Como todos los años, Cannes ha vuelto a ser un escaparate perfecto para pulsar que está pasando en el cine mundial en general y en el asiático en particular. Este año ha habido mucha variedad y calidad entre las propuestas que nos han ofrecido venidas desde Asia. Paso a comentar algunas de las más significativas.
Tian Zhu Ding (A Touch of Sin), de Jia Zhangke. China. Sección Oficial. Cuatro historias diferentes, que siguen a cuatro personajes diferentes, en cuatro provincias de China diferentes, con un único punto en común: la violencia que se manifiesta en cada una de ellas. Un retrato duro y muy negro de una China en proceso de desarrollo económico, surcada por la violencia y la corrupción.
Soshite Chichi Ni Naru (Like Father, Like Son), de Hirokazu Koreeda. Japón. Sección Oficial. Cuenta el drama de una pareja cuando descubre que su hijo de seis años no es realmente su hijo, ya que hubo un intercambio de bebés cuando nació. Contada con mucho humor, el dilema que plantea es: ¿qué es más importante a la hora de crear vínculos familiares, la convivencia o los lazos de sangre? Llena de humanidad, rodada con la habitual elegancia del realizador japonés y con unos excelentes actores, es una película deliciosa que puede gustar al gran público.
Wara No Taste (Shield of Straw), de Miike Takashi. Japón. Sección Oficial. Una película con alma de western, aunque los protagonistas sean policías y gángsteres. Loca, divertida, violenta… como muchas otras películas de Miike, tal vez no encajaba muy bien en la competición de este festival.
L’Image Manquante, de Rithy Panh. Francia. Rithy Panh sigue su reflexión sobre la dictadura camboyana. Aquí se pregunta por las imágenes que faltan, las que no se grabaron y las que se destruyeron. Y decide, con la ayuda de la animación, fabricar aquellas imágenes que no están. Emocionante y muy hermosa, tal vez esta sea, junto a S21, la máquina de muerte de los jemeres rojos, su mejor película.
Norte, Hangganan Ng Kasaysayan (Norte, the End of History), de Lav Diaz. Filipinas. Un Certain Regard. Para muchos críticos, esta larga película (250 minutos) fue la mejor de todo el Festival. Cuenta la historia de un hombre acusado y condenado injustamente por asesinato y la del verdadero asesino, un hombre que odia la apatía y las traiciones de las que culpa a su país. Con claras reminiscencias del «Crimen y castigo» de Dostoevsky, Diaz consigue una obra impresionante, profunda, llena de aristas, con unos personajes que no se olvidan fácilmente.
Blind Detective, de Johnnie To. Hong-Kong. Fuera de Concurso. Aventuras y desventuras de un policía ciego, en una película de To juguetona, divertida y alocada, pero de menos importancia que sus títulos más emblemáticos.
Ilo ilo, de Anthony Chen. Singapur. Quincena de Realizadores. La llegada de una criada filipina a una familia de Singapur va a alterar la vida familiar mientras, estamos en 1997, la crisis financiera de Asia empieza a dejarse notar. Esta es una de las mejores películas asiáticas vistas en Cannes y representa una visión sensible y realista de una familia tipo del Singapur de los 90.
Una crónica de José Luis Rebordinos