País: Hong Kong, China. Año: 2014. Director: Soi Cheang. Intérpretes: Donnie Yen, Chow Yun-Fat, Aaron Kwok, Zhang Zilin. Género: fantasía, acción. Duración: 119 mins.
A priori existen unos cuantos alicientes para ver esta película: se trata de la mayor producción de la historia del cine chino (cuatro años de trabajo y unos 90 millones de dólares, cifra que, sin duda, no tardará en ser superada dado el crecimiento exponencial de la industria y el mercado del cine en China), una historia llena de fantasía, acción y aventuras basada en un clásico de la literatura de Asia Oriental conocido en parte también en Occidente (es el origen del anime Dragon Ball), y un casting de primera línea con ‘guapos’ como Aaron Kwok y Zhang Zilin. A posteriori, sin embargo, lo primero que uno hace es preguntarse en qué debieron gastarse todo ese dinero, ya que los efectos especiales (omnipresentes y protagonistas) se ven pobres en muchas ocasiones, como mal renderizados y con aspecto de videojuego. Después de eso, uno intenta poner orden en el galimatías argumental, y descubre una especie de precuela de la tradicional narración sobre Sun Wukong, el chico-mono, en la que se nos cuentan sus orígenes, las fechorías que condujeron a que fuera enterrado por los dioses bajo una montaña durante 500 años, para posteriormente conocer al monje Xuanzang, con quien hará su proverbial viaje al Oeste. En este sentido, el film formaría un díptico con la reciente y superexitosa Journey to the West: Conquering the Demons de Stephen Chow, en la que –más en clave de comedia– se relatan los orígenes del monje Xuanzang. Aunque The Monkey King no tiene la gracia de la cinta de Chow, se consume bien entendiéndola como una (cara) extravagancia. Que tendrá continuidad, por cierto, en una segunda parte que, esta vez sí, nos llevará de viaje al Oeste.
Lo mejor: La última media hora, más centrada, con mejor acción y efectos.
Lo peor: La primera hora y media.
Año: 2013. Director: Han Jae-rim. Intérpretes: Song Kang-ho, Lee Jung-jae, Baek Yun-shik, Jo Jung-suk, Lee Jong-suk, Kim Hye-su. Género: drama de época, intriga. Duración: 142 mins.
Sorprende la asiduidad con que el cine coreano visita la etapa clásica de la cultura del país, Joseon (1392-1910), más que nada por la reticencia que suelen tener los públicos mainstream hacia las lecciones de historia. El hecho nos indica, quizás, el estrecho vínculo que los coreanos mantienen con sus tradiciones, pero sobretodo es el resultado de una acertada aproximación a la época y, desde luego, del savoir-faire de unos cineastas habilidosos. Todo ello se pone de manifiesto en The Face Reader, el último gran éxito del género (9 millones de entradas vendidas el año pasado). Para empezar, su argumento mezcla personajes históricos reales (reyes, príncipes y ministros) con otros que son pura invención, lo cual proporciona a la trama una gran flexibilidad y recursos para contar la Historia especiándola para mayor interés. A partir de eso, se teje una intriga palaciega llena de entresijos que pone a la luz el oscuro espíritu de una época menos estable de lo que sus siglos de duración parece indicar. Song Kang-ho interpreta fabulosamente a un ‘lector de caras’ –capaz de ver el alma y el futuro de aquellos a quienes mira al rostro– que es requerido por el rey para que le ayude a seleccionar colaboradores, y que se verá envuelto en un complot magnicida. Le acompaña, y con una buena dosis de protagonismo (el film es casi coral), un plantel de actores en estado de gracia en papeles de lo más variopinto: el malvado príncipe, el poderoso consejero del rey, la libertina y maquiavélica gisaeng… La historia está bien condimentada con humor en las secuencias introductorias, que poco a poco se tornará en drama conforme los hechos adquieran gravedad. Progresión típica no solo de este tipo de películas, sino del cine coreano en general. The Face Reader no va a sorprender a quien ya haya visto productos como Masquerade o Untold Scandal, pero quien haya disfrutado con éstos sin duda lo hará también aquí (como quienes se acerquen por primera vez al género), ya que se trata de una producción de lo más redonda.
Lo mejor: El conjunto de actores.
Lo peor: Podría haberse reducido la duración eliminando algunas secuencias superfluas.
País: Japón. Año: 2013. Director: Yoshihiro Nakamura. Intérpretes: Gaku Yamada, Kana Kurashina, Kento Nagayama. Género: drama. Duración: 120 mins.
Pasado el susto de ver a un actor de 25 años (Gaku Yamada) interpretando a un niño de 12 al inicio del film, See You Tomorrow, Everyone, la última película del director Yoshihiro Nakamura (Fish Story), empieza a adquirir interés. Primero por hablarnos de una realidad poco conocida: la de los ‘danchi‘ nipones, barrios residenciales de construcción pública surgidos a tenor del desarrollo de la posguerra. Estos proyectos urbanísticos, pensados para facilitar la vida de los trabajadores (usualmente de clase baja), contaban con todas las facilidades (comercios, escuelas…), de modo que se hacía posible vivir en ellos sin salir ‘al exterior’. Sin embargo, los jóvenes sólo piensan en escapar de la vida gris a la que se ven limitados, y en la década de los 80 (cuando empieza la historia de la película) comienzan una lenta decadencia y desertización. El curioso punto de vista del film viene del hecho de que su protagonista, Satoru, no es uno de esos chicos con sueños de libertad y ganas de saber lo que le ofrece el mundo, sino que es el único que afirma su clara voluntad de no abandonar nunca el barrio donde ha nacido (y vive con su madre). Asegura no aspirar a nada más que a una vida sencilla, y ya lo tiene todo planeado: no irá al instituto, y en cuanto cumpla los 16 pedirá un empleo en su tienda de pasteles favorita. Extrañamente, aunque las cosas no resultarán tan sencillas, y a pesar de que sus amigos abandonan el lugar poco a poco, Satoru no cejará en su empeño, impulsado por una motivación que pronto conoceremos. El film se desarrolla a lo largo de 20 años, durante los cuales, como Satoru, no abandonamos el danchi (ni siquiera en la imagen final). Intuimos así algunos cambios sociales en el país a partir de lo que ocurre en el barrio (ej.: la llegada de inmigrantes), pero básicamente experimentamos lo que es vivir en un mundo cerrado y al margen del progreso; en definitiva, conocemos lo que es la exclusión social. Nakamura nos lo muestra sin miserabilismo ni melodrama, con contención y sensibilidad. Incluso las lágrimas que nos obliga a verter al final están bien justificadas.
Lo mejor: El riguroso punto de vista.
Lo peor: Mostrar toda la evolución del personaje con el mismo actor es un acierto, pero al principio cuesta asimilarlo.
País: China. Año: 2013. Director: Fei Xing. Intérpretes: Sun Honglei, Aaron Kwok, Yu Nan. Género: thriller, drama judicial. Duración: 119 mins.
Tal vez no sea una casualidad que tras algunos de los más sonados juicios de la historia reciente de China, como los del ex-miembro del Politburó Bo Xilai (por corrupción) y su mujer (por asesinato), surja una película que viene a poner al día, y con nombres de primera clase, un género poco trabajado hasta el momento en el cine chino, el de los dramas judiciales. Parece lógico que el público haya respondido bien a la propuesta. Claro que Silent Witness tiene algunos otros buenos atributos que explican el éxito, si bien a última hora uno pueda acabar lamentando que lejos de un reflejo de la realidad, la película se revele deudora de la tendencia moralista y políticamente correcta (nunca mejor dicho) de una industria cinematográfica en buena medida supervisada por el gobierno. Pero vayamos a por esos atributos. El primero, ya lo hemos dicho, un casting de altura: Sun Honglei (Drug War), Aaron Kwok (Cold War) y Yu Nan (Los Mercenarios 2). El primero interpreta a un rico empresario (de turbios negocios) cuya amante ha sido asesinada. En principio, su propia hija es acusada del crimen, pero durante el juicio con el que se inicia el film (y que ocupa la primera media hora del metraje) salta la sorpresa y es otra persona la que se declara culpable. El fiscal Tong Tao (Kwok), sin embargo, no se da por satisfecho, y cree que todo ha sido un montaje. La puesta en evidencia del tinglado es lo que conducirá el resto de la trama, y de una forma bien interesante: primero, a través del punto de vista del fiscal, luego de la abogada defensora (Yu) y, finalmente, del maestro de la conspiración, hasta completar el análisis científico de los hechos mostrados al principio, revelando toda la verdad. Con esta atractiva estrategia narrativa, y con una fotografía y montaje nerviosos, el director Fei Xing consigue al menos una buena cortina de humo para esconder toda una operación ideologizadora.
Lo mejor: Sin ser nada del otro mundo, el rompecabezas narrativo.
Lo peor: Su idealismo politizado.
Por nuestro colaborador Jordi Codó