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Asian Tour 2011 (Primera Parte)

04/01/2011

De nuestro colaborador: Eduard Terrades Vicens

Pese a la crisis mundial que irremediablemente ha afectado a la distribución cinematográfica a nivel general, podemos afirmar que el 2010 se ha cerrado con un balance positivo para el cine asiático. Sobretodo ha supuesto un retorno a las cinematografías que históricamente han tenido una mayor influencia en el continente asiático. Entre ellas unas de nuestras predilectas: Hong Kong, que ha sabido imprimir su sello en seis o siete producciones que aúnan la creatividad con la comercialidad (Bodyguards and Assassins, 14 Blades o Fire of Conscience sin ir más lejos). Pero también Japón recupera su estatus de filmografía histórica, demostrando que no sólo se alimenta de manga-eiga. Así pues, una producción de calidad suprema como Confessions de Tetsuya Nakajima reivindica los dramas criminales nipones a la vieja usanza, amoldando su narrativa a los nuevos tiempos que corren. Y a pesar de que ha sido poco valorada por la crítica más ortodoxa, corrobora el buen hacer de su director. India también sigue en buena forma, pese a que la ignorancia generalizada que gira entorno a ella (en parte a consecuencia de la poca permeabilidad de la misma en los circuitos comerciales, en parte por la poca aceptación de la misma más allá de su séquito de entusiastas), la convierten en una cinematografía con una poderosa inclusión comercial en su propio territorio y una invisibilidad preocupante en el resto del mundo. Periféricamente, Tailandia ha aportado la mejor película del año con la incomprendida Uncle Boonme Recuerda sus Vidas Pasadas del ya consagrado Apichatpong Weerasethakul.

Sólo nos preocupa que la buena cosecha que ha recolectado Corea del Sur en el 2010, con filmes tan decisivos para el cine de género a nivel mundial (posicionándose I Saw the Devil encima del pedestal), quede en pura anécdota a consecuencia de la tormenta política que avecina una resolución prebélica que irremediablemente se cebará en la producción nacional. Una pena que la filmografía coreana abra el 2011 con ciertas incertidumbres, y más cuando filmes tan impactantes emocionalmente como Poesía han demostrado la afabilidad de un pueblo que no merece ser castigado por culpa de cuatro analfabetos que sólo saben disparar misiles en aguas internacionales. Esperemos que esta situación no desencadene una disminución efectiva del número de estrenos patrios propiciada por la reducción de las subvenciones estatales o por el cierre obligado de algunas productoras ante una crisis económica acentuada por la inestabilidad política. Tal vez el clima de tensión se rebaje en las próximas semanas, pero nosotros, desde el otro lado del charco, lo mejor que podemos hacer es seguir nutriéndonos de la sensibilidad artística que expresa su cine. Puede que sea la mejor manera de defender la pacificación de ambas Coreas, ya que ningún dictador decadente preocupado únicamente por apostillarse en su sillón de oro ad infinitum, nos impedirá ver el cine nacional de sus enemigos del sur. Nuestra férrea voluntad es la de seguir aprendiendo de una cultura milenaria como la coreana, una de las más antiguas de la historia de la humanidad, a través de su cine. Y eso, ningún misil nos lo va a destruir.

Visibilidad asiática
Spain is different! Aquí todo sigue igual o… ¡peor! No hay manera de equipararse con nuestros vecinos galos en cuanto a lanzamientos de cine asiático. Ya no importa si llega en cines, mientras el formato doméstico aguante la ventisca huracanada nos conformamos con poder ver ciertas joyas del panorama asiático u oriental en la pequeña pantalla. Pero no tenemos que ser tan negativos ya que, a corto plazo, por fin podremos disfrutar de una esperada producción coreana que sobretodo deberían apoyar todos aquellos seguidores de Boong Joon-ho: finalmente Mother (2009) podrá ser apilada en nuestras colecciones de dvds por gentileza de Mediatres, siendo una oportunidad para redescubrir a un cineasta enmarcado dentro del cine de género más amplio (Memories of Murder, The Host…) y que ahora decide cambiar ligeramente de rumbo temático para demostrar que también puede rodar un drama criminal a través de una madre que clama a los cuatro vientos la inocencia de su hijo, inculpado ‘erróneamente’ en un asesinato que no ha cometido. Francamente, podría ser el impacto asiático del año en nuestras fronteras, ya que viene avalada por sus críticas positivas allí donde se ha estrenado y por varios premios a su espalda que ha ido recogiendo en distintos festivales internacionales (sin ir más lejos, los tres galardones que se llevó en los Asian Film Awards 2010 y el reconocimiento de la prestigiosa Asociación de Críticos de Washington como mejor película de habla no inglesa del año pasado).

Avancemos hacia China y sus producciones 100% Mainland: máxima expectación para Confucius (Mei Hu), la biografía en celuloide del gran pensador y filósofo oriental que ha influenciado a millones de personas en todo el mundo, y que fue protagonizada por un Chow Yun-Fat envejecido. El filme se estrenó en China a principios del año 2010 no exento de polémica, pues el gobierno la programó coincidiendo con el 60 aniversario de la fundación de la República Popular de China y compitiendo con los hippies azules ecologistas de James Cameron, que fue obligada a estrenarse en 2D para que el público se decantara por el biopic del respetable Confucio. Curiosamente, vendrá distribuida por el sello Flins & Pinículas, una distribuidora que hace poco presentó el blockbuster ruso El Almirante (Andrey Kravchuk, 2008), una ambiciosa producción sobre el conflicto bolchevique en la segunda década del siglo XX y que no podemos considerarla una producción asiática porque, entre otras consideraciones técnicas, esta contienda histórica afectó principalmente a la Rusia europea (y muy poco a la asiática). Aún con todo, merece ser visionada ni que sea para educarnos sobre algunas contiendas bélicas que determinaron la formación de la Unión Soviética en los años 20 y que, por cuestiones anacrónicas, no conocemos más allá de los libros de historia.
Otro filme anunciado por Golem es A Woman, a Gun and a Noodle Shop de Zhang Yimou. A estas alturas, este remake en clave feudal de Sangre Fácil (1984) de los hermanos Coen ya debería haber recibido todos los aplausos posibles de esas personas que admiran la ópera prima de los Coen y que hayan comprendido la sabia traslación del libreto original a tierras chinas, pues la ambición de Yimou lo ha llevado otra vez (como ya hiciera en Hero) a experimentar con la paleta de colores para proyectar una embriagadora propuesta visual. Yimou recrea la infidelidad deslocalizando la historia original en un puesto de fideos chinos del siglo XVII, lo que la convierte en un producto algo naif pero respetando el peculiar sentido del humor negro de los Coen. Una aventura ecléctica que sólo puede entenderse fruto de esa globalización bien defendida por un cineasta que en la última década nos ha sorprendido por su ingeniosa sofisticación referencial y su clara adhesión al cine comercial más refinado.
Otro largometraje que hace tiempo debería haber conquistado los corazones de los que aman Japón es Tokyo Sonata (2008), que en estos momentos sigue en stand-by hasta nuevo aviso, pero que algunos privilegiados ya pudieron degustar en la previa presentación del Off Cinemart, es decir, la previa al nuevo Festival de Cine de Autor de Barcelona, celebrado a mediados del pasado Diciembre en la ciudad Condal a modo de aperitivo. Kiyoshi Kurosawa ha retratado una familia japonesa aparentemente convencional, cuyos miembros esconden algunos secretos del día a día que ponen en tela de juicio la estructura nuclear de la misma. Los problemas de comunicación vuelven a ponerse de manifiesto en una nueva aproximación temática efectuada por el realizador de Kairo, una producción incisiva en ese desamparo emocional que sufren muchas personas y que es suplido por la red, con la diferencia que el receptor emocional son los espíritus que deambulan por Internet para carcomer la poca identidad de esas personas viciadas con las nuevas tecnológicas. En Tokyo Sonata los fantasmas son más reales, surgiendo del interior de cada miembro de esta familia desestructurada, que vive presa de sus miedos, su frustración y su falta de empatía con los demás integrantes.
Y a falta de Kinatay, una de las producciones más chocantes del año 2009, al menos Golem ha decidido apostar por una película de Brillante Mendoza: Lola, que a pesar de llegar con casi dos años de retraso, presumiblemente dispondrá de un estreno comercial en pantalla grande. El secreto del éxito crítico de Lola es la mera inscripción en el género del docudrama a partir de la historia de dos abuelitas que deben entenderse para evitar que el nieto de una de ellas sea condenado a prisión por haber asesinado al nieto de la otra. Un filme radical y dramático, como muchas propuestas de este brillante cineasta filipino obsesivo con los temas que recrea en sus filmes, y que en esta ocasión se acerca al demográfico de la tercera edad desde las miserias que esconden los callejones de Manila.
Por último, confiar en que la distribuidora Vértigo Films nos deleite pronto con el estreno de Norwegian Wood, la adaptación que realizó el vietnamita Tran Anh Hung (El Olor de la Papaya Verde) sobre la aclamada novela de Haruki Murakami, mucho más conocida en España por Tokyo Blues. Mientras esperamos, seguiremos fabulando sobre el sugestivo manuscrito de Murakami y nos conformaremos con proyectar nuestra propia película mental sobre ella.  

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