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El Arpa Birmana – Novela Autor: Michio Takeyama

24/01/2012

Kon Ichikawa adaptó en dos ocasiones el tríptico que empezó a publicar Michio Takeyama allá por el año 47 en una revista literaria, y que luego fue recopilado en un solo volumen, llevándose el premio del Ministerio de Cultura por su alegórica contribución al pacifismo a través de la visión que un bonzo (un ex-combatiente japonés) da del conflicto que tuvo lugar en Birmania a finales dela Segunda Guerra Mundial.

La tarea de Ichikawa no fue para nada fácil, sobre todo teniendo en cuenta que la tercera parte está escrita en primera persona y es una larga epístola que el bonzo les dedica a sus compañeros de batallón, y que éstos leen a bordo de una carabela, de regreso a Japón. En este aspecto, Ichikawa mantuvo la esencia de esta larga carta, pero parte de los parajes que se narran en ella son integrados de forma cronológica en un metraje abultado. El realizador optó por describir la historia siguiendo una estructura lineal para no confundir al espectador. Es por este motivo que se ha omitido parte de las vivencias que sufre el personaje una vez ha caído preso de una tribu caníbal y su posterior reconversión a monje birmano. Una omisión que causó cierta controversia, ya que Ichikawa eludió toda la parte antropológica de la novela. Pero a su favor hay que reconocerle ciertos aciertos que dan una mayor profundidad intelectual al relato: supo ponerle esas notas musicales indispensables para complementar la lectura, pues recurrentemente se insiste en varias canciones populares que el lector ignora y solamente su imaginación musical pueden llegar a intuir. Por lo tanto, podemos afirmar que la (primera) adaptación fílmica complementa perfectamente a la novela (el remake que rodó en color años más tarde es un simple clon desprovisto de esa aura artística que envolvió el primer filme). Una ficción literaria por otro lado prodigiosa por varios motivos: principalmente porque su autor fabuló entorno a un país que nunca había visitado, y para eso recurrió a varios testimonios directos del conflicto, a varios compatriotas suyos que sí habían participado en la contienda bélica que tuvo lugar en aquella región del sudeste asiático. También por la precisión con la que describe parte de las etnias, costumbres y tradiciones que afloran en uno de los países más budistas de todo el mundo, y ligado a esta tradición religiosa, algunas de las enseñanzas que los propios bonzos practican, así como a su arraigado modus vivendi, es decir, recorrer a pie todo el país predicando el Budismo mientras reciben limosnas de sus paisanos.

 Ciertamente, y aunque sea una novela relativamente corta (menos de doscientas páginas), es una de esas fábulas antibelicistas que alguna vez a la vida vale la pena leer; un clásico de la literatura nipona que con el tiempo ha quedado arrinconado por otras obras de igual o menor relevancia que se escribieron por ese entonces. Ahora es el momento ideal para enfrascarse en su lectura (si es que aún no ha caído por vuestras manos), redescubriendo una historia sorprendente de valentía humana, Budismo y  pacifismo.

 Por nuestro colaborador Eduard Terrades Vicens 

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