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BCN Film Fest. 2021 – Sección Japan By CineAsia. Cine y literatura en Japón: voces femeninas del nuevo siglo (parte 5 y final)

23/04/2021

Nuestra hermana pequeña: ¿shojo o josei? Y las voces femeninas del nuevo siglo 

En las obras de Tsutsui encontramos a muchos personajes femeninos de fuertes convicciones identitarias, pero el escritor no puede representar la feminidad auténtica, en tanto que la evidente perspectiva de género le impide hacerlo. Esta identidad de ser mujer en el Japón (ya no tan) contemporáneo y su representación más realista se refleja en las novelas de, por ejemplo, Banana Yoshimoto, que con una prosa sencilla describe el día a día de solitarias chicas jóvenes que afrontan el futuro con incertidumbre y desde una posición un tanto individualista. La desazón de vivir en una sociedad patriarcal, de emanciparse y mirar de tirar hacia adelante en solitario, de romances frustrados y reencuentros que provocan dolor…

Temas recurrentes en sus novelas que, como decimos, ofrece una representación de la feminidad desde una óptica más realista, siempre teniendo en cuenta que muchas de las mujeres de sus novelas deciden vivir aisladas, lo que no quiere decir que sean antisociales. Yoshimoto saboreó el sabor del éxito a una edad muy temprana: justo cuando estaba terminando la universidad en 1987 su novela Kitchen se convierte en la más vendida a la semana de su aparición. Su temática transgresora o poco habitual en la sociedad nipona fueron claves: cuenta la historia de una chica joven que se siente desamparada cuando muere su abuela y decide refugiarse en la cocina; pero un día un enigmático chico llama a su puerta y la invita a que se vaya a vivir a su hogar, en el que convive junto a su madre transexual. La posición de Yoshimoto es algo ambigua, pero su novela fue considerada como una obra shojo y se adaptó a dos películas que, al contrario del libro, no terminaron de funcionar. Una novela que conectó con el público adolescente femenino, y éste, muy fiel, la acompaño en su viaje como escritora de bestsellers.  

Tsugumi (1989) versaba sobre el camino que uno debe iniciar en solitario para avanzar en la vida y el paso de la adolescencia al mundo adulto: una muchacha que vive despreocupada en un hostal de playa se marcha a la Universidad de Tokio, abandonando así a su única amiga que ha tenido en la vida (la Tsugumi del título). El director Jun Ichikawa la adaptaría al año siguiente con su puesta en escena minimalista (este director también se haría cargo del relato corto de Murakami Tony Takitani). El público que creció con las novelas de Yoshimoto ya son mujeres adultas, por lo que, si consideramos que sus relatos primerizos (especialmente los de corta durada, aparecidos en revistas literarias) podrían adaptarse a mangas y ser publicados en revistas shojo, los de su época de más madurez se inscriben en la línea del manga josei (vendría a ser aquella demografía de mujeres comprendida entre los 20 a 35 años que buscan historias más adultas cercanas a sus realidades).  

Coetánea de Yoshimoto encontramos a la gran mangaka Akimi Yoshida, cuyo estilo haría el camino inverso: sus relatos podrían perfectamente editarse sin ilustraciones y convertirse en novelas (nada ligeras) dada la acumulación de texto en las viñetas, con diálogos eternos y comentarios a pie de página o dentro de los bocadillos. La profusa descripción que hay de los ambientes, de las situaciones de los personajes, los hacen ideales para su traslación cinematográfica (sea animada o en live-action), aunque no haya tenido mucha suerte al respecto. Su gran hit es Banana Fish (1985-1994), muy influenciada por el thriller discursivo y el cine conspirativo del Hollywood de los años 70; una obra que no se inscribe en ningún género demográfico, y es que, a pesar de publicarse en una revista shojo (la Bessatsu de Shogakukan), puede ser disfrutada por el lector de ambos sexos (en general, todo manga puede ser leído por quien quiera, pero es verdad que las editoriales japonesas siempre han partido de una perspectiva de género para orientar sus revistas de historietas a la población).  

Su obra más emotiva sí que, de entrada, podríamos decir que pudiera disfrutarse más por el público femenino: Umimachi Diary (o Kamakura Diary, según la edición), un multipremiado josei de tomo y lomo con una brillante adaptación a imagen real. Es su obra más depurada, la que le costó más terminar (¡9 únicos tomos publicados a lo largo de 12 años!) y uno de los mejores mangas en representar la emancipación de la mujer japonesa en este siglo XXI: las protagonistas son cuatro hermanas de edades distintas que van de los 13 a los 29 años y de caracteres muy dispares. Por lo tanto, es muy variada, para nada estereotipada y da una visión global del papel de la mujer japonesa (joven) en la sociedad actual. Yoshida nos traslada a la preciosa villa de Kamakura, donde somos testigos de que, a una hora de la bulliciosa Tokio, hay un Japón más sosegado. Todo empieza cuando el padre fallece y tres de las hijas descubren que tenían una hermana perdida fruto de otra relación; a partir de aquí, deciden acogerla en su vieja y destartalada casa tradicional, donde empezará una nueva vida que la llevará a formar parte de un equipo de fútbol local, y a toparse con el primer amor de adolescencia.

Con estas coordenadas parecía improbable que fuera adaptada al cine, pero Hirokazu Kore-eda tuvo la brillante ocurrencia de llevarla a cabo y fue una sorpresa en todos los sentidos: primero, por su taquilla (1 billón y medio de yenes, eso equivale a unos 13 millones de euros al cambio del 2015, cuando se estrenó); segundo, por demostrar que en la apacible sencillez se halla la emotividad y tranquilidad para cambiar de vida si uno lo desea; y tercero, porque demuestra que un discurso femenino (o feminista) puede ser asimilado por todo tipo de audiencias y espectadores sin problemas, y en este caso, interpretado/adaptado por un hombre, Kore-eda, que ya sabemos de su sensibilidad y su mente abierta. Todo ello sin tener que leerse uno el cómic original, que, por cierto, permanece inédito en España. Nuestra hermana pequeña invita al espectador a descubrir más novelas o mangas femeninos o escritos e ilustrados por mujeres japonesas.  

Otra autora josei que sabe plasmar las preocupaciones de sus compatriotas es Kiriko Nananan, cuyas novelas gráficas protagonizadas por mujeres desamparadas o perdidas en el limbo de esta sociedad hiper competitiva ha contado con adaptaciones cinematográficas de muy alto nivel. Destacaremos Strawberry Shortcakes (2002), que sigue la vida de cuatro mujeres y como éstas lidian con sus inseguridades en una Tokio muy desdibujada y despersonalizada. La película llegaba a las salas japonesas en 2006 de la mano de Hitoshi Yazaki y la propia autora se reservaba el papel más duro de una de sus protagonistas, la animadora que padecía de bulimia por culpa del estrés que le producía su trabajo.    

YoshimotoYoshida y Nananan muestran en sus obras de forma decidida lo que significa ser mujer en el Japón moderno. Apuntemos algunos nombres más de la reciente literatura contemporánea femenina cuyos libros han trascendido y han terminado convirtiéndose en producciones medianamente exitosas en su país: Ai Iijima (Platonic Sex, adaptada en 2001); Natsuo Kirino (Out, adaptada parcialmente en 2002 y pendiente de una nueva versión); Yoko Ogawa (La fórmula preferida del profesor, adaptada en 2006 por Takashi Koizumi, uno de los asistentes de Kurosawa); o Ko Nakamura (Cosas por las que llorar cien veces, adaptada en 2013 por Ryuichi Hiroki). ¿Será más ‘femenina’ la literatura japonesa del siglo XXI? El tiempo lo dirá. independientemente de la calidad literaria de las obras presentadas, lo que sí parece consolidarse es una voz más femenina en el seno de la industria editorial nipona, amparada por la narrativa de ficción, los cuentos o el manga; a la industria cinematográfica… aún le queda mucho por hacer.  

Un reportaje de Eduard Terrades Vicens

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