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El thriller coreano 2010-2020: un descenso a los infiernos

25/11/2021

El thriller como género, no siempre ha sido del gusto de las audiencias coreanas. Así como el terror y las películas de corte fantástico, los thrillers en muchas ocasiones han estado relegados a las últimas posiciones en la tabla de los géneros más vistos en Corea del Sur. En los primeros puestos de la tabla, cómo no, se encuentran las películas de acción y los melodramas: cintas románticas, dramas lacrimógenos, comedias, etc.

La llegada de la Nueva Ola a finales de los 90 provocó un cambio de tendencia entre el público coreano. Así, no es raro ver la aparición de producciones como Shiri, que se convierte en la película más taquillera de 1999, o Memories of Murder, la segunda obra de Bong Joon-ho situada en el segundo puesto del top de 2003 con más de 5 millones de espectadores. Un año en el que Park Chan-wook conseguía el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes por OldBoy, uno de los thrillers más valorados dentro y fuera de las fronteras de Corea.

Según las mediciones y últimos datos del KOFIC (Korean Film Council), los gustos de los coreanos están cambiando y en los últimos diez años gran variedad de thrillers han sido los que han copado los primeros puestos en la taquilla coreana. Al mismo tiempo, también han sido todo un revulsivo económico para las distribuidoras coreanas que han visto cómo han aumentado sus ventas internacionales a raíz de la participación de numerosos proyectos de género en los mercados internacionales. En 2010 se produce un hecho interesante. El Festival de Cine de San Sebastián incluye en su sección oficial un thriller como I Saw the Devil (Encontré al diablo). El director coreano, acostumbrado al público de Sitges, quería ver la sensación de estrenar un film en la capital donostiarra. Según sus propias palabras: ‘Para mí estar en San Sebastián es algo nuevo. Y, además, con una película muy diferente al resto de las que se presentan. Tengo mucha curiosidad por ver cómo reacciona el público: si la rechazará o la verá como algo nuevo, eso me interesa mucho. Ayer estuve en la proyección de la noche y vi que acudió mucha gente joven, eso me gusta”. La proyección de Encontré al diablo en San Sebastián causó diversidad de opiniones, sobre todo entre la crítica, pero significó un paso más en la normalización del thriller coreano en Occidente.



Estrenos de thrillers en Corea: más que una tendencia  

Otro escalón más puede verse si se analizan los estrenos coreanos de ese mismo año, el 2010. Dentro de la producción se encuentran más de 10 thrillers, entre ellos: No Mercy, Man of Vendetta, El hombre sin pasado (The Man from Nowhere), Moss o The Unjust, se estrenaron en los cines de Corea, y su exitosa carrera comercial, así como las buenas críticas recibidas causaron toda una controversia en la escena fílmica del momento. Según la revista Korean Cinema Today, editada por el propio KOFIC, las razones del éxito de los thrillers en Corea en ese momento han de buscarse en los inquietantes tiempos que se vivían: la oscura visión que se tiene de la actual sociedad coreana es el caldo de cultivo de los temas que plantean la mayoría de los trabajos de género que dominan el mercado de la taquilla coreana hoy en día.

¿Qué ha sucedido a partir de ese 2010? En el último decenio la tendencia se ha mantenido en la producción coreana. Imaginemos por un momento una sociedad en pleno desarrollo económico y una política ultraliberal dirigida desde el 2013 por una mujer, Park Geun-hye, hija del militar golpista Park Chung-hee, presidente del mismo país entre 1961 y 1979. O lo que es lo mismo, corrupción en los diferentes estratos donde reside el poder: político, económico, judicial. La misma sociedad coreana es un lienzo que va a verse reflejado en su industria cinematográfica. Y a los nombres de Bong Joon-ho, Park Chan-wook (ambos colocados en sendas listas negras durante el gobierno de la mandataria Park Geun-hye que finalizaría de forma abrupta con la presidenta encarcelada en 2017), Kim Ji-woon, Ryoo Seung-wan, se les van a sumar los de nuevos talentos de directores coreanos que imprimirán su carácter a los thrillers que están por venir.



Estrenada en Corea del Sur a principios de febrero de 2012 y con un éxito de taquilla incuestionable (más de cuatro millones y medio de espectadores coreanos asistieron a ver esta película), Nameless Gangster de Yoon Jong-bin marca este giro de corrupción que abunda en las producciones. La película hace un retrato de la Corea del Sur de los años 80 y principios de los 90 (a pesar de que la situación es casi paralela a la que sucede en la actualidad). Justo en la transición democrática del país y justo cuando el país se prepara para sus flamantes Olimpíadas en Seúl (1988). En esos años, la burbuja inmobiliaria generada produjo una gran cantidad de casos de corrupción entre estamentos gubernamentales y las diferentes bandas del crimen organizado en el país. Los chantajes, sobornos, firmas y demás ‘beneficios’ por hacer la vista gorda estaban a la orden del día. La visión que nos ofrece el director Yun Joong-bin no puede estar más alejada del glamur o de la visión épica de los gangsters que muchas veces nos brinda la cinematografía occidental. El director regresará a las pantallas en 2018 con un thriller político (otra de las tendencias hacia las que gira el noir es a la situación entre Corea del Norte-Corea del Sur). The Spy Gone North (Infiltrado en el norte) es uno de los grandes thrillers coreanos de la última década. Seúl, año 1993. Un exoficial es contratado por el servicio secreto de Corea del Sur con el nombre en clave ‘Black Venus’. Tiene a su cargo la recopilación de información sobre el programa nuclear de Corea del Norte, y se infiltra en un grupo de dignatarios de Pyongyang para gradualmente intentar ganarse la confianza del Partido.

El año 2013 significó un paso más en la consolidación del thriller coreano. Tres títulos se encuentran dentro del top ten de las películas más vistas. Por un lado, The Berlin File, la internacionalización cobra forma en una superproducción que rueda Ryoo Seung-wan en Alemania y que, gracias a la excelencia de su reparto encabezado por Ha Jung-woo y Gianna Jun, a las excelentes escenas de acción y a su toque “hitchcockiano”, se vende en numerosos mercados internacionales. Por otra parte, y con idéntico protagonista, The Terror Live de Kim Byung-woo, plantea un dilema moral en un plató de radio, donde un locutor se enfrenta con un terrorista. Y, por último, New World, segunda película de Park Hoon-Jung, un director a tener muy en cuenta. Cruce entre la trilogía hongkonesa de Infernal Affairs y El padrino, y protagonizada por tres pesos pesados: Choi Min-sik, Hwang Jung-min y Lee Jung-jae, la película es vista por más de cinco millones de espectadores en Corea. Park Hoon-jung ha firmado desde entonces, en cinco años, tres de los thrillers más interesantes y de diferente temática que ha dejado la cinematografía coreana. En 2017, la brutal V.I.P (no recomendada para los que tienen problemas con martillos, y otras sutilezas) nos acerca a un psicópata tratado como un VIP por un tema de estado. Un año más tarde es el responsable de The Witch Part 1: The Subversion, una producción a medio camino entre el thriller, el cine fantástico y la acción, de la que Netflix se apoderó en cuanto pudo. En 2020, con la pandemia asolando la cartelera coreana, el director presenta en el Festival de Venecia (fuera de competición) la espléndida Night in Paradise. Película que no pudo pasar por salas y que, de nuevo, cayó en el catálogo de Netflix.



Dos thrillers que han marcado la década de 2010 a 2021  

Quizá no sean las mejores producciones, pero sí que han de verse como puntos de inflexión en el tipo de producto que se ofrece al espectador. Como las dos caras de una misma moneda. Por un lado, A Hard Day (2014), la película que da a conocer a Kim Sung-hoon en los mercados internacionales. El director, hoy conocido por Kingdom(la serie de zombis que revolucionó Netflix desde su anuncio), nos presentaba un noir que bebía tanto de Hitchkock como de los hermanos Coen. Una película rebosante de humor negro con un excelente Lee Sun-kyun como policía protagonista.

Por otro lado, se encuentra Inside Men (2015), dirigida por Woo Min-ho (que en 2020 regresaría con una crónica negra política, The Man Standing Next). La película, de tres horas de duración, contiene todas las tendencias por las que ha pasado el thriller coreano desde la llegada de la Nueva Ola. Violencia sucia (no coreografiada), corrupción y, sin duda, una narrativa que atrapa al espectador desde el primer plano donde vemos a un espectacular Lee Byung-hung, en primer plano, hablando del film de Roman Polanski Chinatown. Al actor se unen los nombres de Cho Seung-woo, Baek Yoon-sik, Lee Kyoung-young y Kim Hong-fa en los principales papeles. Sin duda, Inside Men es uno de los thrillers que han de verse sí o sí.

Como también tienen que verse las tres propuestas estrenadas en 2016. La doncella (The Handmaiden), obra maestra de Park Chan-wook que adapta una novela ambientada en la época victoriana trasladándola al período de ocupación japonesa en Corea. The Wailing (El extraño) de Na Hong-jin, que puede verse como una película de terror (de hecho, lo es), aunque también se sirva del thriller como vehículo de la trama donde el chamanismo y las tradiciones y el folclore son los grandes protagonistas. Ese mismo año, la actriz Bae Doona, nos comentaba en una entrevista en el Festival de Cine de Sitges, donde presentaba Tunnel (Atrapado en el túnel) que no perdiéramos de vista a la directora Lee Kyoung-mi, y a la película que había rodado: The Truth Beneath. Un thriller de intriga con una campaña electoral de por medio. La película de la directora, protegida de Park Chan-wook que le produjo su primera película, es extraordinaria, tanto visual como en el desarrollo de la trama. No podemos olvidar tampoco, a la hora de hacer balance, el remake coreano de Drug War (Johnnie To, 2013), Believer dirigida por Lee Hae-young y que significó la obra póstuma del actor Kim Ju-hyeok; el juego del gato y el ratón que se establece en Dark Figure of Crime (2018); o la explosiva The Gangster, the Cop and the Devil (2019) que pasó por la sesión de medianoche del Festival de Cannes.



Punto y final: Nido de víboras 

Pero si hemos de poner el punto final a este recorrido por el thriller coreano de estos últimos diez años, este lo defininían dos producciones coreanas del 2020. Desde que sorprendiera en 2011 con su opera prima Bleak Night (en la que el director ponía sobre la mesa el acoso escolar y las desigualdades sociales en el sistema educativo en Corea en clave de thriller), muchos éramos los que esperábamos el nuevo trabajo de su realizador. Se ha hecho esperar, pero después de 9 años Yoon Sung-hyun regresó en 2020 con Time to Hunt, un thriller que plantea un futuro distópico donde Corea se ha convertido en un país deprimido, con calles sucias, pobreza y marginalidad, en el que impera la ley del más fuerte. Vamos, casi un augurio de lo que sucederá en no mucho tiempo si no cambia el modelo de crecimiento económico en el que el mundo está inmerso. Y, por otro lado, Beast Clawing at the Straws (Nido de víboras), película que ganó el Premio Especial del Jurado en el Festival de Róterdam de 2020, y que dentro de una semana se estrena en la cartelera española tras su paso por los festivales de Fancine de Málaga, Nits de Cinema Oriental de Vic y Festival de Sitges. Esta es una historia de avaricia que refleja el lado más oscuro de la naturaleza humana con una bolsa llena de dinero como objeto de deseo. Sin duda, una de las mejores propuestas que ha dado el género estos dos últimos años en Corea.

Por Enrique Garcelán 

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