Los críticos de Cahiers du Cinema hablarían de metalenguaje, las santeras cubanas se referirían al poder de Ochun y Yemaya, y para el cubano medio y el español agnóstico (para mí, vamos), la cosa no deja de ser fruto de la casualidad.
Mientras en España, el público disfrutaba este fin de semana del estreno de Juan de los Muertos (en competencia fraticida con lo último de David Ficher, Milenium, y la que muy posiblemente reporte un nuevo Óscar a la galería de Merlyn Streep, La Dama de Hierro), en San Antonio de los Baños, a un buen puñado de kilómetros de distancia, CineAsia charlaba animadamente con Lázaro, el compañero de fatigas de Juan, Juan de los Muertos, claro. Da gusto comprobar como Jorge Molina, actor que se ha formado en la EICTV de La Habana, es un amante del cine asiático en general y del hongkonés y coreano en particular. Hablar con él de Johnnie To, Dante Lam, Tsui Hark o Park Chan-wook, se me hizo un tanto raro, ya que pensaba que en cualquier momento iba a saltar sobre mi yugular para clavarme una estaca de madera al considerarme un zombi infiltrado, que había venido de la inteligencia española con el fin de romper el equilibrio de la escuela.
Se hace difícil pensar que llevo diez días ya en Cuba. O bien aquí el tiempo pasa más rápido, o bien es que me paso más tiempo en la cama y no me entero del resto. Como bien que sé que cada día me levanto entre seis y siete de la mañana (por aquello de no perderme el desayuno), y no me voy a dormir hasta las doce (después de echarle un vistazo a Cubavision-TV, tras la finalización de las clases), la conclusión es que las horas en Cuba duran menos de sesenta minutos, por aquello de que el Comandante en Jefe no está dispuesto a que se malgaste el tiempo.
Hoy me gustaría hablaros un poco más de la escuela de cine, por si hay en España, Europa o Latinoamérica algún director, guionista o director de fotografía en potencia y se anima a hacer el petate y venirse para aquí al escuchar el cuento que voy a contaros. La EICTV lleva funcionando 25 años. Algunas noticias reproducidas en nuestro país hablan de que está en crisis. Evidentemente que está en crisis. ¡Que le pregunten a la Generalitat Valenciana si está en crisis! Está claro que a la escuela le hacen falta más medios y una conexión de banda ancha de Internet, entre otras cosas, pero ya me gustaría que en muchas de las escuelas de cine que conozco se formaran profesionales como se forman en esta.
La escuela cuenta con un programa académico de tres años de duración. Son siete las cátedras que la forman: dirección de ficción, dirección documental, guión, montaje, fotografía, sonido y Humanidades (recorrido por la historia del cine). En la escuela no se estudia cine, se vive el cine. Durante el primer curso el alumno, independientemente de sus objetivos, reparte su formación entre todas las asignaturas, y es en segundo y tercero, cuando se especializa en las diferentes áreas. El horario: de 8:45 de la mañana a 2 de la tarde (horario matinal), de 15:00 a 18:30 de la tarde (horario de tarde) y horario nocturno (dependiendo de los talleres que imparte cada una de las cátedras). El alumno vive en la escuela, donde, además de los profesores fijos de plantilla, van pasando técnicos, profesionales del cine, profesores universitarios, venidos de todas las partes del mundo. Echo la mirada atrás y recuerdo ahora mi formación en el Centro de Estudios Cinematográficos de Catalunya, y me entran ganas de llorar. Resultado: Benito Zambrano… os lo puede decir él, ya que el director de Solas, se graduó en esta escuela.
Esta semana, tras nuestro viaje a la India de la mano de Satyajit Ray, Adoor Gopalakrishna, el cine masala o el documental más combativo de Anand Patwardhan, nos desplazamos a la península de Corea. El taller, titulado: “Cine coreano: el ying y el yang de una cinematografía por descubrir”, está compuesto de cinco clases. La primera tuvo lugar ayer, y en ella descubrimos la Nueva Ola del cine coreano (ese grupo de directores que a partir del año 1999 dieron a conocer su país fuera de sus fronteras). La película elegida para inaugurar el ciclo fue Oasis (Lee Chang-dong, 2002). Con un aforo incondicional, que está rondando la veintena de alumnos (unos cuantos menos cuando finaliza la película), la gente se quedó bastante impactada con el film de Chang-dong. Esta mañana han sido varios los alumnos que me han pedido información acerca de diferentes directores para empezar a bucear en la marea coreana.
Hoy llega la confrontación: el Norte contra el Sur. Para el inicio de la clase tengo reservada la historia del secuestro del realizador surcoreano Sing Sang-ok y de su mujer a cargo de la inteligencia norcoreana, dispuesta, de la mano del cinéfilo Kim Jong-il (que en paz descanse), a perfeccionar el cine norcoreano. Y es que el juego del gato y el ratón ha perseguido a estos dos países desde que a finales de 1945, a unos privilegiados de mente (de origen americano, ruso y chino), les diera por dividir el país por el paralelo 38…
¿No habrá un Godzilla o Pulgasari en el mundo cuya dieta se limite a zamparse a los benditos dirigentes que nos gobiernan?