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Nadine Labaki: la mirada femenina del cine árabe

07/02/2019

El mundo del cine está cambiando, o eso queremos creer. Las voces femeninas parece que están consiguiendo poco a poco un mayor reconocimiento, aumentando sus todavía escasas oportunidades de expresarse en la cultura audiovisual y mostrar su imprescindible punto de vista. Nadine Labaki es una de las mujeres que está rompiendo las fronteras, y con tan solo tres películas se ha convertido en uno de los nombres que ya han hecho historia: apenas hace unos meses se convertía en la primera directora de origen árabe en ser premiada en el Festival de Cannes, al llevarse el Premio especial del jurado por la excelente Cafarnaúm, que se estrena en España el próximo 15 de febrero de la mano de Caramel Films. En estas fechas pasadas lo ha vuelto a hacer, repitiendo la gesta con la nominación al Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Hoy conoceremos un poco más a esta actriz, guionista, y también directora.

Nacida en la ciudad de Baabdat, a unos 20 kilómetros de la capital de Libano, Beirut, creció en un país destrozado por la guerra. Su carrera empezó gracias a un talent show de la televisión, Studio El Fann, donde ganaría un premio en la categoría de dirección por el videoclip de una cantante amateur, quien terminaría convirtiéndose en una muy popular presentadora de un canal musical. Tras completar su carrera de estudios de audiovisual en la Saint Joseph University de la capital libanesa ganó el primer premio en el Arabian Film Festival de París con su proyecto de graduación, el cortometraje 11 Rue Pasteur. Labaki comenzó a trabajar en el mundo de la publicidad y de los videoclips en la efervescente escena pop del país. Ha colaborado con solistas femeninas como Nancy Ajram, con la que rodó varias piezas que, aunque convertían a la cantante en una figura liberada y poderosa, invocando en la más popular de ellas a la figura de la “Marilyn Monroe del mundo árabe”, la actriz egipcia Hind Rostom, también eran controvertidas por poner a prueba los ajustados límites de la moralidad. Como suele suceder, esa controversia convirtió a la cantante y a la directora en extremadamente populares, llegando a conseguir varios premios por sus colaboraciones.

Labaki quiso explorar el mundo de la actuación en la película Bosta (Bus), una historia en la que la música tenía un papel protagonista uniendo tradición y modernidad en el viaje a través del país de un grupo de jóvenes. La película se convertiría en la más taquillera del año en su país, e incluso sería seleccionada para representar a Líbano en los Oscar, aunque no llegaría la nominación. Pero la directora ya estaba enfrascada en otro proyecto mucho más personal; después de conocer a la productora francesa Anne-Marie Toussaint, conseguía una plaza en la Résidence del Festival de Cannes para escribir el guión del que sería su film debut. Tres años después volvía al festival de festivales con Caramel bajo el brazo, siendo presentada en la Quincena de los realizadores con gran éxito, logrando una amplia distribución en más de 40 países que la convertiría en el mayor éxito internacional de la cinematografía libanesa hasta el momento. La película, en la que su directora también se guardaba el papel protagonista, se había rodado en un tiempo de paz en el país, justo antes de la Guerra de los 33 días de 2006, un recuerdo que no se menciona explícitamente en esta historia que nos zambulle en las vidas cotidianas de cinco mujeres del Beirut contemporáneo, al calor de una peluquería que sirve como su microscosmos particular. Más allá del conflicto está la agridulce vida diaria y los dilemas sociales a los que se enfrentan las mujeres de la película, en una sociedad dividida entre esa tradición y modernidad de la que hablaba Bosta. Caramel ganaría el premio del público en el Festival de San Sebastián, después de ser elegida como una de las Perlas del año.

Cuatro años después, en 2011, estrenaba su segundo largometraje ¿Y ahora adónde vamos? Aquí el conflicto tomaba el protagonismo dentro de una fábula sobre las estrategias que toman el grupo de mujeres de un pueblo para evitar que sus padres, maridos, e hijos, en pelea constante entre musulmanes y cristianos, se olviden de los rencores. Una comedia negra repleta de música con la que pasaba de nuevo por Cannes, esta vez por Una Cierta Mirada, y que ganaba en Donostia un premio del público al mejor film europeo gracias a su condición de coproducción con Francia. Un premio, el del público, que ya había conseguido en el Festival de Toronto.

Tras del rodaje en 2014 de un segmento en el ómnibus Rio, I Love You, nada menos que acompañada de Harvey Keitel, la directora ha querido plasmar esos cambios que necesita la sociedad libanesa más allá del arte, buscando un camino mucho más directo al entrar en el mundo de la política. En las elecciones municipales de 2016 formó parte de la candidatura Beirut Madinati (Beirut mi ciudad), creada por voluntarios después de las protestas ciudadanas por los continuos cortes de luz y agua, así como los problemas con los desechos. Aunque quedó cerca, la coalición no consiguió la victoria.

Su más reciente trabajo es Cafarnaúm, una obra que cabalga en el realismo y la miseria de una zona castigada por los continuos conflictos y el drama de los refugiados. Un proyecto al que se aproximó de manera diferente, acorde a las necesidades de la historia. Labaki dedicó cuatro años a moldear el guión de esta nueva fábula en la que un niño decide denunciar a sus padres por haberle dado la vida en un mundo repleto de pobreza y explotación. Cambiando su tono habitual por uno mucho más reflexivo, y visualmente cercano al documental manteniendo el sentido de la inmediatez y de la naturalidad que requería la historia, este proyecto promete convertirse en el de mayor éxito de su carrera. A sus numerosos premios del público en festivales de medio planeta, de Melbourne a Rotterdam pasando por Calgary, hay que sumar ese Premio Especial del Jurado en Cannes, donde dejó a su presidenta Cate Blanchett entre lágrimas, y su nominación al Oscar, la segunda consecutiva para Líbano después de la de El insulto de Ziad Doueiri, contando esta vez con el apoyo público de la reina del mass media norteamericano, Oprah Winfrey, fan declarada de la película.  La mirada de Nadine Labaki ha madurado con esta experiencia, y solo nos cabe esperar su próximo trabajo cuanto antes mejor.

 

 

 

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