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Diario de una autoestopista asiática en Berlín. Día 7: ¡Volveré!

18/02/2011

Buenos días, cineasiáticos. Después de siete días de auténtica locura y cinefagia, pisar el aeropuerto de mi ciudad me ha devuelto a la realidad: «en Barcelona me mojo más que en Berlín, demonios«. Como era de esperar la lluvia me aguardaba con la mejor de sus sonrisas. Menos mal que gracias a vuestros consejos, no metí el paraguas dentro de la maleta. Primera prueba, superada.

Unas horas antes, mientras el bueno de Hyeon Bin firmaba autógrafos en el aeropuerto berlinés (muchas gracias por la info de El Pozo de Sadako, si lo hubiera visto, tened por seguro que él no hubiera llegado a la premiere de la película, ni yo hubiera pasado la facturación). Mientras los fans le aguardaban ansionsos en busca de un autógrafo, a la señorita de facturación no debió de gustarle mucho el peso de mi maleta (total unos cuantos kilillos de más). No os digo lo que tuve que pagar por el exceso de equipaje, no os lo íbais a creer. Ni mi ‘jefe’ tampoco, la verdad. De aquí a fin de mes, desayuno en la oficina.

Esta mañana, echando un vistazo a El País digital he comprobado que mi amigo Carlos volvía a ser él mismo (tras el pequeño lapsus del otro día, cuando anunció que le gustaba la película iraní Nader And Simin, A Separation), hoy se ha quedado a gusto al hablar de Come Rain, Come Shine de Lee Yoon-ki (This Charming Girl, My Dear Enemy): «La coreana Come rain, come shine, dirigida por Lee Yoon-Ki, retrata el último día en la casa común de una pareja que se ha roto por decisión de la mujer. Admito que ellos parecen sufrir mucho, pero la transmisión de su drama al espectador sólo le puede dejar indiferente o somnoliento». ¡Este es mi chico. Ya creía que me lo habían cambiado!

No quisiera dejar de comentar mis dos últimas películas en la Berlinale. De la tercera, Night Fishing, el cortometraje de los hermanos Park Chan-wook y Park Chan-kyong, vais a permitir que no diga más, porque todavía pienso en la cara que se me quedó en la cola de la sala 5 de los Cinemax, cuando me dijeron que no quedaban localidades (todo vendido, con lo que los acreditados no podían entrar). Peor que la de Leire Pajín en la Gala de los Goya después de escuchar el discurso de Álex de la Iglesia, os lo aseguro. Pero tuve la oportunidad de ver a Park Chan-kyong, hermano de Chan-wook, que por cierto, no se parece mucho a éste.

La japonesa Milocrorze, una producción de Shochiku dirigida por Yoshimasa Ishibashi podría definirse como: «la gran bizarrada» o «una frikada de auténtico delirio». Una entramado psicodélico que haría las delicias en un pase en el cine Retiro de Sitges (me estoy acordando de las memorables The Monster X Strikes Back: Attack the G8 SummitDainipponjin). Divertidísima película que guarda tres historias en su interior con un nexo común, una fantástica historia de amor que nos pasea en el espacio y el tiempo desde los años setenta al período Edo y sus samuráis. Mezclando animación con la imagen real, look manga, y contando entre sus protagonistas con Takayuki Yamada (uno de los protagonistas de Crows Zero, al que veremos este año en Gantz) que hace una interpretación de auténtico lujo (sí señor, un actorazo), Milocrorze no os la podéis perder (ya la tiene apuntada Ángel Sala, con quien me crucé y a quien se la recomendé).

No podía ser de otra manera. Después de haber vivido la Berlinale a través los dramas indios, chinos, japoneses o coreanos, no podía despedirme sin entrar a ver un thriller hongkonés. The Stool Pigeon, de Dante Lam (The Beast Staker, Fire of Conscience) es una prueba más de cómo este director sabe llevar al límite a sus personajes y a sus historias. Los recovecos más sombríos y ténebres de Hong Kong son analizados aquí a través de la figura del informador, dando cabida desde la venganza, al amor, los recuerdos, y sí, incluso la amistad. Puede que sientas un cierto «deja vu» al verla, pero no resta méritos a esta película que ya le hubiera gustado firmar a cualquier realizador nacido en la Gran Manzana. Para mí, uno de los thrillers del año, sin duda.

Y como no podía ser de otra manera, había que despedirse de Berlín: últimas fotos al osito de la «Berlinale» y al muro, paseo por una de las librerías más enormes e importantes de la ciudad y, cómo no, a la una de la madrugada, la última cerveza berlinesa con algunos periodistas y críticos españoles desplazados al festival… (el «reportaje» gráfico lo tendréis en breve en nuestro Facebook, I promisse!!!).

Estoy en Barcelona, sí… pero como bien dice mi amigo Arnold Schwarzenegger en Terminator (lástima haberme perdido este último Phenomena)…: «¡Volveré!

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