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EICTV Día uno: Entre Juan de los Muertos y Nader y Simin: Una Separación.

09/01/2012

Hay cosas que no cambian. Ya me encuentre en Barcelona o a 11.000 kilómetros de distancia, sigo despertándome a las 6 de la mañana (en el caso de hoy a las 5 y media). Pero tranquilos, lo de hoy tiene su explicación: ayer me metí en la cama a las 7 y media de la tarde. Creo, sin exagerar, que es el horario en el que más pronto me he metido en la cama desde que me daba por ver los Óscars en directo, y hacía ver que dormía unas horas antes, por aquello de aguantar. Imagino que el sueño acumulado tiene algo que ver en mi horario nocturno, y en el que me perdiera, y ya van dos veces consecutivas, la película de Lars Von Trier, Melancholia, que se proyectaba en la escuela a las 8 y media de la tarde. Una hora en la que ya soñaba con angelitos…

Mi primer día en la Escuela ha sido de lo más completo: tiempo para tomar el sol, leer, curiosear por los interiores de la escuela, desayunar, almorzar y comer… Además de compartir unos momentos con la mujer de Jorge Molina. No sé, igual dicho de este modo, no tenéis ni idea de quién es el tal Jorge. Aunque seguro que si os doy algún dato más… Jorge estudió cine en la URSS, y completó sus estudios de dirección y de actor en la EICTV. Su carrera es meteórica, hasta que su amigo, Juan empezó a ver zombies en La Habana. Jorge Molina es “Lázaro” el amigo de correrías de Juan en la divertidísima Juan de los Muertos, que en unos días se estrena en España de la mano de Avalon. Lo pasamos bien hablando de Jorge, y de la película, a unos cuantos kilómetros de dónde se encuentra él ahora: en Sevilla, promocionando el estreno de un film realizado por ex alumnos de la escuela.

Por la tarde, y tras un frugal almuerzo en el que el arroz es la pieza clave, unido a carne de res, una ensalada con tomate y un pedazito de pastel, daba comienzo la sesión de cine en la escuela. La maratón, compuesta por tres títulos, se proyectaba en la sala Gutierrez Alea, en la tercera planta. Acudí puntual a la cita, y con puntualidad cubana empezó la misma, en una sala preparada para cine y proyecciones digitales (dvd), con un aforo de unas cuarenta personas. Éramos unos veinticinco, y presentaba la sesión el licenciado Jorge Iglesias (Cáterdra de Humanidades). Le Quattro Volte (Michelangelo Frammantino, 2011), película italiana programada en la Quincena de Realizadores de Cannes, y primera de la selección, me recordó a Apitchapong Weerasetachul. Sin desmerecer la película, que contiene altas dosis de lenguaje cinematográfico, encuadres que nos recuerdan un documental y utilización del sonido de forma ejemplar, el hecho de que los personajes fueran tan parcos en palabras (no pronunciaron ninguna a lo largo del metraje) no me ayudó mucho a que entrara en el film.

La segunda en liza fue la iraní Nader y Simin: Una separación. Película que tras ganar en Berlín, ha sido adquirida para su distribución en España, y que además, contaba con un plus para mi curiosidad: ser la única película asiática que en el último año ha sido alabada por el crítico (amante de lo asiáico) Carlos Boyero. Por una vez, aunque no sirva de precedente, estoy con Carlos. Nader y Simin engancha al espectador desde los primeros minutos, con una sobresaliente puesta en escena, y un guión trenzado que se va desmenuzando a medida que la acción se sucede. Una película que nos habla de la religión, de la situación de la mujer, de la vida en pareja, de la justicia… De tantas y tantas cosas que creo sinceramente que no os la deberíais perder.

Amanece en San Antonio de los Baños. Son las siete de la mañana del lunes 9 de enero. Toca ir preparándose para el desayuno (recordad que la cosa se acaba a las 8 y media). Ya empiezo a escuchar la maquinaria de la escuela que se levanta. Los alumnos aguardan iniciar las clases tras el paréntesis de las vacaciones navideñas.

Corea les está aguardando.

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