Y seguimos con la segunda parte del “reportaje” donde nuestro colaborador José Montaño nos desgrana y reseña las películas que tuvo oportunidad de ver en los meses de octubre y noviembre pasados en el Festival de Cine de Tokio y en el Tokyo Filmex.
2ª Parte “Mini-críticas con sabor japonés”:
The Golden Era (Ann Hui, China-Hong Kong, 2014)
En la sección World Focus del TIFF 2014 pudimos disfrutar del último trabajo de Ann Hui. The Golden Era presenta la biografía de Xiao Hong, escritora de tanto renombre como apasionante periplo existencial, tan agitado como los tiempos que le tocó vivir en la China de la primera mitad del S. XX. Interesante puesta en escena, al modo de un reportaje con imposibles testimonios directos –familiares, colegas escritores, compañeros de lucha política– que se dirigen directamente a cámara para responder a las figuradas preguntas que van reconstruyendo la vida de la novelista. Una narración verbalizada desde puntos de vista diversos, dirigida con admirable precisión técnica, atención a los detalles y buen gusto estético. Este último aspecto, paradójicamente, acaba siendo tanto virtud como defecto. El afán por convertir cada toma en un encuadre memorable, pese a conseguir momentos de notable belleza, acaban por generar una cierta sensación de impostura, en especial por algunos subrayados de idealizado romanticismo. También se podría objetar algo de exceso en la duración de la cinta. Algunas sombras, pero que en ningún caso logran oscurecer el brillo de una película a la que hay que calificar con nota alta.
Miracle: Devil Claus’ Love and Magic (Isshin Inudo, Japón, 2014)
Con vocación comercial, desde el primer fotograma, el film evidencia su necesidad de destacar los brillos y destellos que inevitablemente acompañan cada film navideño cargado de buenas intenciones. Visto el título, no podíamos esperar mucho más de esta comedia romántica, aunque en la presentación se asoma la esperanza de un planteamiento, si no especialmente original, sí al menos divertido y potencialmente jugoso. Que Santa Claus tenga un lado oscuro del que deshacerse y éste tome forma de un pequeño duendecillo que acompaña al protagonista en sus momentos de frustración, podría deparar momentos de cierto gamberrismo, pero esta posibilidad acaba frustrándose en un desarrollo bastante convencional y no demasiado imprevisible. En la historia aparecen mangakas, cosplayers, escenas en el Comiket y una de las bellas protagonistas es coreana. Ingredientes mezclados para saciar el paladar de diversos gustos juveniles en boga, tanto en el mercado local como en el de la región asiática. Aunque decepcione encontrarse en estos trances un realizador que ha demostrado su valía en proyectos interesantes, Inudo evidencia desenvolverse con la soltura que se le supone a un veterano, dando el ritmo adecuado a la narración que no decae y cumple con su cometido. Estamos, al fin y al cabo, ante un film concebido como reclamo comercial para un momento concreto del año. Ni podíamos esperar que el proyecto se separase demasiado de la fórmula (brillos, buenos sentimientos, filtro nebuloso en los flashbacks, final azucarado), ni debemos obviar que, cuando menos, el resultado es divertido. A su mencionada solvencia como producto comercial, podemos añadir otra virtud. Lo más destacable del film es su contribución a construir una imagen icónica de la Tokyo Sky Tree, añadiendo a usos anteriores algo sombríos (véase el Henge de Hajime Ohata) un nuevo registro, más positivo y de sugerencias románticas, que encaja bien con la apariencia nocturna y vocación luminosa de la construcción.
Courtesan with Flowered Skin (Keisuke Toyoshima, Japón, 2014)
En el TIFF vimos también Courtesan with Flowered Skin. Protagonizada por una prostituta de Yoshiwara cínicamente resignada a su destino, el argumento invita a esperar texturas próximas a Mizoguchi o Naruse, pero acaba estando más en consonancia con registros estéticos actuales. Interesante el registro musical y la incrustación de un par de escenas sexuales que, pese a ser un producto de esa Toei que alumbrara el rudo pinky violence, destilan el buen gusto que más bien asociaríamos al roman porno de Nikkatsu y son más una pieza coherente del relato que una simple perversión. De tono trágico pero agradable visionado.
Attack on Titan Part 1: Crimsom Bow and Arrow (Tetsuro Araki, Japón, 2014)
Otro título esperado del TIFF fue Attack on Titan, largometraje que adapta a pantalla grande, para deleite de fans, la exitosa serie televisiva. No quedarán muy satisfechos por las escasas novedades y las mutilaciones, forzosas por mor del metraje, de numerosas escenas y subtramas, pero podrán disfrutar de la desmesura sensorial de las ciclópeas batallas en una pantalla de tamaño acorde. Cierto que el formato de pantalla subraya los defectos de una animación no tan detallada como la realizada exprofeso para su estreno en salas, pero también contribuye a realzar el carácter propio de un dibujo de trazos bien marcados y la inhumanidad de los enormes antagonistas de la función. La espectacularidad del conjunto hace olvidar pronto los posibles defectos, especialmente por el goce de un diseño de sonido pensado para estremecer la butaca tanto como al que la ocupa.
The Teacher’s Diary (Nithiwat Tharathorn, Tailandia, 2014)
En la sección Crosscut Asia, inaugurada en esta última edición del TIFF y dedicada este año a la cinematografía tailandesa, un título con presupuesto modesto pero de carácter más industrial, fue The Teacher’s Diary. Divertida cuarta realización de Nithiwat Tharathorn, que ha sabido explotar la marca creada junto a sus compañeros de promoción, hace ya diez años, cuando debutaron barriendo los complejos y las taquillas del cine tailandés con la exitosa Fan Chan. La premisa de The Teacher’s Diary parece procesar el argumento del Closed Note de Isao Yukisada. Un diario encontrado tras un traslado a una nueva residencia, una hermosa profesora de primaria, un romance impulsado por inspiración del diario… Lo que diferencia ambas propuestas, aparte obviamente de la ambientación en paisajes muy diferentes, es que lima lo trágico, hasta casi eliminarlo, convirtiendo su propuesta en una mesurada comedia romántica. El film pasa por todos los tonos emocionales habituales en el género, pero deja que el registro cómico se adueñe de la pantalla y el ánimo de la platea.
Sun & Sunrise (Kittikorn Liawsirikul, Tailandia, 2014)
Sun & Sunrise, de Kittikorn Liawsirikul, nos presenta un romance interétnico con galán japonés y bella heroína local en una historia, según leo, de gran popularidad en Tailandia y llevada al cine en diversas ocasiones. No parece haber muchas más razones que esas para haber programado S&S en la sección dedicada a Tailandia del TIFF. Una realización pobre y de aire televisivo, con apenas un par de destellos de cierto ingenio visual que no alcanzan para elevar el conjunto. Las interpretaciones protagonistas tampoco enamoran.
Tang Wong (Kongdej Jaturanrasmee, Tailandia, 2014)
Filmada con desparpajo, Tang Wong se presenta como producto comercial, diseñado para apelar a un público joven. Entiéndase esta afirmación sin ningún apriorismo peyorativo, ya que nos ha parecido que la película tiene potencial para funcionar en este sentido pero no por ello renuncia a tener un discurso propio y estar realizada con gusto y calidad cinematográfica. Así, por ejemplo, sin que parezca, como en otras producciones, una simple concesión estética que pueda resultar atractiva a un determinado público, los instrumentos de comunicación actuales –facebooks, wasaps y demás –, se integran con naturalidad en el desarrollo argumental, como parte del paisaje existencial de los jóvenes protagonistas de la historia. La película explora la cuestión identitaria en la Tailandia actual y se pregunta por el futuro del país mediante el retrato de un grupo de adolescentes en la Bangkok contemporánea, con las protestas populares en el fondo, como algo ajeno a los personajes que no parece captar su atención. Los videojuegos, el K-pop, el manga, el deporte profesional o lograr una plaza universitaria en el extranjero son las prioridades de la pandilla protagonista de esta historia que se inicia en clave de comedia para deslizarse progresivamente hacia el desencanto. Lo que parecía plantearse como la consabida historia de amistad, superación y maduración colectiva, acaba por no cumplir ninguna de las nobles expectativas iniciales, culminando en una amarga secuencia final.
36 (Nawapol Thamrongrattanarit, Tailandia, 2014)
El planteamiento de 36 es tan simple y sorprendente como su escueto título. 36 tomas de cámara fija, precedidas por sendos intertítulos sobre fondo negro, que narran tres años en la vida de una mujer joven, marcados por un efímero encuentro. Un romance que no llega a cristalizar y que el director Nawapol Thamrongrattanarit logra envolver con una nostálgica atmósfera que cautivó a los asistentes del TIFF. En los 10 primeros encuadres, durante los cuales nuestros protagonistas se conocen y se van acercando, pasamos de tener la pantalla tomada por el cemento a una mayor apertura al cielo. Apenas unas nubes emborronan el azul que acapara la secuencia nº 11, en que de la pareja sólo se manifiesta su voz y se sobreimpresionan los créditos. El resto del film expresa el esfuerzo de la joven por retener el recuerdo, perdido el registro visual en los misterios de la informática. Mientras trata de recuperar las fotos de entre los datos borrados en el disco duro de su ordenador, la trama nos lleva por el decaído estado de ánimo del romance truncado. El rostro del enamorado, nunca visto en pantalla, se difumina en el recuerdo de unos momentos apenas entrevistos por el espectador, que comparte la ansiedad por recuperar el recuerdo. A nivel formal ha sido la propuesta más estimulante de esta edición del TIFF. El registro emocional del relato no le ha ido a la zaga. ¿La mejor película vista en el Festival de Tokio? No doy una respuesta taxativa, pero el mero hecho de planteárselo es ya toda una señal. Por más difícil que resulte, intentaré retener el nombre de este director para no perder detalle de sus próximos pasos.
A las pocas semanas de concluir el Tokyo International Film Festival, llega la siguiente gran cita cinematográfica de la capital nipona. Tokyo Filmex es un festival de tamaño modesto pero ambiciones de altos vuelos. Con un perfil más orientado al cine independiente y los autores principiantes, su enfoque es casi exclusivamente asiático. El “casi” lo determina una sección especial dedicada al canadiense David Cronenberg, integrada por apenas dos filmes, sus dos primeros y casi inéditos mediometrajes, que se suman a su último trabajo, Map to the Stars, proyectado como película de clausura. Junto a la competición oficial con nueve films (de Japón, Jordania, China, Israel, Filipinas y Corea e Irán por partida doble) y otro programa especial, de escasos tres títulos, dedicados al cine nipón de 1960 bajo el título “tiempo de destrucción y creación”, la sección de proyecciones especiales trajo once películas, incluyendo nombres muy destacados como los de Shinya Tsukamoto, Mohsen Makhmalbaf, Kim Ki-duk, Amos Gitai, Tsai Ming-Liang, Makoto Shinozaki, Ryuichi Hiroki o Isao Yukisada. Las otras dos pinceladas americanas, junto a Cronenberg, eran documentales de temática asiática.
Dari Marusan (Takashi Izumi, Japón, 2014)
Decepcionó Dari Marusan, tan confusa como las respuestas del director al público de la proyección, Takashi Izumi, que aseguró haber tratado de crear una atmósfera equiparable a las novelas de Haruki Murakami. Tal vez se refería a complejos diálogos interiores, porque en todo momento –tanto con el micrófono como por su película– parecía hablar para sí mismo.
Sharing (Makoto Shinozaki, Japón, 2014)
Sin llegar a lograr una película redonda, mucho más éxito tuvo Makoto Shinozaki en el Filmex aplicando el juego de confundir al espectador con Sharing. Aunque aburre en algunos tramos, la película presenta un inteligente reflejo de las ansiedades del Japón contemporáneo en forma de pesadilla reiterada. La protagonista despierta una y otra vez de un mismo mal sueño en forma de matrioska. Las premoniciones y los doppelgänger son temas ya tratados por Shinozaki en películas anteriores. En Sharing los recupera con el desastre de Fukushima como trasfondo.
Five Minutes to Tomorrow (Isao Yukisada, Japón, 2014)
Isao Yukisada se complace en hollar de nuevo terrenos ya explorados, presentando una melodramática historia sentimental en Five Minutes to Tomorrow. Inspirado en la nueva ola taiwanesa, según sus propias palabras, Yukisada se muestra más preocupado por conseguir una bella estampa que una buena caligrafía. El protagonista, encarnado por Haruma Miura, relojero de profesión y en indecisión romántica entre dos hermanas gemelas, requería repeticiones y mecanicidad para expresar el paso del tiempo recordando el funcionamiento circular y preciso de un reloj. Para ello recibió un estricto entrenamiento en mecánica de relojería (tiene diversos planos en los que está desmontando y reparando aparatos) y en el idioma chino, hablado con acento extranjero por lógica, pero también exagerando un buscando efecto mecánico. El director destaca también la capacidad de modular la voz de la bella Shishi Liu, imprescindible para incorporar matices distintivos a las gemelas que interpreta.
A Few Cubic Meters of Love (Jamshid Mahmoudi, Irán, 2014)
Romance descorazonador es el que ofrece el iraní Jamshid Mahmoudi con A Few Cubic Meters of Love. Como es lo que a él le gusta encontrarse en el cine, afirma el realizador, intenta siempre incluir en sus películas momentos que dejen sin respiración. En efecto, el contenedor en que secretamente se encuentra la pareja protagonista, pivotará de metáfora de luz y esperanza a enmarcar un irrespirable final.
Theeb (Naji Abu Nowar, Jordania – Qatar – EAU – Reino Unido, 2014)
Contuvimos la respiración por momentos con Theeb, coproducción multinacional ligada al emergente Festival Internacional de Abu Dahbi, que ya se pudo ver también en Venecia o Toronto, aunque el director jordano-británico defiende la “jordanidad” del producto y alude a las necesidades de financiación para haber buscado fondos de diversas procedencias, debido a la inexistencia de una industria cinematográfica nacional. Por el mismo motivo, la fotografía se encargó al documentalista austriaco Wolfgang Thaler, al requerirse de alguien experimentado que pudiera sacar partido de los rotundos paisajes locales trabajando en circunstancias y localizaciones bastante difíciles. Objetivo cumplido con nota. La acción se sitúa en la Jordania otomana durante la IGM, cuando la construcción del ferrocarril y el conflicto bélico privó de su actividad habitual a los beduinos del lugar, tradicionalmente empleados en guiar a las caravanas de comerciantes y peregrinos por la zona. Este vuelco vital se tradujo en inéditos enfrentamientos entre clanes, alcoholismo y fundamentalismo religioso, pero principalmente en el colapso de la forma de vida beduina, que fascina al director Naji Abu Nowar hasta el punto de afrontar el proyecto con actores no profesionales pertenecientes a esa cultura. Tal vez Theeb no ofrece elementos realmente distintivos, de esos que nos permitan singularizar el film o detectar trazas de genialidad en su director. Pero estamos ante un eficaz y atractivo relato de aventuras, con un ritmo adecuado a cualquier paladar cinematográfico y con trasfondo histórico y socio-político para aquel público que busque algo más que un rato de distracción.
Kabukicho Love Hotel (Ryuichi Hiroki, Japón, 2014)
Algo menos dramático, en el tratamiento al menos, ya que varias de las historias que el film entrelaza se las traen, se muestra Kabukicho Love Hotel. Ryuichi Hiroki vuelve con un guión que ya estaba cerrado cuando entró en el proyecto pero en el que se le ve cómodo. Conocedor como es de los entresijos del pinku eiga, el veterano realizador despliega erotismo y comicidad en una cinta que pasa como un suspiro y que congregó a una legión de fans de la “starlette” Atsuko Maeda. Una lástima que, con el buen nivel de interpretación femenino que tiene ahora Japón, se le preste tanta atención a esta muchacha. Por suerte, el resto del reparto está magnífico. Junto al siempre eficiente Shota Sometani y a una divertida Kaho Minami que saca buen partido a su jugoso personaje, destaca la coreana Lee Eun-woo. Pese a encarnar el estereotipado papel de una prostituta con sueños de regresar a su país y mejorar su situación, su espléndido trabajo acaba por robar todo el protagonismo.
Next to Her (Asaf Korman, Israel, 2014)
Otra cinta que gustó en el Tokyo Filmex de este año fue Next to Her, que no tuvo suficiente con el premio especial del jurado presidido por Jia Zhang-ke y se alzó también con el Student Jury Prize. El israelí Asaf Korman presenta, con apariencia documental, el devenir de una joven que convive con su hermana menor, afectada por una disminución psíquica severa. La protagonista, a la sazón esposa de Korman, es también guionista y se basó en su propia experiencia vital con su hermana. Le disgustaba la habitual explotación dramática en el cine de personajes con discapacidades psíquicas, por lo que juntos se pusieron manos a la obra. Aun así, el retrato que el film hace de la situación es cualquier cosa menos complaciente. Interesante desarrollo y crudo final, de profundas implicaciones morales.
Crocodile (Xavier Pasión, Filipinas, 2014)
Y el plato fuerte del Tokyo Filmex fue Crocodile, rotundamente, la mejor película del certamen. El joven Xavier Pasión, en el trance de decidir su siguiente paso en el mundo cinematográfico, recurrió a un adivino para que le guiara en su tercer film. Todo lo que acertó a decirle el charlatán fue que veía mucha agua y pantanos. La estrambótica indicación del visionario se resolvió en el único oráculo universal de nuestro tiempo. Una búsqueda en google combinando “pantano” y “Filipinas”, arrojó como primer resultado “Agusan”, y a esa remota zona que se fue Pasión a buscar a las musas. No tardaría en encontrarlas, pues la primera familia que se encontró resultó ser la encabezada por Divina. Si esa primera entrevista no le había impactado suficiente, enseguida comprobó que Divina es todo un mito viviente en la comunidad manobo, habitantes de esas tierras –más bien aguas–, por la historia acontecida en su familia. A la vista del resultado, vamos a tener que empezar a creer en estas cosas. Por lo general, el cine filipino tiende a no escatimar un ápice de crudeza en las historias que relata. Crocodile es una muestra más, aunque huye de la habitual degradación urbana para fotografiar la belleza de un magnífico entorno natural. El film aúna con naturalidad un relato mítico, uno verídico y la recreación ficticia de este. Un confuso montaje, en la secuencia inicial, nos pone en guardia al prefigurar una tragedia prácticamente anunciada ya desde el título. Un título, por cierto, de significativo doble sentido. Según el propio autor, el termino bwaya se usa también para designar a los corruptos. En el film oiremos a la propia Divina usarlo para referirse a las autoridades locales, y lo vemos materializado en un sudoroso capitán al que no dan tregua los mosquitos. La película, sin hacer un esfuerzo aparente para ello ni apoyarse en envarados discursos, transpira la profundidad cultural del lugar y las gentes retratadas. Tiene el mérito añadido de lograrlo en un mesurado metraje de apenas 88 minutos. Esperemos que el premio sirva de amplificador y esta estupenda película tenga la difusión que merece.
Por José Montaño