los actores, la tecnología ya existe. Los actores de carne y hueso ya no son realmente necesarios en esta época pos-Avatar. No es una hipótesis descartable pesar que las finanzas decidirán si las nuevas películas se rodarán con actores escaneados o con una nueva generación de actores “construidos desde cero”. Podemos ser optimistas y pensar que los actores de carne y hueso ganarán la batalla. El Congreso, según propias palabras de Folman, «puede servir de algún modo para que eso sea así.»

El Congreso_CartelLa película incluye secuencias de acción real casi documentales mientras sigue a la actriz Robin Wright, que acepta ser escaneada y vende su identidad al estudio; a continuación entra en un mundo animado donde se describen sus tribulaciones después de haber vendido su imagen, hasta el momento en que el estudio la convierte en una fórmula química. La transición que realiza la mente humana mediante drogas psicoquímicas hacia una falsa realidad solo puede describirse mezclando la animación (con la maravillosa libertad que confiere a la interpretación cinematográfica) y la acción real casi documental.

Siempre que pensaba en la película, el director veía la primera escena, en la que el agente de la actriz la pone verde. En el invierno de 2009, durante una presentación en Los Ángeles, conoció a Robin Wright. Estuvo sentado frente a ella toda la noche, imaginándola en esa primera escena y el resultado era prefecto. Al día siguiente le habló del proyecto apoyándose en unas ilustraciones que había dibujado David Polonsky la noche anterior. Robin aceptó el papel inmediatamente y así empezó un viaje que duraría cuatro años.

La parte animada del film es un homenaje al trabajo de los fantásticos hermanos Fleischer en los años treinta. Está íntegramente dibujada a mano, se realizó en ocho países diferentes y fueron necesarios dos años y medio para crear 55 minutos de animación. El equipo principal, encabezado por el director de animación Yoni Goodman, trabajó 24 horas diarias siete días a la semana para asegurarse de que la animación procedente de otros estudios fuera consistente en cada escena.

El Congreso que se estrena en cines a partir del viernes 29 de agosto es, ante todo, una fantasía futurista, pero también es un grito de socorro y de nostalgia por el cine que todos conocemos y amamos.

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