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Jackie Chan: 50 años de acción

09/01/2018

Con motivo del estreno de El Extranjero este viernes, aprovechamos para hablar de uno de los embajadores por excelencia del cine de acción asiático: Jackie Chan. Un viaje por la vida profesional del actor: éxitos, fracasos… y muchos, pero que muchos batacazos…

 

Round 1. O doble o nada.

Que te vendan tus padres a un señor maestro de kung fu debe marcar. Quizá ese sea el origen de la sinrazón suicida que habita en el subconsciente creativo de Jackie. A la edad de siete añitos los curiosos progenitores del actor (diplomático él y ama de casa ella) decidieron convertir a su hijo en un saltimbanqui de oro, a cambio de un puñado de monedas. El mejor postor fue Yu Jim-Yuen, maestro de la más prestigiosa Escuela de Ópera China, que a base de palos y volteretas haría de él un hombre de pro, capaz de ganarse las habichuelas con sus alegres cabriolas y exhibiciones marciales. Jackie no era el único fruto de sus diabólicos experimentos. Por su academia habían pasado (o pasarían) nombres claves de la historia del mejorcito cine de Hong Kong, léanse Sammo Hung, Yuen Biao, Yuen Wah, Meng Hoi, Lam Ching-Ying, entre otros tantos. Con algunos de ellos formaría parte del grupo infantil Las Siete Fortunitas, una versión circense de Parchís.

Ya desde sus tiempos más tiernos, Jackie Chan tantea el medio iniciándose como actor infantil. Nada del otro mundo, un mero pasatiempo, pero le proporcionaría una valiosa experiencia de lo que significaba el arduo camino del celuloide. Sus apariciones tempranas en films como Big and Little Wong Ting Bar (1962) o The Story of Qin Xianlian (1964) o The 18 Darts (1966) le abrieron las puertas del maravilloso mundo de los stuntmen de Hong Kong. Eso y los diez años de entrenamiento a las órdenes del maestro Yuen.

En 1971 tiene lugar su debut como actor: Little Tiger of Canton, dirigida por el ignoto Mu Chu, coloca a un Jackie Chan de ojos tremendamente achinados (aún no se los había operado para parecer más occidental, una práctica común entre las estrellas locales) en una película modesta de venganzas y artes marciales a lo Bruce Lee. La película es un cataclismo para sus desafortunados financieros, pero aún serviría para dos cosas. La primera, para poner en circulación a Jackie como especialista y director de acción a bajo coste. Y la segunda, para que algún despabilado hiciera su agosto remontando la película con ayuda de unos dobles sin escrúpulos y vendiéndola como una suerte de secuela de Drunken Master a principios de los ochenta. En nuestro país se estrenó como La furia de Jackie aprovechando el tirón de La furia de Chicago.

Jackie comienza una carrera como especialista y coreógrafo en la que aún no se aprecian indicios de su posterior magistralidad en el oficio, pero aprovecha para codearse con la crème de la crème del género. Hace de doble en un film de Bruce Lee (Kárate a muerte en Bangkok), coordina las peleas en la primera película de John Woo (The Young Dragons) o se atreve a dirigir las escenas de acción de la estrambótica Hong Kong: 3 Supermen, Desafío al Kung Fu/Crash! Che Botte…, un desparrame de superhéroes chusqueros dirigido por Bitto Albertini y cofinanciado por los despilfarradores hermanos Shaw. Otras perlas de aquellos tortuosos tiempos son sus apariciones en  Police Woman (más tarde retitulada Rumble in Hong Kong), donde el actor hace de némesis de Charlie Chin con un indescriptible lunar peludo; su papel protagonista en la lamentable Eagle Shadow Fist (1973), película antijaponesa donde las haya; y cómo no, ese clásico de la comedia cantonesa, sacado de circulación por expreso deseo de Jackie, llamado All in the Family (1975), donde nuestro actor favorito protagoniza una escena de lecho.

 

Round 2. Lo Wei, los coreanos y el desastre financiero.

Lo Wei no tenía demasiado aprecio por el arte de la dirección cinematográfica, pero le gustaba el dinero como al más pintado. Y no sólo eso, tenía olfato. Ya había sido el director de las dos primeras películas de Bruce Lee, y sus excesivas demandas económicas le empujaron a montar su propia compañía. Necesitaba una estrella, y allí entraba Jackie Chan, que ya le había dirigido la acción de un par de títulos rápidos de kung fu y había apuntado maneras.

Jackie es lanzado como el nuevo Bruce Lee en New Fist of Fury (1976), una más de las innumerables secuelas del film del malogrado actor y que pasaría sin pena ni gloria por las pantallas panasiáticas. Le seguiría la no mucho más reseñable Killer Meteors (1976), en la que dejaría todo el protagonismo de la película a Jimmy Wang-Yu, el genuino e inimitable luchador manco, cuyo encuentro con Jackie iba a traer cola, como veremos más adelante. Idénticos resultados para esta película, para desesperación de Lo Wei, tanto artísticamente como en taquilla. Esta serie de películas de bajo coste rodadas en su mayoría en Taiwán y Corea harían poco por la carrera del actor. Pero Lo Wei no desistía y la lista de batacazos se hacía más y más grande: El despiadado/Shaolin Wooden Men y Shaolin Kung Fu eran intentos desesperados por emular la grandeza de las épicas marciales de los Shaw. Otros estrenos y otros fracasos para la lista. Su as en la manga consistía en que, al menos, el dinero invertido siempre se mantenía bajo mínimos rodando fuera de Hong Kong. Es más, al final eran los productores coreanos quienes se hacían cargo de la manufactura completa del producto y a él sólo le quedaba acreditarse como director. De este modo Oh-Ryong Great Battle (dirigida originalmente por Chen Chi-Hwa y el coreano Kim Jin-tae) se transformaba en Magnificent Bodyguards. Sa-hak Secret Fighting Technique (también de Kim Jin-tae) se transfiguraba en Shaolin Kung Fu. Otras tantas películas rodaría en dicho país para productores independientes, tales como, Big Brother of Dangsan (1977), Keum-kang Bloody Man (1981), ambas de Kim Jin-tae, Mu-rim Battle (Kim Seon-kyeong, 1978) y The Wild Big Boss, firmada por Lee Jeong-ho en 1979. Algunas de estas producciones (que nunca llegarían a distribuirse en vídeo, ni a ser vistas fuera de las fronteras coreanas) no eran más que refritos estrenados tras el éxito posterior de Jackie, reciclando descartes y metraje de producciones inconclusas.

La factoría Lo Wei Film Co. sólo llegaría a ver dos genuinos éxitos con el nombre de su apadrinado: Fearless Hyena y El que no perdona/Half a Loaf of Kung Fu (también editado en España como El aprendiz de Kung Fu), ambas del 79. En ellos se podía ver el interés por la comedia y los cómicos clásicos de Jackie: en una se transformaba en Popeye y en la otra ya podíamos atisbar su sentido del combate acrobático y paródico. En estas, apareció Ng See-Yuen, el mandamás de la Seasonal Films, y puso ante las narices de Lo Wei un fajo de billetes verdes para que le cediera a Jackie para rodar un par de cintas. “Naturalmente”, dijo el amigo Lo Wei.

 

Round 3. La Seasonal y los «trapis» de Wang Yu.

Ng See-Yuen tenía una larga carrera como productor independiente desde que fundara la Seasonal Films tras abandonar la Shaw Bros., consiguiendo numerosos hits del cine de kung fu protagonizados en su mayoría por estrellas taiwanesas o coreanas, como la saga Rivales secretos. Pero su principal tesoro era el clan Yuen. Algunos de ellos como Yuen Hsiao-Tien y Yuen Woo-Ping eran padre e hijo. Otros, como Corey Yuen, simplemente habían adoptado el apellido de su maestro Yu Jim-Yuen. De ahí que a Jackie le costara bien poco adaptarse al modus operandi de una empresa formada por camaradas.

La serpiente a la sombra del águila (1978) y El mono borracho en el ojo del tigre/Drunken Master (1979) se convierten instantáneamente en dos de las películas más influyentes de la historia del cine de las artes marciales. Prácticamente calcos entre sí, la historia del luchador rebelde y perdedor que aprende un arte marcial inverosímil de manos de un viejo borracho y/o vagabundo, se repetiría hasta la saciedad, o mejor dicho, hasta que el cuerpo del pobre Yuen Hsiao-Tien aguantó, muriendo de agotamiento fulminante a la edad de 83 años, tras protagonizar decenas de clónicos interpretados por aspirantes a estrella. Pero ese trono ya estaba ocupado, y esta vez pertenecía a Jackie Chan por derecho propio.

Pero aún quedaban un par de flecos por resolver. Algunos dimes y diretes en el contrato con Lo Wei se entremezclaron con las amenazas de las tríadas, que querían que Jackie protagonizara alguna que otra película financiada con dinero manchado de sangre (una práctica habitual durante los años 80 y 90). Wang-Yu, quien tenía más de un lazo con el mundo del hampa del sudeste asiático, hizo las veces de mediador en el asunto, liberando a Jackie de sus presiones, pero obligándole al pago de una deuda. Qué mejor modo que protagonizar una película de Chu Yen-Ping, el director taiwanés más rentable de todos los tiempos (suyas son las series de los Kung Fu Kids o los Shaolin Popey). Chu, el maestro, construía sus comedias de acción en base a homenajes a los clásicos del cine comercial americano y europeo, y sus últimas películas Golden Queen Commando y Pink Force Commando habían batido récords en Asia. Bajo estos parámetros protagonizaría Jackie junto a Elsa Yeung y a Wang-Yu, Fantasy Mission Force/Dragon Attacks (1981), que continuaba la estela de las anteriores, entremezclando pasado y futuro, y haciendo del anacronismo una razón de ser.

No sería ésta la última vez que Wang-Yu acudiría junto a Chu para que su buen amigo Jackie les echara una mano. Las bonanzas del kung fu del manco habían pasado a la historia, y la cuenta bancaria de Yu se encontraba en números rojos. Era la hora del último favor, y éste se materializaría en la épica La isla de fuego/Island on Fire (1990), protagonizada por un registro inacabable de estrellas entre las que se encontraban Tony Leung Kar-Fai y Sammo Hung. Otro trabajo personal de Chu en el que homenajeaba al cine carcelario americano y que sería vilmente destrozada por los distribuidores internacionales, que extirparon más de media hora de metraje al film para hacerla pasar por una película de Jackie Chan.

 

Round 4. El viejo Chow se hace de oro.

Raymond Chow, el descubridor de Bruce Lee, se había quedado sin su gallina de los huevos de oro hacía ya muchos años, y su compañía subsistía gracias a las sesiones ininterrumpidas de comedias cantonesas. La falta de un astro de las artes marciales hacía empequeñecer sus productos frente a la popularidad en el mercado mandarín de las películas de Gordon Liu y Alexander Fu-Sheng. Chow necesitaba a alguien que combinara con maestría las acrobacias y la comedia, que fuera un saltimbanqui, y además tuviera un carisma apoteósico. Curiosamente, la personalidad cinéfila de Jackie se había ido forjando a la medida de la sombra de Fu-Sheng, pero la fatalidad hizo que éste muriera en un trágico accidente de coche en 1983.

El caso es que Jackie aceptó el contrato blindado propuesto por el avispado Chow, que había visto la popularidad inusitada que habían obtenido sus películas con la Seasonal. Tras dos cintas en las que reinventaba el género del kung fu, acogiendo ecos de las matinés de Burt Lancaster y Errol Flynn (Lord Dragon y El chino) y añadiendo stunts y volteretas inéditas en el género, Chow se frotaba las manos mientras le preparaba una ofensiva internacional. La furia de Chicago,  (dirigida por Robert Clouse en 1980, al que le sonó la flauta con Operación dragón y el film post-mortem Juego con la muerte) y el dúo de cintas de Los locos de Cannonball (1981-84) al servicio de Burt Reynolds, demostraron que para triunfar Jackie necesitaba tener la sartén por el mango. Ni la torpeza narrativa de sus aventuras pugilísticas en el Chicago de los años 20, ni los festivales de estrellas y demolición automovilística dirigidos por Hal Needham, lograron que Jackie fuera reconocido en América. La tierra prometida aún debía esperar. Al menos 15 años más.

Pero lo que occidente le negó se lo brindó con creces Hong Kong. Y la cosa no era para menos. Jackie desplegó su arsenal creativo a través de diversos frentes (sin mencionar su exitosa carrera como cantante en Taiwán, aún activa). Raymond Chow jamás puso límites a las exigencias del actor, y los presupuestos de sus films superaban con creces la media de la producción local. Los éxitos llegaban uno tras otro, cruzando las fronteras interasiáticas, y siempre provocando alguna que otra secuela.

Winners and Sinners (1983) inicia la etapa de los Lucky Stars, acompañado por un grupo de cómicos cantoneses formado por Sammo, Yuen Biao, John Sham, Richard Ng y algunas otras presencias ocasionales. Forman parte de esta serie películas como Los supercamorristas/Wheels on Meals (1984), una psicotrónica aventura rodada en Barcelona con Pepe Sancho y Amparo Moreno; My Lucky Stars/La banda de los supercamorristas (1985) y Twinkle Twinkle Lucky Stars/El regreso de la banda de los supercamorristas (1985), repletas de humoradas, nos ofrecen algunas escenas antológicas de combate.

Antes de la mayoría de todas estas cintas, Jackie ya provocó admiración con Project A/Piratas en los mares de China (1983), donde su osadía (y la de su equipo de especialistas) se ponía a prueba con cada nueva secuencia de acción. Un film protagonizado junto a Sammo y Yuen-Biao que aguanta el paso del tiempo como una de las obras maestras del género. Lo mismo puede decirse de su secuela, mucho más cuidada a nivel de producción, pero igual de temeraria y creativa en cuanto a sus stunts se refiere.

Sin embargo, la película que cambió el rumbo del cine de acción de Hong Kong fue Police Story/Armas invencibles (1984), combinando la intriga policial con rabiosas secuencias de riesgo, que aún hoy día siguen siendo recreadas. Las aventuras del policía Kevin Chan (y su adorable novia interpretada por Maggie Cheung) se complicarían progresivamente, aumentando el calibre de la acción y sus ambiciones internacionales. La secuela, Police Story 2/Superpolicía en apuros, ofrecía un big bang inédito, la absoluta voladura de una fábrica mientras Jackie escapaba de sus escombros tras una demoledora secuencia de artes marciales sin parangón. A ésta le seguirían Supercop (que nos llegaría a Europa en una ridícula versión remontada en los USA), Supercop 2/Project S (que dejaba el protagonismo en manos de Michelle Yeoh) y First Strike/Impacto inminente, que también pasó por la tijera de la New Line que dejó más de 20 minutos en el suelo.

Este periodo fértil nos deja también las dos aventuras del Halcón Asiático (La armadura de Dios y Operación Cóndor), co-protagonizadas respectivamente por las bellezas patrias Lola Forner y Eva Cobo, y rodadas en escenarios tan exóticos como la antigua Yugoslavia, Marruecos o Madrid.

Las producciones crecen proporcionalmente al éxito internacional de las mismas. Más presupuesto, más escenarios internacionales y stunts nunca vistos. A finales de los 90, Jackie Chan se convierte prácticamente en el salvavidas exclusivo de una Golden Harvest tocada por su exceso de ambición. Y siguen los éxitos: Twin Dragons (1992), remake de aquel Doble impacto de Van Damme; City Hunter (1993), un manga en imagen real que adaptaba al famoso Ryo Saeba incluyendo en el mismo universo los personajes del Street Fighter; Crime Story (1993), su primer thriller serio, donde Jackie se permitía el lujo de no alterar el rictus; o Drunken Master 2/La leyenda del maestro borracho, tardía secuela de su éxito del 79 y que está reconocida como su último gran opus del kung fu de época.

Y entonces llega Rumble in the Bronx/Duro de matar

 

Round 5. ¡América, América!

New Line adquiere los derechos internacionales de Rumble in the Bronx (1995), la remonta, elimina lo que cree conveniente, cambia su banda sonora, y la estrena a lo grande en todo el mundo con el slogan Jackie Chan no usa dobles”. Jackie tendría que arrastrar durante una década un estigma creado por unos expertos en marketing. Jackie sí que había usado dobles. Él mismo reconocía a la prensa mucho antes que si era alguien era gracias a su equipo de especialistas. Naturalmente, era el actor quien se jugaba el pellejo en algunas de las secuencias suicidas de sus films. Pero no en todas. Es más, algunos de los stunts y combates en Duro de matar hubieron de ser doblados irremisiblemente tras el accidente que sufrió el actor durante el rodaje en un salto que puede verse en los créditos finales.

Cuando los lumbreras de New Line vieron Thunderbolt/Operación Trueno (1995) no se lo podían creer. Jackie estaba doblado en casi todas las escenas de artes marciales y acción. Y además descaradamente. El accidente en su anterior cinta le obligó a delegar en su equipo mucho más de lo que le hubiera gustado. New Line despreció la película y ésta acabó siendo distribuida discretamente por Miramax sólo fuera del territorio americano.

Mucho mejor les fue con el film de Stanley Tong First Strike/Impacto inminente (1996), antes de entrar en una etapa de nerviosismo y auto-plagio que no acababa de convencer. Para sus 3 últimas películas antes de rendirse al cheque imperialista, Jackie intenta repetir en Who Am I? (1998), El superchef/Mr. Nice Guy (1997) y Accidental Spy (2001), los tics que llevaron al éxito a Rumble y First Strike: menos artes marciales, un personaje en apuros, persecuciones, demolición de vehículos, la destrucción de grandes construcciones… Todo ello con un ojo puesto en América. Pero New Line le necesitaba allí. Nada de películas hongkonesas. Y aquí llegó el insulto final.

Toda una nueva generación de seguidores de Jackie le descubre en Hora punta haciendo de comparsa de Chris Tucker. A la vez que confirma su impresionante tirón en la taquilla, termina por exterminarse a sí mismo. Jackie Chan se había terminado. Hora Punta ofreció una trama mediocre en la que Jackie no sabía ni siquiera lo que estaba ocurriendo ni entendía los chistes raciales de Tucker. Su kung fu aparecía lento, cansado y los stunts no eran más que un refrito de todo cuanto habíamos visto antes.

Jackie prosigue su agonía a nivel exponencial con la secuela de Hora punta, las dos entregas de Shanghai Kid, El Esmoquin/Tuxedo y El medallón/The Medallion (originalmente una producción de Hong Kong que obligaron a volver a rodar el 65 % del material). Jackie haciendo de Rigodón (y pegándose un batacazo descomunal en la taquilla americana) en La vuelta al mundo en 80 días, hace que el actor alcance su límite y haga las maletas.

 

Round 6. De lo perdido saca lo que puedas.

Y así fue. Con los buenos millones ganados en su odisea americana Jackie funda la JC Entertainment, una productora que no tardaría en ofrecer hits a la taquilla hongkonesa. The Twins Effect (2003), combinación de efectos especiales, acción y mohines de las Twins, atrae vertiginosamente al público y recupera la confianza de sus seguidores orientales. A ésta le sigue su secuela, en la que Jackie se congratula de presentar al mundo (con escaso impacto) a su hijo Jaycee Chan. También parecido físicamente al actor es Stephen Fung, al cual Jackie le produjo su debut como director Enter the Phoenix (2004), una comedia gay de artes marciales, y la sensacional House of Fury (2005), quizá la primera de la nueva oleada de cine de kung fu de alto impacto procedente de Hong Kong. Poco después, Jackie ha invertido sus dividendos en Rice Rhapsody (de Kenneth Bi) y la película de Stanley Kwan, Everlasting Regret.

La resurrección cinematográfica del actor llega con New Police Story (2004) y The Myth (2005), dos películas que entroncan con sendas sagas del pasado: los Police Story y las aventuras del Halcón Asiático. En ellas Jackie aparece sorprendentemente rejuvenecido aún con sus más de 50 años. Ya no es el joven temerario de cuando empezaba, pero esas dos películas recuperan la ilusión en su cine, olvidándose de las imposiciones de mercados transoceánicos, y centrándose en lo que sabe hacer: entretener. Y en eso, Jackie no conoce rival.

 

Round 7. El mercado global.

¿Quién iba a pensar que en el año 2016, cincuenta años después de que Jackie Chan se iniciara en el mundo de las cabriolas, de los stunts y del cine de acción, la Academia de Hollywood le acabara concediendo un Oscar honorífico a toda su carrera? Acompañado por por Chris Tucker, Owen Wilson, Brett Ratner, Sylvester Stallone, Arnold Schwarzeneger y Jeffrey Katzenberg, Jackie Chan se convertía así, ante más de 1.000 invitados, en el primer actor de origen chino en recibir tal galardón.

No hay que ser muy avispado para constatar que el pujante mercado chino (en el que se abren una media de 26 salas de cine al día), tiene algo que ver que ver en este reconocimiento tardío que Hollywood brinda al actor. China acabaría el 2016 superando en número de salas a Estados Unidos: un total de 40.917 salas, frente a las 31.600 que tenía al cierre del ejercicio 2015. Y se convierte en un excelente mercado donde las producciones americanas pueden hacer crecer su taquilla. Producciones que en muchas ocasiones vienen avaladas por el sello de Jackie Chan. Así Jackie se convertirá en una de las voces que de vida a las tres partes de la cinta de animación Kung Fu Panda (la tercera de la saga con una recaudación que supera los 100 millones de dólares), o al detective protagonista de la comedia de acción que el realizador Renny Harlin filma en 2016 Atrapa a un ladrón, que acaba recaudando en China más de 130 millones de dólares.

A lo largo de estos últimos diez años Jackie Chan ha sido capaz de emprender proyectos en el mercado chino (como pueden ser la nueva revisión de la saga Police Story, Acción Policial, o la recuperación de las aventuras del Halcón Asiático en Chinese Zodiac. La armadura de Dios), con contadas presencias en el mercado americano. Entre las que encontramos pinchazos en la taquilla como la comedia de Brian Levant El super canguro (2010) o la tercera entrega de Hora punta (2007).

Con 6 películas estrenadas en 2017, y 7 proyectos anunciados para 2018 y 2019, Jackie Chan regresa a la cartelera de cine en España con El Extranjero, un thriller dirigido ni más ni menos que por Martin Campbell (el responsable de La máscara del Zorro o Casino Royale). En esta ocasión el actor dará vida al dueño de un bar con un pasado oscuro, que deberá vengar la muerte de su hija, víctima de un atentado perpetrado por el Nuevo IRA. Una excelente muestra de cómo Jackie Chan ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos, siendo capaz de seguir siendo el héroe de acción en el mercado panasiático, sin renunciar a dejar su huella en el mercado occidental.

Ampliación y revisión del artículo publicado en la revista CineAsia Vol.9 firmado por Domingo López

 

 

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