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Los héroes de Gwangju (A Taxi Driver): notas de producción

06/06/2018

En agosto de 2017 más de 12 millones de coreanos acudían a los cines para tomar una nueva lección de memoria histórica, aunque con un tono muy diferente al de otros títulos basados en las tragedias nacionales que han llenado la cartelera coreana en los últimos cinco años. Esta vez el público llenaría las salas no para ver la cara más dura de la invasión japonesa, sino un retrato para no olvidar el alto precio pagado para conseguir la democracia. La película es Los héroes de Gwangju (A Taxi Driver), y se basa en un suceso que marcó a una generación para el resto de sus vidas, en la que perdieron la vida miles de personas que se manifestaban reclamando la democracia ante la llegada al poder de una nueva junta militar; la policía y el ejército respondió a las protestas con fuego real en la llamada “masacre de Gwangju” de mayo de 1980. El director Jang Hoon, que ya había dado una cara diferente de la Guerra de Corea con la excelente The Front Line quiso reflejar ese momento tomando la historia verídica de un reportero alemán y el taxista que le llevaría hasta el corazón del conflicto. El viernes 8 de junio llega hasta nuestros cines esta pieza de memoria histórica coreana, con la podemos conectar más allá de la nacionalidad gracias a su retrato de la lucha por la democracia y la libertad. ¿Cómo llegó Jang Hoon hasta el proyecto? Todo comenzó en 2003…

El periodista alemán Jürgen Hinzpeter recibía el reconocimiento de sus colegas coreanos en 2003 otorgándole un prestigioso premio “por su valiosa contribución a la historia de Corea”. Dos décadas antes, en 1980, el periodista había acudido a Gwangju desde su destino habitual como reportero en Asia, Tokio, para descubrir qué era lo que había de cierto en los rumores sobre algo gordo que se estaba cociendo en la ciudad coreana. Hinzpeter terminaría siendo no sólo uno de los primeros reporteros internacionales en cubrir la noticia, sino el que sacaría del país, más allá del sellado informativo impuesto por el gobierno autoritario, las primera imágenes sobre los terribles hechos sucedidos, dando una relevancia internacional al conflicto. Los productores del film encontraron en la historia del periodista, y sus peripecias junto a un taxista que le acompañaba en su viaje desde la capital Seúl, una excelente manera de abordar un tema que podía conectar con la sensibilidad del público. Tendría que pasar sin embargo más de una década para que el primer guión tomase forma, hasta 2015. Los productores se lo enviaron a un director de carácter comprometido como Jang Hoon, que tras leerlo decidió que era una historia que debía contar: “Sabía que podíamos encontrarnos con muchas dificultades en el camino, incluso que me impidieran continuar con mi carrera cinematográfica, pero, tras leer la historia, supe que teníamos que contarla”.

El primer nombre que parecía claro era el de Song Kang-ho para interpretar al taxista Kim Sa-bok, era la primera opción del director y los productores para el papel y por suerte aceptó el trabajo. Para dar vida al periodista alemán la producción pensó en Thomas Kretschmann, un actor germano que habitualmente ha trabajado en producciones internacionales. La falta de material literario sobre el conflicto de Gwangju llevó al actor a releer una y otra vez el guión, que le dejó enamorado, y con el que conectaba especialmente: él tuvo que huir de la RDA hasta Yugoslavia en su juventud en busca de la libertad. Por desgracia Krestchmann no pudo llegar a encontrarse con Hinzpeter, que había fallecido en 2016, apenas unos meses antes de comenzar el rodaje. Antes de morir el periodista había podido leer el guión, dando su bendición al proyecto y comentando que una versión dramatizada de los hechos le gustaba más que si le hubieran propuesto rodar un documental. El director Jang, grabó a Hinzpeter enviando el mensaje al taxista Kim Sa-bok que podemos ver en los créditos finales de la película, en el que sería uno de sus últimos encuentros. Parte de las cenizas del periodista alemán descansan en Gwangju, en el parque dedicado a la memoria de aquellos que perdieron la vida durante el movimiento de democratización.

En plena producción de la película llegaría un elemento ajeno que terminaría siendo clave para el éxito de la película en agosto de 2017: el movimiento de protestas semanales contra la presidenta Park Geun-hye, una auténtica marea de indignación que terminaría con ella entre rejas después se ser revocada por el Parlamento y el Tribunal Constitucional, siendo condenada a 24 años de prisión por abuso de poder, soborno, revelación de secretos nacionales y hasta 16 de los 18 cargos imputados. Esas mareas que llenaron con velas las calles de Seúl y las grandes ciudades coreanas en los meses finales de 2016 llevaron al país a unas nuevas elecciones, que ganaría Moon Jae-in, político con un pasado como abogado involucrado en temas como la lucha por los derechos humanos y la libertad de expresión, defendiendo junto al que también fuera presidente Roh Moo-hyun a numerosos estudiantes durante esos primeros años 80. La llegada a los cines coreanos de Los héroes de Gwangju (A Taxi Driver) no podría haber tenido un mejor timing, y llevaría hasta a 12,4 millones de espectadores a las butacas, consiguiendo excelentes críticas por el camino y numerosos premios en Corea y algunos festivales internacionales, como el premio al mejor actor en el Fantasia de Montreal, además de ser seleccionada por la academia coreana para representar al país en los Oscar. La viuda de Jürgen Hinzpeter y algunos de sus familiares vieron la película en una visita a la capital coreana, acompañadas nada menos que por el equipo del film así como del propio presidente Moon, quien quiso honrar la memoria del periodista así como la de las víctimas de aquel fatídico mayo de 1980. “La verdad sobre el conflicto aún no ha sido desvelada al completo, y es una tarea que debemos resolver. Creo que esta película puede ayudarnos a ello”.

 

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