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6ª Edición Festival de Granada-Cines del Sur 2012. El Sur también existe

21/06/2012

Hacía tiempo que no recordaba los versos que un día creara Mario Benedetti. No ha sido hasta hace unas horas que éstos no han venido a mi memoria, cuando enfrentado a la hoja en blanco a la que todo amante de las palabras teme, rememoraba mi última semana en Granada. Sumergido en la multiculturalidad que la ciudad granadina respira, con el telón de fondo del Festival Cines del Sur, salvavidas de cinematografías que luchan por que en su invisibilidad, puedan ser contempladas, atravesaba las calles del Albaicín despojadas de envolturas superfluas, para contemplar la ciudad de Granada desde el mirador de San Miguel Alto. Mientras tanto, a lo lejos, escuchaba las palabras de escritor y poeta uruguayo: “el norte es el que ordena… pero aquí abajo… todos sabemos que el sur también existe”.

Nacido hace seis años, bajo el amparo de la Fundación el Legado Andalusí, el Festival de Granada-Cines del Sur ha tenido que adaptarse a los tiempos (y a las incertidumbres presupuestarias de nuestros representantes culturales), para seguir vivo. Este año lo ha conseguido gracias a un equipo que hace fácil lo difícil, a unos voluntarios que se multiplican, y a un programa capaz de devolver la ilusión por el Séptimo Arte. El Festival nos ha ofrecido a lo largo de una semana una cincuentena de títulos divididos en las sesiones de inauguración y clausura, en la corta pero de gran calidad de su Sección Oficial, la Sección Itinerarios y Next Music Station, además de las sesiones especiales Extraño tanto Mar y Perlas del Sur. Un esfuerzo que el Festival ha visto recompensado en una mayor afluencia de público a las salas y en un aumento de la participación popular en las votaciones. Eso sí, lo que son las cosas, los periodistas han limitado sus apariciones a las galas de inauguración y de clausura, imagino que pendientes como están de si Rajoy habla del IVA, Esperanza menciona la palabra sueldo, o se estrena el último remake de Spiderman.

La mirada del que empieza

Un gran número de festivales ceden parte de su programación a la dirección novel, pero contados son los que reciben y despiden a su público con dos óperas primas. Cines del Sur lo ha hecho este año. Con el agua como telón de fondo, los films inaugural y de clausura se desarrollan en un infinito murmullo que a penas alza la voz para hablarnos del paso de la infancia a la adolescencia, de los recuerdos borrados, o de lo efímero de las relaciones. La película inaugural, The Mirror Never Lies, de la directora indonesa Kamila Andini (con experiencia en el mundo del documental, pero que se estrena como realizadora), nos acerca a la vida de Paris, una niña de once años miembro de una etnia de hábitos nómadas que practican la pesca tradicional en Indonesia (los gitanos del mar), mientras aguarda la llegada de su padre. Creceremos junto a ella aguardando ese día que nunca llega y todos los misterios que oculta. De Indonesia viajamos a la India, en concreto a la región conflictiva de Cachemira, donde Musa Syeed nos sumerge en el lago Dal y en sus habitantes. Bajo las aguas del lago y el toque de queda impuesto por los militares, Valley of Saints nos habla del nacimiento de una historia de amor que tiene a una joven bióloga marina como protagonista, bajo la atenta mirada de dos amigos que se ganan la vida como pueden en el lago, esperando quizá el momento de huir a una nueva vida..

Pero no todo queda ahí. El Festival ha programado entre los ocho films a competición, tres óperas primas, dos de las cuales han sido galardonadas con los dos principales premios del certamen: la Alhambrade Oro a la Mejor Película y la de Plata al Mejor Director. De Jueves a Domingo de la chilena Dominga Sotomayor (Alhambra de Oro a la Mejor Película) estructurada como una road movie, se convierte en un viaje familiar a la búsqueda de la reconciliación a pesar de la soledad en la que están inmersos sus protagonistas, víctimas de una crisis de unidad mayor en la que vivimos sumergidos tanto habitantes del norte como del del sur. Un film repleto de miradas, de encuadres indefinidos. De silencios y de canciones de otra época…

En Room 514 (Alambra de Plata a la Mejor Dirección) fuimos testigos del interrogatorio al que somete una soldado israelí a un oficial del ejército. Una película seca, de primeros planos, de juego de fuerzas, donde el director Sharon Bar-Ziv nos recuerda hacia dónde mira el estamento judicial, político y militar, frente a un problema de orden interno, radiografiando la situación que se vive en estos momentos en Israel y en los territorios ocupados.

La mujer como protagonista

Una de las notas vertebrales de la presente edición de Cines del Sur, más allá del número de óperas primas presentes, ha sido el retrato que se hace de la mujer. Un festival donde las mujeres se han convertido en protagonistas de las historias contadas, y en las narradoras de estas mismas. Cuatro directoras han participado en la Sección Oficial y hasta seis films en los que la mujer es el epicentro de la narración, podemos destacar en la programación. Hay películas necesarias. La película ganadora de la Alhambra de Bronce, la filipina The Woman in the Septic Tank es una de ellas. Muchas veces me pregunto ¿por qué el cine independiente asiático se ha convertido muchas veces en un cine miserabilista que pretende mostrar a Europa, lo que Europa quiere ver? El film del Marlon N. Rivera puede entenderse como el reverso tenebroso de un gran número de films independientes realizados en su país (por nombres como Brillante Mendoza o Lav Diaz), a la búsqueda de competir en festivales internacionales a base de mostrar las penurias y dificultades por las que atraviesa Filipinas. El argumento lo deja claro: tres jóvenes recién graduados aspiran a colocar su primera película en uno de los más prestigiosos festivales del mundo, y por qué no, hacerse con un Oscar. La mejor manera de conseguirlo es internar la cámara en una zona de chabolas de Manila y fichar a la actriz más mediática del momento, la excelente Eugene Domingo. Fresca, imaginativa, irreverente, The Woman in the Septic Tank es, a pesar de sus imperfecciones, una apuesta ganadora. De Irán procede A Cube of Sugar, el encuentro entorno a la boda de la hermana menor de una familia iraní. Un terrón de azúcar que se deshace en la boca del espectador, alejándose de otros films ya vistos (me viene a la cabeza La Boda del Monzón), para hablarnos de las casualidades de la vida, de las palabras nunca pronunciadas. Un film con una belleza formal, de la que para nuestra desgracia carecen la mayoría de propuestas que deambulan por las salas comerciales.

Festival de actrices, pero también festival de directoras. Conocíamos a la realizadora nacida en Osaka, pero perteneciente a una segunda generación de residentes coreanos, Yang Yong-hi,  por sus anteriores documentales (dos en concreto, el mejor My Dear Pyongyang). Con una mirada que gira siempre sobre el mismo tema (a la directora la separaron de sus hermanos, a los cuales enviaron a Corea del Norte cuando eran adolescentes y con los que pudo finalmente reencontrarse en un breve periodo de tiempo, 20 años después), Our Homeland es su primera película ficcionada, pero no se aleja mucho de su ‘modus operandi’ en los documentales: sobriedad, muy poco dada al sentimentalismo y a la lágrima fácil, pero contundente y estremecedora (hay que ver la contención de todos y cada uno de los miembros de la familia… como ese saludo final del hijo al padre… que lo dice todo). Poco o nada podría añadir a lo que se ha dicho sobre Ann Hui, una de las realizadoras que mejor define la Nueva Ola de cine de Hong Kong, y que presentaba este año en el Festival A Simple Life, Premio del Público a la Mejor Película. Una historia tan simple como real: la descripción de los últimos años de la vida de Ah Tau, la que ha sido durante cerca de 60 años criada y niñera de una familia bien, hoy emigrada a los EEUU excepto uno de los hijos (un Andy Lau magnífico en un papel dramático), con el que ella vive, cuida, sirve…, hasta que la vida se encargue de recordarle a Ah, que ya va siendo hora de que sea ella la que tiene que empezar a cuidarse. La directora camina con precisión de equilibrista en el filo del precipicio donde lo sensible deja paso a la sensiblería, para dar una lección de cómo hacer un drama sin tener que recurrir a los viejos artificios de siempre. ¡’Y ojo a los cameos de Tsui Hark, Champan To, entre otros…!

Buscando la diferencia

A lo largo de los últimos años había visto diferentes ejemplos de las cinematografías procedentes de Asia Central. Dramas existencialistas envueltos de una fuerza natural (esas grandes estepas mongolas) que dominan por completo la pantalla. Sin embargo, en contadas ocasiones había sido testigo de otras miradas, como la del director uzbeko (4ª generación de coreanos desplazados a la antigua Unión Soviética) Ruslan Pak. Utilizando el thriller como herramienta de trabajo, y bebiendo de la naturalidad y realismo de los films americanos de los años setenta, Ha-na-an es el viaje de un hombre a la búsqueda de la tierra prometida. Una película seca, áspera, y en la que destaca la presencia del que se habría convertido en mejor actor de Granada, de haber existido el premio, Stanislav Tyan.

Y si hablamos de la diferencia, sería un descuido no hablar de la película ruandesa a competición. No puede empezar mejor Grey Matter (primer largometraje rodado por un cineasta ruandés en su tierra natal): con las vicisitudes de un director para poder rodar un discurso personal (como en cualquier país de lo que antes llamábamos el Tercer Mundo), mientras se le aconseja, desde instancias políticas, que haga una película “social”, sobre “la violencia de género” o sobre cosas “que importan al ciudadano ruandés”… mientras no hable del genocidio de la pasada guerra civil, claro. Vamos, de lo que va la película que quiere rodar: de los efectos que ha traído consigo el genocidio vivido en Ruanda. Una película que como bien diría uno de los programadores del festival durante su presentación, “no es de fácil acceso, aunque una vez encuentras esa pequeña puerta que nos abre el director, se vive como una experiencia difícil de olvidar”.

Y hasta aquí nuestra crónica. Muchos son los recuerdos atesorados, los momentos de cine vividos o los amigos reencontrados. Me temo que la hoja en blanco se acaba. Aunque siempre queda espacio para un poeta del sur, que de seguir vivo, seguro que tendría al Festival de Granada-Cines del Sur, como uno de sus festivales de tránsito.

“Con su corno francés y su academia sueca, su salsa americana y sus llaves inglesas, con todos su misiles y sus enciclopedias, su guerra de galaxias y su saña opulenta, con todos sus laureles, el norte es el que ordena. Pero aquí abajo, abajo, cerca de las raíces, es donde la memoria ningún recuerdo omite, y hay quienes se descueren, y hay quienes se desviven, y así entre todos logran lo que era un imposible, que todo el mundo sepa que el Sur también existe”

Enrique Garcelán y Mario Benedetti (poema)

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