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Mohammad Rasoulof: el cine contra el sistema

24/06/2021

Dirigí el rodaje de forma clandestina, y para que no me reconocieran llevé un sombrero, gafas de sol y me dejé barba… me he afeitado hace poco. Me decían que me quedaba bien. En cada momento había alguien dispuesto a ocupar mi lugar si aparecía la policía”. Mohammad Rasoulof, sobre el rodaje de La vida de los demás.

La Nueva Ola de cine iraní

Hacer cine en Irán es una profesión de riesgo. Y aún más desde que el pasado 19 de junio el ultraconservador Ebrahim Raisi ganó las elecciones presidenciales con una amplia mayoría (el 68% de los votos). Evidentemente sus dos principales rivales le felicitaron… Esta es la situación actual de un país que ha tenido la más baja participación desde que se instaurara en 1979 la República Islámica (tan sólo un 48% del electorado acudió a depositar el voto).

El cine iraní siempre ha estado presente, desde el inicio de la Nueva Ola, en los grandes festivales internacionales. Los nombres de Abbas Kiarostami, Dariush Mehrjui, Majid Majidi, Mohsen Makhmalbaf y prácticamente toda su familia (Marzieh Meshkini, su mujer, y sus hijas Samira y Hana) han abierto Irán al mundo. Años más tarde se añadirían otros nombres a esta larga lista, como son los de Jafar Panahi, Asghar Farhadi… y el de Mohammad Rasoulof.

Al principio las películas procedentes de Irán tenían un sentido narrativo alegórico y poético. Trataban temas sociales, y se daba el protagonismo a los niños (El globo blanco, Los niños del paraíso, ¿Dónde está la casa de mi amigo?…). Films que trazaban una línea muy delgada entre la realidad y la ficción. El maestro Alberto Elena hablaba de los cines periféricos al referirse al cine iraní, y en tono coloquial podría hablarse de un cine ‘invisible’ por su escasa visibilidad fuera del ámbito de los festivales internacionales.

El cine como forma de resistencia

En marzo de 2010, Rasoulof fue detenido por rodar sin permisos junto a Jafar Panahi, una película que finalmente no llegó a culminarse. Ambos cineastas fueron acusados y condenados por “realizar propaganda contra el país” debido a The White Meadows, película dirigida por Rasoulof que concursó en Festival de Cine de San Sebastián en 2009, y que Panahi montó. El segundo caso pendiente del director con la justicia iraní procede de una declaración sobre las relaciones internacionales de Irán que Rasoulof firmó junto a otros 17 cineastas.

A lo largo de este tiempo el director iraní siguió viajando y dirigiendo películas (mientras Panahi era condenado a 20 años de inhabilitación para dirigir cine y a seis años de prisión). Así llegarían Adiós (2011), Manuscripts Don’t Burn (2013) y Un hombre íntegro (2017). Películas que desfilaron por festivales internacionales, alcanzando todas ellas premios en los diferentes certámenes.

Mohammad Rasoulof nació en 1972 en Shiraz (Irán). Comenzó su carrera cinematográfica con documentales y cortometrajes mientras estudiaba Sociología en la Universidad. Irán es su casa. En 2017, con el Premio obtenido en Cannes en la sección ‘Una cierta mirada’ por Un hombre íntegro, el director aterrizó en el aeropuerto de Teherán, donde la policía le retiró el pasaporte, mientras le preguntaba extrañada por qué regresaba. A lo que Rasoulof contestó: ‘Porque esta es mi casa’. Desde entonces el director tiene prohibida la salida del país y rodar cine.

Pero él no se ha rendido. El cine que sale de las manos de Mohammad Rasoulof es un cine que lucha contra el autoritarismo de un régimen teocrático (en el que los sacerdotes, en su calidad de ministros de Dios, ejercen el poder político). Nada ha sido capaz de parar a un realizador que va camino de cumplir los 50 años, y cuya vida depende de la llegada de un mensaje a su móvil que dicte sentencia y le mande a la prisión.

Por eso, y por muchas otras cosas (que atienden a la calidad cinematográfica de su cine), nadie debería perderse su última película, La vida de los demás (que el viernes 25 se estrena en España). Una película que presentó en la Berlinale por videoconferencia a través de su móvil, y que consiguió el Oso de Oro a la Mejor Película.

La vida de los demás es cine con MAYÚSCULAS. Un cine comprometido. Que pesa en la conciencia. Pero además es una producción que a lo largo de sus cuatro historias y sus dos horas y media de duración consigue que el cine invisible deje de serlo. La voz de Mohammad Rasoulof, como la de tantos otros autores, es escuchada.

Porque el cine, además de espectáculo, implica creación, sufrimiento y compromiso.

Por Enrique Garcelán

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