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5 claves para ver cine asiático y no morir en el intento

09/12/2010

Hay una evidencia a la que nadie es inmune, a pesar de que muchos lo disimulan muy bien: «Nadie nace enseñado«. Lo digo porque a mucha gente se le hace un mundo cuando tiene o quiere enfrentarse a una cinematografía diferente a la que está acostumbrado, que se rige por otros parámetros culturales, por diferentes temáticas, diferentes actores, etc. Un montón de preguntas se le agolpan: ¿Por dónde empiezo?, ¿Qué directores son los imprescindibles?, ¿de quén me fio a la hora de seleccionar una película? 

Voy a intentar contestar a estas preguntas, y si de todo lo que digo podéis extraer una mínima parte que os aproveche, me daré por satisfecho. Que conste que esto no es una clase magistral, ni una guía que seguir tipo manual de instrucciones… sino que recoge parte de mi propia experiencia a la hora de descubrir una cinematografía.

¿Estáis preparados…? Imaginad que un buen día os levantáis y un amigo os presta (los tiempos de crisis facilitan los intercambios) la última película de un tal Feng Xiaogang. De entrada el nombre os suena raro, pero no es cuestión de hacerle un feo a vuestro amigo. El título de la película tampoco os aporta nada: A World Without Thieves. ¿Qué hacemos?

1. Sentarse bien, apagar la luz y “entornar los ojos”

Lo primero y más importante: no hay que dramatizar. Es importante darnos cuenta de que estamos a punto de ver una película, y por tanto lo verdaderamente importante es nuestra actitud. Ya se trate de una película comercial americana, un blockbuster, una comedia europea, una película del neorrealismo italiano, o una cinta china.

Por tanto, el hecho de que un film sea asiático no tiene que cambiar esta actitud inicial frente a un film, más allá de que nos preguntemos cosas acerca de la procedencia de la película: Por ejemplo: en Sitges, recuerdo que en los primeros visionados de films asiáticos, había gente a mi alrededor que sabía de dónde procedía la película nada más ver los títulos de crédito. Yo me quedaba como embobado. Poco a poco me di cuenta de una serie de detalles que rápidamente definían la procedencia de una película: La Distribuidora (de la misma manera que cuando vemos Disney sabemos que es una película de animación americana, Showbox, o CJ son distribuidoras coreana), Los nombres del equipo técnico (los grafismos, y la separación de los nombres nos indican la procedencia del film), las localizaciones (es fácil detectar que estamos en Central Park, pero de la misma manera, podremos saber que estamos en Tokyo al ver la torre, o la Plaza de Tiananmen en Pekín…).
2. Historias comunes para todos
A pesar de lo que podamos crear, a pesar del exotismo del país de procedencia de la película, hemos de tener presente que las historias que mueven los hilos de la mayoría de ellas son comunes. Las pasiones (amor, odio), las relaciones familiares, el nacimiento del primer amor, los celos, la lucha por el poder, las guerras: son temas comunes que estarán presentes en todas las filmografías. Es muy importante descubrir estos temas universales a la hora de contemplar el film, ya que son los que nos acercan a esa área común que existen en las diferentes culturas.
Quizá la diferencia haya entre una cinematografía u otra que encontrarla en:
a) La forma en la que estos temas son tratados por unas culturas o por otras (evidentemente la forma de enfrentarnos a la muerte puede ser tratada de la manera que lo hace David Fincher en El Curioso Caso de Benjamin Button, a como lo hace el neozelandés Vicent Ward en Más allá de los Sueños o a como lo hace el japonés Yojiro Takita en Despedidas, la cinta que ganó el Óscar a la mejor película Extranjera el pasado año).
b) La forma en la que estos temas son expresados por las diferentes cinematografías (el lenguaje cinematográfico): Idénticas historias pero contadas de forma diferente. Diferentes encuadres (el plano de Mizoguchi a ras de suelo, siempre siguiendo a sus protagonistas una vez han perdido la guerra, la mezcla de géneros innata al cine coreano: en la que una comedia puede convertirse en un melodrama, con toques sobrenaturales o ribetes de cintas de gángsters).
3. Puerta de entrada a un país y a una cultura distinta

Siempre he visto el cine como una puerta de entrada a un país, a otra cultura. Quizá para muchos el primer recuerdo que tengan al hablar de Corea del Sur (lo fue para mí) se traslade al año 2002, a los cuartos de final de la Copa del Mundo de Fútbol. Tanda de penaltis. Cuando Joaquín, al fallar el cuarto lanzamiento, unido al acierto del jugador coreano Ahn Hwan-jung nos dejara fuera de las semifinales. O bien a las Olimpíadas de Seúl (celebradas en el año 1988, justo las anteriores a las de Barcelona… donde el velocista Ben Jonson arrebató, al menos de una manera efímera, el record de velocidad de los 100 metros a Carl Lewis). 

Pero la historia de España con Corea del Sur no comienza ahí… ni mucho menos. En el caso de Corea del Sur, es muy importante ver los paralelismos con España. No hace mucho en unas tertulias  que realizamos en el Musac de León, una de las maneras para acercarnos a una cinematografía tan “particular” como la coreana, fue ver el recorrido común que tienen ambos países: que pasan por una dictadura, que viven un período de Guerra civil (en el caso de Corea, una separación que dura desde el año 1953). Es mucho más fácil ver una película como Welcome to Dongkmakol, que nos habla de la Guerra de Corea, siguiendo estas referencias.
4. Empezar por el país, cultura o género que te atraiga más

Recuerdo cuando empezamos a ver películas asiáticas de forma “profesional” . Cada semana seleccionábamos cinco películas de una cinematografía diferente (de lunes a viernes nos dedicábamos a verlas, y el sábado las comentábamos). Pasábamos de la espectacularidad de los números musicales de una película india, a la desesperación de una joven que ha perdido su empleo en la China continental, o al mafioso que debe elegir entre recuperar a su familia o el honor de su “otra familia”…

Cada uno de nosotros, poco a poco se decantaba por un país diferente: unos por el cine coreano: sobre todo por su mezcla de géneros, lo que hizo que profundizáramos en su cultura, política, economía (es interesante destacar como Corea pasa de estar a la cola de los países en cuanto a su PIB, a situarse por encima de España en un período muy corto de tiempo).
A otros lo que realmente les interesaba era el thriller: Empezaba por Hong Kong (valoraba diferentes épocas). Ya que se ha pasado del heroic Bloddshead, que descubrimos gracias a John Woo, para pasar al polar, muy relacionado con el cine de gángsters de la novelle vague, y que hoy en día está en boga gracias a directores como Johnnie To. Pero si te gusta el género negro, no puedes despreciar el cine japonés (sobre todo el producido después de la ocupación norteamericana, una vez finalizada la II Guerra Mundial). Un cine deudor de los antiguos samurais, y que tiene mucho que ver con el cine negro americano y con el expresionismo alemán. Evidentemente también tienes cintas de gángsters en la India (donde se encuentra una mezcla entre las que carecen de números musicales, con un tono mucho más oscuro, como Company, a películas más artísticas, caso de A Wenesday).
5- No hacerle caso a ningún crítico: sigue tu instinto, y sobre todo diviértete.
Es decir, que si no haces caso a nada de lo que te he dicho hasta ahora tampoco va a pasar nada. Que conste que más que crítico, que no creo serlo, me considero espectador. Ver cine tiene que ser un acto de pasión, un acto de divertimento… y si luego aprendes, mejor que mejor.

Por cierto, si no tienes A World Whitout Thieves, pero vives en Málaga, esta tarde puedes verla en el CAC de Málaga, dentro del ciclo de «Cines y Trenes«, a las 20 horas. Es una apuesta segura, la película te va a sorprender. Estás avisado.

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